El verano de 2022 ha resultado ser una época realmente especial para el torero español, Jesulín de Ubrique , y su mujer, María José Campanario. Si el pasado 7 de junio, la pareja daba la bienvenida a su tercer hijo en común, hoy, miércoles 27 de julio, celebran el veinte aniversario de su boda. En honor a sus veinte años de casados, repasamos cómo fue la boda del diestro y la odontóloga.
Había llegado el gran día. Después de quince meses de noviazgo, el 27 de julio de 2002, Jesulín de Ubrique y María José Campanario se iban a dar el ‘sí, quiero’ en la capilla de San Francisco de Paula, en la hacienda Benazuza, ubicada en la sevillana localidad de Sanlúcar la Mayor. Jesulín se preparó para la ceremonia con la ayuda de Manolo Mayán, su mozo de espadas, al que le recordó que le llevara la cadena con sus medallas. “Me han dado siempre mucha suerte y ahora quiero que también me la traigan más que nunca”. María José hizo lo propio con ayuda de su madre, Remedios Torres, y el diseñador de su vestido de novia, Antonio Ardón.
Explicaba el periodista Tico Chao en la crónica que ¡HOLA! publicó del gran día que él estaba tranquilo. Ella no tanto. Empezaban un nuevo capítulo en su vida, y eso siempre impone. Pero ahora, cuando celebran su veinte aniversario, pueden presumir de que aquella decisión fue la acertada.
Aunque la ceremonia estaba prevista para las ocho y media de la tarde, los invitados empezaron a llegar media hora antes. El primero fue Francisco Rivera Ordóñez, el único torero que acudió a la boda, y lo hizo junto a su apoderado, José Luis Segura. También asistieron los campeones de motociclismo Álex Crivillé y Sete Gibernau.
Jesulín llegó acompañado de su madre, Carmen Bazán. La madrina sorprendió con un conjunto, compuesto por vestido y chaqueta, de color fucsia. Un favorecedor diseño, obra también de Antonio Ardón, que complementó con una mantilla bordada a mano. Algo se demoró la novia, que llegó del brazo de su padre, pero la espera mereció la pena. María José, radiante, lució un vestido muy sencillo, con escote redondo y falda con silueta ‘A’ modificada, confeccionado en raso de seda natural color marfil. Los detalles más especiales fueron las mangas, con los puños decorados con encaje de chantilly, y la mantilla (en seda natural de encaje) que ya llevó su madre el día de su boda.
Tras la ceremonia, la pareja y la familia posaron para el recuerdo y hablaron con ¡HOLA! de la emoción que estaban viviendo aquel día. Jesulín explicaba que su tranquilidad previa al enlace se debía a que “estaba muy seguro de lo que iba a hacer y de con quién iba a compartir mi vida. Y eso me daba tranquilidad. Me sentí a gusto”. María José aseguraba que había sido “el día más feliz de mi vida. Sin duda alguna”. Y añadía que tenía “mucha ilusión por comenzar una nueva vida al lado de Jesús y con mucha esperanza de que sea para siempre. Siento una gran alegría por formar una familia, la ilusión de vivir con una persona, algo que, para mi, era impensable antes de conocer a Jesús”.