Vivió las últimas décadas alejada del foco mediático, pero fue una de las grandes damas de la crónica social de nuestro país; y, por ello, su inesperado fallecimiento ha conmocionado a todos. El pasado viernes nos decía adiós Marta Chávarri, la mujer que fascinó, con su elegancia y estilo innatos, al papel cuché en la década de los 80.
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Su matrimonio con Fernando Falcó, el flamante marqués de Cubas, la situó en la primera línea de la noticia; y, antes de su boda, celebrada el 2 de junio de 1982, la pareja nos concedió una entrevista en exclusiva previa a su “sí, quiero”, donde nos desvelaban algunas pinceladas y secretos de su historia de amor. El suyo fue un enlace que pilló de sorpresa a todos.
El añorado marqués de Cubas -título que ostenta ahora su único hijo, Álvaro- era, como contaba ¡HOLA!, nuestro play-boy nacional (a su pesar), así que, al igual que su hermano Carlos (padre de Tamara Falcó), tenía fama de ‘rompe corazones’. Por eso, aunque hacía tiempo que circulaban rumores de que, por fin, se había decidido a pasar por el altar, pocos lo creyeron. Pero el día que nuestra revista publicó el primer posado de Fernando con su prometida, las sospechas se confirmaron: había dejado de ser el soltero de oro de la jet set.
“Esta vez era cierto”, rezaba la crónica de ¡HOLA! “Quien tantas veces había roto los corazones de bellísimas damas, se había rendido al encanto” de una joven de nombre Marta Chávarri. Esta “chica jovencísima, bellísima, llena de alegría, de encanto y con una gran clase” era hija del embajador Tomás Chávarri y Matilde Figueroa (hermana de Natalia Figueroa, esposa de Rafael) y nieta de los marqueses de Santo Floro. Juntos, formaban una “pareja encantadora”, que abrió a ¡HOLA! las puertas de la casa del marqués, que también sería el hogar de Marta después de contraer matrimonio.
‘Realmente encantada y muy enamorada’
La vivienda estaba situada en una de las zonas más exclusivas de la capital, el barrio Salamanca. “Está decorada con un gusto exquisito y en ella se mezclan los elementos antiguos y modernos, muy bien combinados. Los tonos dominantes son el azul gris de las paredes y moquetas y el blanco, beige y azul de los sofás”.
En su amplio salón, decorado con muebles de época y cuadros y grabados antiguos, posó la flamante pareja.
Marta confesó estar “realmente encantada y muy enamorada”. Abrumada ante la expectación generada por su boda, no quiso contestar a las preguntas de nuestro periodista (“Prefiero que conteste a las preguntas Fernando, que tiene mucha más costumbre que yo y lo hace mucho mejor”, aseguró), pero sí que accedió a presentarse ante nuestros lectores.
“Nací en Madrid en el año 1960 y cuando tenía dos años mis padres fueron destinados a Berna, Suiza, donde vivimos cinco años. A los siete años me fui a vivir a Washington, donde realicé todos mis estudios primarios y donde estuvimos viviendo seis años. Después volvimos a Madrid, donde terminé de estudiar. Luego vino París, me parece una ciudad maravillosa. El año pasado, a pesar de que mi padre sigue de embajador en la OCDE, yo me vine a vivir con mis abuelos a Madrid”.
Marta era una joven cosmopolita que había vivido en diferentes partes del mundo. Hablaba dos idiomas a la perfección, inglés y francés, y, entre sus aficiones, estaban la lectura, la pintura y escritura. Esta “chica encantadora y natural” llamó la atención de Fernando Falcó en poco tiempo. “No tardé mucho tiempo en darme cuenta de que era la mujer de mi vida. Llevo bastantes años saliendo con chicas y esto quizá me haya ayudado a comprender rápidamente que Marta era una persona extraordinaria y que podía, si ella quería, ser mi mujer”.
‘A mí no me asusta en absoluto la diferencia de edad’
“Es una decisión (la de casarse) que medité, que no tuve que consultar con nadie, una decisión muy íntima y muy personal. En cuanto a dónde me declaré, hoy día no es pensable esa declaración tipo rodilla en tierra, con una flor en la mano. Esto está desfasado. Hoy en día ocurre que en una conversación normal se llega a la conclusión de que se quiere a una mujer y se le plantea si desea casarse. Fue una conversación normal. Ya se han acabado los rodillazos”, explicaba el marqués de Cubas.
Aunque Fernando Falcó no se arrodilló ante Marta para declararse, sí que confesó, en esta entrevista, que tuvo claro muy pronto que ella era la elegida, y entre las muchas cualidades que reunía su futura esposa, destacaba por ser una “mujer inteligente”.
Lo que a muchos llamó la atención entonces era la gran diferencia de edad entre ambos. Él tenía 42, ella tan sólo 22. “A mí no me asusta en absoluto (la diferencia de edad); a la que tiene que asustarle quizá es a Marta, pero a mí no, desde luego. Me siento muy joven y me siento muy en forma, y creo que puedo hacerla feliz”.
El dos de junio de 1982, Marta Chávarri y Fernando Falcó y Fernández de Córdova daban el ‘sí, quiero’ ante más de quinientos invitados en la catedral de Plasencia. Un año más tarde, el matrimonio daría la bienvenida a su primer y único hijo, Álvaro, que hoy se casa con su novia, Isabelle Junot, bajo la atenta mirada de su madre y su padre siempre en el recuerdo.