Ayer Donald Trump daba a conocer la triste noticia del fallecimiento de la que fuera su primera esposa, Ivana Trump. Modelo, empresaria, esquiadora... la exmujer del expresidente de Estados Unidos tuvo una vida de película, y se casó en cuatro ocasiones. Su último esposo fu e Rossano Rubicondi, un actor, bailarín y modelo italiano que falleció el pasado mes de noviembre a los 49 años, tal y como anunció el viernes 28 de octubre la presentadora Simona Ventura. La causa, aunque no se ha confirmado, habría sido el cáncer de piel contra el que Rossano llevaba luchando desde hace más de un año.
Para ti que te gusta
Este contenido es exclusivo para la comunidad de lectores de ¡HOLA!
Para disfrutar de 8 contenidos gratis cada mes debes navegar registrado.
Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.TIENES ACCESO A 8 CONTENIDOS DE
Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.
Ivana mantuvo siempre una bonita relación de amistad con el que fuera su cuarto marido, a pesar de llevar divorciados desde enero de 2011 . De hecho, la última vez que se les vio juntos fue el pasado mes de agosto, paseando por Nueva York.
500 invitados, ‘jets’ privados y limusinas
Aunque el suyo fue un matrimonio breve —se casaron en abril de 2008 y menos de un año después ya estaban separados—, la boda de Ivana y Rossano fue de las que hacen historia y ¡HOLA! estuvo allí. Tres días de fiesta, 500 invitados llegados de todos los rincones del mundo en jets privados y limusinas, tres vestidos, una orquesta parisina, una tarta con oro comestible de más de tres metros y medio de alto… Ivana tiró la casa por la ventana, concretamente, dos millones de euros, para su boda de ensueño.
La ex esquiadora olímpica, modelo y destacada mujer de negocios tenía 59 años cuando le dio el ‘sí, quiero’ a Rubicondi, de 36, en una lujosa celebración que tuvo lugar en Mar-a-Lago, la enorme propiedad en Palm Beach (Florida) de su ex marido, Donald Trump. La histórica mansión que el multimillonario convirtió en uno de los clubes más exclusivos del mundo en 1995, fue el hogar de Ivana durante años, y el ex presidente de Estados Unidos, con quien seguía manteniendo una relación amistosa, estuvo de acuerdo en que fuera el escenario de la boda.
Con su ex marido presente
De hecho, Donald, que entonces era propietario de Miss Universo, llegó a tiempo para la ceremonia directamente desde Las Vegas, donde había presidido el concurso de Miss Estados Unidos de ese año. Sin duda, la boda puso de manifiesto la unión del clan Trump. La novia recorrió el pasillo del brazo de sus dos hijos varones, Donald Jr. y Eric, mientras que su hija Ivanka —que en esos años tenía su propia línea de joyas y había diseñado el anillo de compromiso de su madre— actuó como dama de honor. “Y en un toque final de familia, oficiando la ceremonia junto a la piscina, estaba la ex cuñada de Ivana, la jueza Maryanne Trump Barry. No es de sorprender, por tanto,que Ivana mantenga su famoso apellido”, señalaba la crónica de ¡HOLA!
Además de su hija, la novia tuvo otras 24 damas de honor vestidas en tonos pastel, salvo rosa y amarillo, colores reservados para Ivana e Ivanka, todas viejas amigas de diferentes épocas de la vida de Ivana, entre ellas la condesa Marta Marzotto, Denise Rich y Eva O’Neill, la actual suegra de la princesa Magdalena de Suecia. Las damas iban escoltadas por sus acompañantes, vestidos con esmoquin blanco, el color exigido en el dress code masculino, que Donald Trump, con traje negro, ignoró.
Para la ceremonia, celebrada junto a la piscina, la novia eligió un vestido largo de seda rosa, bordada con cristales Swarovski, de Zuhair Murad. Del mismo color era el traje que llevó en la fiesta de la noche anterior. Tras recorrer el pasillo al son de la canción Unchained Melody, interpretada por Il Divo, se reunió con Rossano (que había caminado hacia el altar acompañado por los acordes del tema original de la película Rocky) bajo un arco de más de cuatro metros y medio de alto, engalanado con orquídeas y rosas.
Crepes de langosta y lubinas chilenas
La celebración posterior se llevó a cabo en el impresionante salón de baile, decorado con miles de rosas, Ivana cambió su vestido nupcial por un traje también de color rosa, pero más intenso, del mismo diseñador. Los invitados degustaron un menú compuesto por cangrejo, crepes de langosta, costillar de cordero y lubinas chilenas, así como la tradicional tarta nupcial, de chocolate y oro comestible, que voló desde Alemania.
Tras abrir el baile a ritmo de tango, los recién casados dieron por inaugurada la pista después de que el polifacético Rossano cantara algunas canciones. Tras el enlace, y en lugar de marcharse directamente de luna de miel, los recién casados permanecieron en Palm Beach, donde se ocuparon en distribuir lo que quedaba de su tarta de boda de 273 kilos en un hospital local, junto con las 10.000 rosas que decoraban los diferentes escenarios del enlace.
El acuerdo prenupcial
Pero “no todo fue vino y rosas”. Según la crónica de nuestra revista, la boda de Ivana y Rossano estuvo precedida de intensos rumores de crisis: “Durante las últimas semanas, muchos fueron los que se hicieron eco de las frecuentes e intensas discusiones entre los novios, algo más que simples nervios por el importante acontecimiento, decían, e incluso los periódicos recogieron cómo la Policía tuvo que acudir a casa de Ivana tras una fuerte discusión. Se habló también de que el novio no quería firmar el acuerdo prenupcial y su ausencia en dos eventos previos al enlace fue tomada como síntoma de crisis, e incluso de una posible cancelación de la boda”. Rossano, sin embargo, afirmó que “no había problemas” con el contrato prematrimonial y que sencillamente estaba “exhausto” con los preparativos y no tenía fuerzas para acudir a fiestas antes de su gran día. Lo cierto es que en la víspera del enlace la apasionada pareja apareció feliz y sonriente en la cena con la que agasajaron a sus invitados.
En la entrevista que concedieron a ¡HOLA!, Rossano confesó: “Jamás soñé que tendría una boda como ésta”. Por su parte, Ivana, declaró en clara alusión a los 23 años de diferencia con el novio: “Soy muy joven de corazón, estoy en buena forma, me cuido mucho y mi mente está ocupada, así que no tengo ninguna presión para parecer y mantenerme joven”. Asimismo, la madre de Ivanka Trump admitió que de Rossano le enamoró “su calidez, su pasión por la vida, su amor por los deportes..., ¡todo! Los hombres italianos son románticos, y eso es atractivo”.