EXCLUSIVA PARA EL RECUERDO

La emoción de María Teresa Campos en la boda de su otra ‘hija’, Rocío Carrasco

Recordamos a la eterna ‘reina de las mañanas’ en el que fue para su familia uno de los días más especiales

BODA ROCÍO CARRASCO Y FIDEL

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Son días negros para la crónica social. En la misma semana, España ha perdido a dos de sus grandes: María Teresa Campos y María Jiménez, únicas cada una en lo suyo. La primera, en la comunicación y la sevillana, como artista. Coincidían, además, en muchos aspectos de su personalidad y forma de ser: muy generosas las dos, disfrutonas, enérgicas, populares, queridas, adelantadas a su tiempo... Fueron dos mujeres que han dejado huella y que en estos días siguen llenando páginas en prensa y minutos de televisión con anécdotas, vivencias y recuerdos.

En nuestro particular homenaje a la eterna reina de las mañanas, no podemos olvidar el que fue para ella uno de los días más especiales de su vida: el de la boda de Rocío Carrasco y Fidel Albiac, un acontecimiento que en ¡HOLA! pudimos vivir desde dentro. “Estoy muy feliz y nerviosa. Quiero muchísimo a Fidel y a Rocío. Tenemos una relación muy familiar desde hace muchos años. Mis hijas y Rocío tienen una complicidad muy grande y por eso se llaman hermanas, aunque todo el mundo sepa que no lo son”, confesaba María Teresa una semana antes de la boda —se celebró en septiembre de 2016—, en las páginas de nuestra revista.

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BODA ROCÍO CARRASCO Y FIDEL©Hola
María Teresa Campos y Terelu no ocultaban la gran felicidad que les produjo ver a Rocío Carrasco contraer matrimonio con Fidel

La periodista ponía el acento una vez más en el estrecho vínculo que, más allá de la amistad, tenía con la hija de Rocío Jurado, hasta el punto de considerarla su “tercera” hija. Una relación que comenzó cuando María Teresa fichó a la joven Rocío para su magazín Día a día, allá por 1997, y que con el tiempo se fue haciendo más fuerte, gracias a los lazos maternofiliales, además de los profesionales, que las fueron uniendo. Por eso, a nadié extrañó ver a Rocío invadida por una profunda tristeza en el último adiós a la gran comunicadora. Estaba devastada.

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“Bueno, ya he casado a las tres... Tú no sabes lo feliz que me has hecho”, le dijo María Teresa a Rocío tras la ceremonia

“Evidentemente, nadie puede sustituir a una madre, y mucho menos a una como la Jurado, pero sí sé que Rocío, allá donde se encuentre, se alegrará de que su hija esté siempre protegida por mí, en todos los sentidos, fundamentalmente desde el afecto y el cariño, que es lo más importante de la vida. Estoy muy contenta con sus alegrías y me siento triste cuando tienen penas”, aseguraba María Teresa en aquel reportaje que protagonizó días antes de la boda junto a sus hijas Terelu Campos y Carmen Borrego.

Aquel 7 de septiembre de 2016, una ola de calor que asoló el centro de la península hizo que los termómetros superaran los 40 grados y que la hora de la ceremonia se retrasara de las seis y media de la tarde, como estaba previsto, a las ocho. Los invitados alternaran los abanicos para mitigar el calor con los pañuelos para secarse las lágrimas. Porque las emociones eran intensas e incontenibles. Rocío, ya vestida de novia y luciendo unos chatones (pendientes) de brillantes que le prestó María Teresa, quien también le había regalado los zapatos, forrados de raso blanco, rompió a llorar cuando vio a la popular periodista. Ésta, que fue acompañada de Edmundo, abrazó con mimo a “su niña”, antes de dirigirse a su encuentro con Fidel.

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Las Campos ocuparon un lugar de honor en la primera fila, María Teresa, acompañada de Terelu y Carmen, y de su nieta, Alejandra Rubio, se sentó junto a la madre de Fidel, Rosario del Pino. Ninguna de ellas pudo evitar emocionarse —es tanto lo que han compartido y lo que les une a Rocío— durante una ceremonia en la que hubo muchas lágrimas de nostalgia y melancolía, pero también de felicidad.

Una vez que Rocío y Fidel, después de dieciséis años de relación, se dieron el “sí, quiero” y se unieron en matrimonio, María Teresa Campos expresó al fundirse de nuevo en un cálido abrazo con la novia: “Bueno, ya he casado a las tres… Tú no sabes lo feliz que me has hecho”.