Tras siete años juntos, Laura Escanes y Risto Mejide anunciaban, el pasado domingo, su separación. La influencer y el presentador explicaban, a través de sus redes sociales, que habían decidido emprender diferentes caminos , poniendo, así, el punto y final a su bonita historia, que comenzó no con pocas dificultades.
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La principal fue, sin duda, la diferencia de edad que existía entre ambos. Risto tenía entonces 40 años y Laura 19. Él era uno de los rostros más conocidos de la pequeña pantalla, y ella de las redes sociales. Pero demostraron al mundo que el amor no entiende de números, y que lo suyo no era una locura, sino “todo lo contrario, un ejercicio de sensatez continuo”, como nos explicaba el propio comunicador hace cinco años.
‘Locos de amor’, el 20 de mayo de 2017 unían sus destinos en una boda de la que ¡HOLA! fue testigo, y que hoy recordamos.
Un cuento de hadas 2.0
“Cuando rompí con mi ex la dejé de seguir en Instagram, era la única persona a la que seguía, por lo que los medios se hicieron eco de ello. Así que decidí seguir a las diez tías más buenas que encontré esa noche para que nadie supiera realmente con quién salía (…) Ella era la única que en su biografía tenía un enlace a sus textos, me puse a leerlos y me quedé hasta las cinco de la mañana. Antes de irme a dormir, le escribí por Twitter un simple: ‘Hola”.
Aquel saludo dio paso a mensajes a través de los que se fueron enamorando el uno del otro. Después, “nos dimos los teléfonos y el primer día nos tiramos una hora hablando. Yo estaba con mi programa El rincón y al día siguiente tenía dos o tres grabaciones. Tenía que madrugar, pero me daba igual. Cuando volví a Barcelona, le dije que volvería directo al aeropuerto a verla”.
Lo suyo desencadenó comentarios -por su diferencia de edad- que decidieron ignorar: “Si somos felices… ¡qué más da!”. A los tres meses, Risto le propuso matrimonio de una forma de lo más original: ante la mirada de un teatro entero, saltaba al escenario para declararse a su chica.
Un año después, llegaba el ‘sí, quiero’.
Un vestido de novia muy femenino y sexy
El escenario escogido por la pareja para celebrar su gran boda fue Mas Cabanyes, una preciosa masía en Argentona. En el altar, al aire libre, Risto esperaba a Laura, que acudió a su encuentro acompañada por su madre. Entonces fue cuando se desveló su secreto mejor guardado: su primer vestido de novia .
Diseñado en exclusiva por Rosa Clará, era un traje femenino y ‘sexy’, en el que se habían invertido más de 150 horas de trabajo, que combinaba un sugerente y delicado cuerpo de ‘chantilly’ francés, bordado a mano y con pronunciado escote en ‘V’ con una vaporosa falda para la que se han utilizado 75 metros de tul de seda.
La influencer completó su look con un sutil velo de más de 3 metros, realizado de tul de seda natural y acabado con una onda del mismo encaje.
Como únicas joyas, la novia llevaba su anillo de compromiso y unos pendientes muy especiales -largos, de aguamarina y topacios, del azul de sus ojos- y 14 diamantes cada uno, firmados por la propia Laura y el joyero gallego Pablo Cimadevila.
De Dulceida a Edurne: el mundo de las redes y el de la comunicación unidos
Esta boda unía dos mundos. Por un lado, los invitados del publicista y presentador -pesos pesados de la comunicación, grandes empresarios y consagradas figuras del entertainment-. Y, por el lado de Laura, llegaban los youtubers, los influencers… las grandes figuras del universo digital.
María Pombo, Dulceida, Jessica Goicoechea… junto a empresarios de la comunicación como Paolo Vasile o Antonio Asensio; leyendas del periodismo como Luis del Olmo; actrices como Mónica Cruz; presentadoras como Adriana Abenia; aristócratas como Eugenia Martínez de Irujo; cantantes, como Edurne; modelos como Vanesa Lorenzo… Risto y Laura habían congregado, en su romántico enlace, “a la gente que nos quiere”, como nos contaba la flamante novia.
Antes de darse el ‘sí, quiero’, se dedicaban unas emotivas palabras. “Me hace mucha gracia la pregunta de si quiero casarme contigo. Porque el amor nunca pregunta. El amor llega y te responde lo que ni te habrías atrevido a plantear”, le decía Risto a una emocionada Laura.
Un bosque mágico y otras sorpresas
Después del cóctel, los invitados pasaron a las antiguas caballerizas de la masía y admiraron la espectacular decoración. El techo, cubierto con una gran variedad de verdes y con cascadas de flores blancas que les transportaban a un bosque mágico. Las mesas, redondas y para diez comensales, presentaban un montaje muy romántico: manteles de hilo blanco; cubiertos, copas y sillas doradas; centros de flores con tonos rosas y pastel; libros antiguos… Y, en las mesas, los novios habían dejado un detalle singular: dos perfumes creados especialmente para esta ocasión.
Laura y Risto entraron en el salón al ritmo de I Will survivey lo recorrieron entero, bailando, hasta terminar con una teatral pose de tango.
El otro gran momento fue la tarta, que, al igual que el resto de la boda, tampoco era al uso. Se trataba de una obra de repostería, un fabuloso mural comestible o vertical cake de cinco metros de ancho por tres de alto, inspirada en Ghost in the Shell, una de las películas favoritas de los novios, por lo que representaba un samurái y una geisha… también comestibles.
‘Si me quitaba las gafas igual me casaba con otra... porque no veo nada’
Cumplido su sueño de convertirse en ‘marido y mujer’, Laura y Risto hablaban con ¡HOLA! El novio, muy emocionado, nos confesaba que no tenía ningún problema en que sus lágrimas -que nunca antes habíamos visto- ‘arruinasen’ su imagen de personaje serio, directo, a veces polémico: “Afotunadamente una cosa no está reñida con la otra. Se puede ser sensible y tener criterio y ser punzante o irónico en ocasiones”.
“Sé que sonará a tópico... pero es que yo no había vivido esto de esta manera: me desapareció el mundo entero. De repente, estábamos ella y yo”. “A mí me pasó lo mismo”, reconocía Laura, quien nos relataba que, justo al verse, se dieron dos besos: “Y yo pensé: ‘¿Dos besos? ¿Por qué dos besos?’. ‘Como el primer día...’, me dijo Risto”.
“Si no llevaba gafas, igual me casaba con otra... porque no veo nada (ríe con ganas). Era la manera de asegurarme de que me casaba con ella”, bromeaba el publicista.
Ahora, cinco años después, Laura y Risto separan sus caminos, que seguirán unidos por su pequeña Roma, la única hija que tienen en común.