Hace ahora justo veinticinco años los barones Thsyssen recibieron a ¡Hola! en su espectacular mansión de Jamaica. Situada en la parte este de la isla , cerca de Port Antonio, a unos 130 km de Kingston, la capital, en un pequeña península con forma de cabeza de cocodrilo. De ahí el nombre de la casa ‘Alligator Head’, conocida, sin embargo, entre los lugareños como ‘La casa de los fantasmas’.
Para ti que te gusta
Lee 8 contenidos al mes solo con registrarte
Navega de forma ilimitada con nuestra oferta
1 año por 49€ 9,80€
Este contenido es solo para suscriptores.
CelebramosSuscríbete 1 año por 49€ 9,80€
Este contenido es solo para suscriptores.
CelebramosSuscríbete 1 año por 49€ 9,80€
TIENES ACCESO A 8 CONTENIDOS DE
Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.
“Heni compró este lugar casi a la fuerza”, nos contaba Tita entonces. “Resulta que al lado hay un islote del que se había encaprichado su tercera esposa, Nina Dyer, que después se casaría con Saddrudin Aga Khan. Quiso comprarlo y le dijeron que tendría que adquirir también la pequeña península ‘Alligator Head’. El islote le costó seis mil libras, la península el doble.
En torno a la casa principal, de estilo colonial y una antigüedad de unos doscientos años, el barón construyó una casa en la que comenzó a vivir y que en el momento en que nos la mostraba se había convertido en la casa de invitados. “Cuando conocí a Heni nos vimos aquí y le dije que donde teníamos que vivir era en la mansión principal, que estaba totalmente abandonada. Fue entonces cuando decidí reconstruirla y decorarla a mi manera. Cuando, pasado un tiempo, regresamos a Jamaica, me extrañó que, aunque la casa estaba lista para ser habitada, nos hubieran preparado de nuevo la casa de invitados.
Dije que yo quería instalarme en la mansión principal, y fue entonces cuando Zedi, nuestro mayordomo en la isla, me dijo que eso era imposible, porque en la casa había fantasmas y que sólo después de llevar a cabo un conjuro, según costumbre jamaicana, podríamos vivir en ella. Por respeto a sus ideas, acepté. Me pidió dos gallinas de plumas totalmente blancas, realizó un secreto ritual con otras personas de la isla y al día siguiente nos dijo que los fantasmas ya se habían ido. No es que yo crea en estas cosas, pero sí que sé respetarlas, aunque solo sea por tener la fiesta en paz. Fue después de esto cuando nos establecimos en la ‘Main House’ nos contaba Carmen, que posaba espectacular en bikini.
Junto a ‘Más Mañanas’, la propiedad de San Feliú, esta mansión era la preferida del barón Thyssen para descansar. En el momento de recibir a ¡HOLA! se encontraba inmerso en el pleito con su hijo George. “Estaría dispuesto a perdonarlo, pero antes debe devolverme el dinero del que se apropió tras ponerle al frente de mis empresas” revelaba. “Borja, con quien llevo viviendo más que con ninguno de mis otros hijos, es preferido, mi hijo favorito” añadía.
“Los problemas estallaron cuando decidimos llevar la colección a España. Fueron siete años de luchas continuas, de reuniones de abogados…Y para que todo llegara a buen puerto -como llegó- me vi obligada a renunciar a muchas cosas para mí y para mi hijo, Borja” señalaba Tita. “Si alguno de los hijos de Heini pudiera pensar que tengo a su padre como secuestrado, se equivoca. Yo quiero a Heini, vivo para él y puedo decir que solo me tiene a mí. Hace mucho que ni lo llaman para saber de su salud”. “Pero hay una cosa muy clara. Somos felices, muy felices. Y a la vez somos dos apasionados de la pintura. A esto hay que añadir que ninguno de los otros matrimonios de Heini duró tanto como el nuestro. La pena ha sido -y esto me lo repite mucho Heini- que no nos hayamos conocido muchos años antes”.
En su estudio de la casa de invitados la baronesa Thyssen pasaba horas pintando. Con motivo de la exposición de la Casa ¡HOLA! por nuestro setenta y cinco aniversario, en septiembre de 2019, Tita nos prestó su primer cuadro ‘Alligator’, pintado en Jamaica, y que hoy cuelga en las paredes de su casa de la Moraleja, de Madrid.