Ya ha comenzao la cuenta atrás para el estreno de la producción de Cristo y Rey , nueva serie creada por Daniel Écija para su emisión en el prime-time de Antena 3, que se inspira en la mediática pareja que formaron el domador Ángel Cristo y la vedette, Bárbara Rey, en los años ochenta. El día a día de ambos marcó la agenda mediática de la sociedad española durante las últimas décadas del siglo XX. Cada paso que daban era noticia. Él era el mejor y más famoso domador del mundo; ella, la mujer más deseada de España, por sus trabajos como actriz y vedette. Y, juntos, la pareja más popular del momento, cuyo fugaz noviazgo se materializó, en poco tiempo, en un matrimonio lleno de luces y sombras.
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Hacia finales de 1979 la actriz murciana se encontraba representando la revista Una noche... Bárbara, y como bien se intuye por su título, era la estrella principal del espectáculo. En octubre de ese mismo año, Ángel Cristo acudía como espectador a contemplar la función, sin imaginar que al poco tiempo estaría casado con la protagonista. Tras dos meses de relación, la pareja anunciaba su compromiso y la fecha del enlace. El idilio sorprendió a propios y extraños, que no esperaban que aquello marchase con tanta rapidez. Ángel había enviudado hacía tan sólo un año, tras quince de matrimonio, y Bárbara por fin se decidía, con prisas, a pasar por el altar, después de que la prensa hubiese aireado romances con Paquirri, Pedro Ruiz, Alain Delon, Fabio Testi o el futbolista Carles Rexach. Pese a que su contrato en el madrileño teatro Lido terminaba en verano, acordó con la empresa que finalizaría el 6 de enero, para así poder contraer matrimonio seis dias después, tal y como ella deseaba, sin retornar de nuevo a los escenarios pero despidiéndose con un homenaje.
Llegó la fecha señalada y Ángel Cristo y Bárbara Rey se daban el ‘sí quiero’ bajo la carpa del circo Ruso, instalado en la plaza de toros de Valencia. El escenario de la boda, ciertamente original, se hallaba adecuadamente decorado. Largas guirnaldas de arizónica y esparaguerra, adornaban el recinto circense, de cuya bóveda colgaba una gran corona, en forma de cúpula de estilo bizantino, y un gran crucifijo, suspendido por dos sogas de trapecio. Ofició el casamiento el padre Miguel María Mendizábal, capellán nacional de Circos, Ferias y Espectáculos Ambulantes, que, con la pareja en la pista personalizó el discurso diciendo: “En la historia del circo y en todas las naciones se han celebrado actos religiosos dentro de la carpa del circo. Amaos como se aman las gentes del mundo del espectáculo, a pesar de que en este sentido tengan mala fama”.
Ángel Cristo y Bárbara Rey se dieron el ‘sí quiero’ bajo la carpa del circo Ruso, instalado en la plaza de toros de Valencia
Testigo de dicho momento fue la revista ¡HOLA!, que llevó la boda a portada. Era el 12 de enero de 1980, y el enlace no podría haber sido de otra manera porque el novio era un hijo del mundo circense. Sus padres eran una contorsionista malagueña y un trapecista griego –su nombre de pila era Ángel Papadópulos Dordid–, y toda su existencia había transcurrido de forma itinerante, recorriendo pueblos y ciudades con animales, vestuario, utillaje y la vida entera a remolque.
El vestido de la novia era de línea sencilla y confeccionado con satén natural, muy al estilo Jean Harlow. Llevaba escote y una cola de tul ilusión bordado con flores de guipur. Ángel lucía un traje oscuro, suéter de cuello alto de color blanco y chalina del mismo tono. Entre los rostros conocidos que estuvieron al lado de los novios se encontraban María José Nieto, Isabel Luque, Ágata Lys y Susana Estrada.
Bárbara llegó del brazo de su padre y padrino, Andrés García, antes que el propio novio. Ángel, que tenía 35 años, muy nervioso, hizo el paseo del brazo de su madrina, Rosa Zamora, esposa del ginecólogo doctor Fernández, que fue quien cuidó de la enfermedad de la primera mujer de Ángel Cristo, Renata, fallecida en 1979.
Tras la ceremonia nupcial, que duró más de media hora, los recién casados ofrecieron a sus setecientos invitados una cena en los salones del hotel Monte Picayo. El menú estaba compuesto por: crema de langosta, lenguado , chuleta de Ávila, tarta de moka, helado y una gran variedad de caldos y licores. Y una vez partida la tarta nupcial, la pareja bailó el clásico vals... Entre los regalos de ese día tan especial: Bárbara le regaló a su marido un reloj de oro, una cadena y una cruz; Ángel a su esposa, dos sortijas de pedida con brillantes valoradas en dos millones y medio de las antiguas pesetas.
A poco de cambiar la seda nupcial por el vestido de noche y el traje, Bárbara y Ángel acudieron al casino, donde permanecieron hasta casi las cinco de la madrugada. Y. volviendo por pasiva la sentencia popular de “afortunado en el juego, desgraciado en amores”, la suerte les volvió la espalda, perdiendo ante la mesa de la ruleta una sustanciosa cantidad de dinero. Casi sin tiempo para dormir, emprendieron el viaje de luna de miel, que les llevaría primeramente a Londres, desde donde se trasladarían a las Bermudas.
Un año después de su peculiar boda, Ángel y Bárbara tuvieron a su primer retoño, un niño, que recibió el nombre de su padre. El pequeño, dos años después, en la primavera de 1983, se convertía en hermano mayor tras la llegada al mundo de Sofía, la pequeño de los Cristo-Rey. Sin embargo, el matrimonio no llegó a celebrar su décimo aniversario y se separaba en julio de 1988, ocho años y medio después de declararse amor para siempre y trabajar juntos.
Al frente de su propio circo, desde muy joven, Ángel Cristo era la estrella de su función, domador de fieras y hombre de negocios al frente de una empresa –“la gran familia del circo”– que llegó a tener 300 trabajadores y manejar tres pistas. Lo de familia es literal: con él trabajaba su hermana, su padre, su cuñado y su esposa la trapecista Renata Tanton, otra descendiente de artistas de la carpa. De ese pintoresco grupo llegaron a formar parte nombres tan insólitos como José María Iñigo, que hacía números con los elefantes, Edmundo Arrocet , con quien ahora es relacionada Bárbara Rey, o Miguel de la Quadra Salcedo, que se trasladó a vivir al circo Ruso con su familia durante un año en el que trabajó de domador de leones.