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El mundo del cine está de luto. La actriz Raquel Welch falleció a los 82 años a causa de una enfermedad diagnosticada desde hace relativamente poco tiempo, como comunicó su propia familia. Welch, una revolucionaria del cine de los años 70, nacida en Chicago, era considerada una de las grandes estrellas de la gran pantalla estadounidense y todo un icono de la edad dorada de Hollywood. Su nombre siempre sonó con fuerza ya que muchos aseguraban que era la digna sucesora de la siempre recordada Marilyn Monroe.
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Considerada la sex-symbol del momento, siempre llevó por bandera su lado más humilde. “Soy una mujer muy normal, una mujer que está preocupada por sus hijos, por su trabajo y por lo que pasa en el mundo”, aseguró en su visita a España a finales de la década de los 90.
No fue la única comparación. Los americanos se referían entonces a ella como la anti Úrsula Andress, una comparación un tanto agridulce para la intérprete ya que ella misma solo “quería ser Raquel Welch”. Su éxito llegó de la mano de producciones inglesas y americanas y rozó la fama con sus dos primeras películas alcanzando la fama internacional en la bella Italia junto a Marcello Mastroianni.
Apodada como ‘El Cuerpo’, su versatilidad delante de la gran pantalla pronto quedó clara. Ganó popularidad en 1966 tras protagonizar One Million Years, que la lanzó al éxito internacional. Welch se inclinó también por el western con dos taquillazos: Bandolero y Cien Fusiles. Años después, su trayectoria se aplaudió y se premió, como no podía ser de otra manera. El Beverly Hilton de Los Ángeles la reconocía en 1974 como mejor actriz por su papel en Los tres mosqueteros: los diamantes de la reina, con el que se alzó con un Globo de Oro, que impulsaría, aún más si cabe, su carrera en la gran pantalla.
Los cuatro hombres de su vida
Además de sus dotes interpretativas, Welch fue considerada una de las mujeres más sexies de la hisyoria del cine, tal y como subrayó la revista Empire en 1995 tras su papel en Playboy . Su belleza no dejaba indiferente a nadie, ni al público ni a los ‘hombres de su vida’. Raquel podía presumir de estar rodeada de amor pues, en el plano sentimental, tuvo varias historias de amor que culmirarían en el altar -hasta en cuatro ocasiones-. Con tan solo 19 años, en 1959, se comprometía con James Welch, padre de sus dos hijos. Sin embargo, el romance fue, cuanto menos, breve, pues 5 años más tarde puso fin a esta relación.
No obstante, no sería el único hombre de su vida. En 1967, tres años después de su primer divorcio, dio el ‘sí, quiero’ a Patrick Curtis, con el que rompió media década después tras consagrarse como su representante. Esta ruptura no sería la última de su currículum amoroso pues en 1980 rehizo de nuevo su vida con Andre Winfeld, su tercer marido, con el que estuvo casada hasta comienzos de la década de los noventa, y con el que, aseguraba, “haber cometido muchos errores”.
Años después entraba en escena, y en su vida, Richard Palmer, bastante menor que ella, su cuarto y último marido que conoció por amigos en común y del que estuvo profundamente enamorada, tal y como aseguró en exclusiva a ¡HOLA!. “Siempre he dicho que supe enseguida que estábamos hechos el uno para el otro y eso siempre me ha parecido un tópico ridículo. Sé que suena excesivamente romántico, pero empiezo a creer que es verdad”, afirmó la actriz.
Sin embargo, sus matrimonios fallidos fueron un impedimento al comienzo para Welch. “Había mucha química y quizá eso me hizo pensar que era demasiado peligroso”, aunque Richie supo adaptarse a sus tiempos: “a pesar de lo insistente que era, no me metió prisa”, aseguró en nuestras páginas. Un noviazgo que terminó en anillo de compromiso. “Una noche estábamos viendo la televisión y Richie parecía nervioso. De repente se levantó, apagó el televisor y dijo que no aguantaba más. Sacó una cajita y en ella había cuatro anillos unidos”.
Todo un cuento de hadas que no terminó con “y fueron felices y comieron perdices”, ya que cinco años después de su enlace, ponían fin a su historia de amor de manera amistosa, tal y como anunció Jil Bushinsky, su portavoz entonces.
Su rompedor paso por España
Considerada una de las sex-symbol del momento, en la década de los 90, Welch aterrizaba en España. La actriz norteamericana pasaba por Madrid como un vendaval que desató le euforia de millones de telespectadores durante su actuación en el Palacio de Exposiciones y Congresos del Ministerio de Información y Turismo en la gala de los Premios AVI de la revista Tele-Radio. España entera fue testigo de su arte, desenvoltura sobre el escenario y de su exhuberante figura y, además de llevarse el aplauso del pueblo español, aumentó su cartera con tres millones de pesetas.