Se cumple una semana de la triste noticia que conmocionó a España: la inesperada muerte de Marta Chávarri , con casi 63 años. Después de casi treinta años de silencio, apartada voluntariamente del foco mediático y de la vida social, las últimas apariciones de la aristócrata habían sido por motivos muy felices: la boda de su hijo, Álvaro Falcó, marqués de Cubas, con Isabelle Junot el 2 de abril de 2022 y el nacimiento de su nieta Philippa, que vino al mundo el pasado 11 de junio en Madrid.
Su vida estuvo marcada por las luces y las sombras, conoció el éxito social, pero también momentos muy difíciles, tras verse convertida en objeto de escándalo y polémica. El 11 de febrero de 1988, su matrimonio con Fernando Falcó, marqués de Cubas, saltaba por los aires cuando se descubría que Marta mantenía una relación con el financiero Alberto Cortina, marido a su vez de Alicia Koplowitz y administrador de Construcciones y Contratas. Unas fotografías de la nueva pareja, a las puertas del Hotel Palais Schwarzenberg de Viena, sacudían los cimientos del Ibex35.
Después de tres años de relación, Marta y Alberto decidieron formalizar su unión el 15 de diciembre de 1991. Esta segunda boda, no tuvo nada que ver con la primera que protagonizó la sobrina de Matilde Figueroa, una celebración digna de una princesa: ceremonia en la catedral de Plasencia y banquete en el Palacio de Mirabel, propiedad de los Falcó, ante 500 invitados, muchos de ellos Grandes de España. En esta ocasión, la ceremonia civil se celebró en domingo, por la noche y sin asistentes; tan sólo un par de testigos que actuaron como padrinos.
En vísperas del enlace, Alberto Cortina y la ex marquesa de Cubas habían realizado un viaje de cinco días fuera de España. Nada más regresar a nuestro país, el mismo día 15 a las seis y media de la tarde, se dirigieron directamente desde el aeropuerto a “Las Cuevas”, la finca del banquero en el término municipal de Navas de Estena (Ciudad Real) “y desde allí, sin apenas solución de continuidad y con el tiempo justo para avisar a los padrinos, al Ayuntamiento del cercano pueblo, donde el juez —de profesión albañil—, en dos minutos escasos, habida cuenta de que toda la documentación estaba en regla, llevó a cabo la breve ceremonia de la unión matrimonial”, rezaba la crónica de ¡HOLA! de aquellos días.
La intención de Cortina y Marta era casarse en la finca el lunes 16. Sin embargo, la boda tuvo que celebrarse esa misma noche, con una urgencia inusitada, debido, según pudo saber nuestra revista, “a que la juez preparada para el caso había informado de que no era posible celebrar la boda en la finca “Las Cuevas” porque si así se efectuaba, no iba a ser válida”.
“Ni un sólo fotógrafo ni un solo periodista pudieron sospechar tan siquiera que en aquellos momentos se estaba llevando a cabo la boda más esperada del año”, resaltaba la crónica publicada en nuestras páginas.
“Alberto y Marta, vestidos de calle, tal como venían del largo viaje, aún con el ruido del motor del avión privado en los oídos, decidieron casarse en la sala del Ayuntamiento manchego. Solamente estuvieron presentes como padrinos Isabel Chávarri y su marido, Miguel Rosillo, que tampoco tuvieron tiempo para vestirse adecuadamente, como hubiera sido su deseo”, proseguía la información.
Al día siguiente, ya sí, los flamantes y felices señores de Cortina ofrecieron un almuerzo íntimo en la finca Las Cuevas. Durante el mismo, la gran protagonista fue Marta, que estrenó para la ocasión un traje de chaqueta y falda negro de Valentino, sobre una blusa de animal print . Los invitados fueron los otros dos hermanos de Marta, Gonzalo y María; el hermano del novio, Alfonso Cortina, y sus primos José Luis y Alberto Alcocer. Y nadie más. “Eso sí, el juez, simbólicamente, volvió a repetir la rápida escena del matrimonio civil de la madrugada anterior, ahora en Las Cuevas, para que por expreso deseo de Marta, los invitados y familiares conocieran cómo fue ‘la boda secreta’, ya que no pudieron asistir a la misma”.
La pareja estaba deseando casarse cuanto antes, después de tres años de relaciones sentimentales, boda que no pudieron realizar más solemnemente, como hubiera sido su deseo, por la muerte del hermano de Marta, hacía escasas semanas. Como se recordará, Álvaro Chávarri falleció con 28 años en un terrible accidente de moto.