El Festival de Eurovisión es un acontecimiento único y, como tal, genera todo tipo de sentimientos entre los fieles seguidores del certamen y los espectadores que cada año cumplen con la tradición de disfrutar de una cita imprescindible con la música. Sin embargo, en los últimos años, salvo en el caso de Chanel, se ha producido una especie de malestar entre el público español tras sumar muchos fracasos en el que también se conoce como el Festival de la Canción. Hay que echar la vista muy atrás para ver a España haciéndose con el triunfo en Eurovisión, pero lo importante es que sí, que conseguimos alzarnos con el trofeo hasta en dos ocasiones.
Dos históricos triunfos que fueron relatados en las páginas de ¡HOLA! Raphael era el único que había logrado, en dos ediciones del certamen, lograr un meritorio puesto, cuando se presentó un año con la canción Yo soy aquel y, al siguiente, con Hablemos del amor. Pero fue la noche del 6 de abril de 1968 cuando una mujer de veintiún años, llamada María Félix Santamaría Espinosa, de nombre artístico Massiel, la que conquistó para España , en el Royal Albert Hall de Londres y ante más de doscientos millones de telespectadores de toda Europa, el palmarés del Gran Premio de Eurovisión con la canción La, la, la, compuesta por Manuel de la Calva y Ramón Arcusa, componentes del “Dúo Dinámico”.
En el Albert Hall, actuaron cantantes de diecisiete países y eran las once y cinco minutos de la noche cuando Massiel interpretaba magistralmente su tema. Cuando terminó, una cerrada salva de aplausos premió su actuación, salva que no superó los veintisiete segundos que duró la ovación a Cliff Richard, el intérprete británico, que quedó en segundo lugar y Francia, en el tercero.
Cuando por fin se nombró a España vencedora del Festival de la Canción de Eurovisión, Massiel salió al escenario repartiendo besos y se reunió con la vencedora del año anterior, Sandie Shaw, y con el finalista, Cliff Richard. Preguntada por los periodistas, Massiel contestó: “Este triunfo significa mi consagración definitiva y el orgullo de no haber defraudado a quienes pusieron en mí toda su confianza, que eran nada menos que treinta millones de españoles”. Minutos después de conocer el resultado de la votación, ¡HOLA! consiguió ponerse al habla con la señora de Santamaría, madre de Massiel. Como millones de espectadores, había visto el triunfo por televisión. “Puede que yo fuera la única que estaba segura del triunfo de mi hija. Lo que ocurría es que no me atrevía a decirlo. Tenía miedo de que fueran a reírse y a tomarlo como pasión de madre”.
Cabe recordar que el jurado de España estuvo compuesto, entre otros, por Natalia Figueroa y los directores Pilar Miró y José María Forqué.
Tras su triunfo, Su Excelencia el Jefe del Estado Generalísimo Franco le concedió el Lazo de Dama de la Orden de Isabel la Católica.
María Rosa Marco Poquet, más conocida a nivel artístico como Salomé, fue la encargada de representar un año después a España en Eurovisión, obteniendo la victoria con la canción Vivo cantando en el Teatro Real de Madrid, donde ejerció de “maestra de ceremonias” la recordada presentadora Laura Valenzuela Para la ocasión, Salvador Dalí diseñó una estrella de 5 metros y 350 kilos que llenó los 27 metros cúbicos de madera de pino encargados para construir el escenario, que fue decorado con 15.000 claveles repartidos por todas partes.
Nacida en Barcelona un 21 de junio de 1939, la artista alcanzó el primer puesto gracias a la canción compuesta por María José de Ceratto con la letra de Aniano Alcalde y arreglos de Augusto Algueró, que estuvo casado con Carmen Sevilla. Y puede que fuera un año único en la historia del Festival, ya que tuvo que compartir el premio con Lulu (Reino Unido), Frida Boccara (Francia) y Lenny Kuhr (Países Bajos). Por aquel entonces, las normas no especificaban nada sobre un posible empate y la propia organización no sabía que se hacía en estos casos. Para evitar este tipo de empates, en la actualidad vence quien más altas puntuaciones haya conseguido.
Salomé había subido al escenario con uno de los vestidos más icónicos que se recuerdan en Eurovisión. Hasta catorce kilos pesaba el mono que ideó Manuel Pertegaz. De color azul turquesa, tenía 5.000 canutillos de porcelana y costó un millón y medio de pesetas.
La velada de ese 29 de marzo concluyó con la entrega del premio a las cuatro ganadoras. La encargada de hacerlo fue Massiel, que vistió para la ocasión un deslumbrante abrigo de chinchillas diseñado por Chicho Sánchez y cuyo coste superaba el millón de pesetas. Años después, ese abrigo sufriría el ataque de un grupo de ultraderechistas que irrumpió en la casa de la artista.
La participación española corrió a cargo de un desconocido muchacho llamado Julio Iglesias que, con el tema Gwendolyn, se había impuesto en la selección previa a los demás candidatos españoles, entre los que se encontraba un dúo llamado Els Dos, del que formaba parte un joven llamado Eugenio, que se haría famoso posteriormente por su peculiar forma de contar chistes. Pero eso, como dice Kipling, “es otra historia”.