Este 14 de mayo se cumplen 60 años de la boda que unió los destinos de dos jóvenes y apuestos príncipes, don Juan Carlos y doña Sofía . Él era un príncipe de España sin trono, ella la hija mayor de los Reyes de Grecia. Y el suyo fue un ‘sí, quiero’ por amor que congregó a las principales monarquías europeas en Atenas.
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La catedral de la Asunción de Santa María de la ciudadsirvió de escenario al esperado enlace de dos novios reales que, trece años más tarde, se convertirían en el rey Juan Carlos I de España y la reina Sofía.
La gran cita que congregó a la monarquía europea
Aunque habían coincidido en varias ocasiones, don Juan Carlos y doña Sofía no repararon el uno en el otro hasta la boda de los duques de Kent, en 1961. El destino, o más bien el protocolo, les unió, y en septiembre de aquel mismo año, don Juan Carlos le pidió matrimonio de una forma muy peculiar: lanzándole una cajita que tenía un anillo dentro.
Las circunstancias que rodeaban a la joven pareja no eran, precisamente, ideales. Por aquel entonces, el futuro el príncipe Juan Carlos en el trono de España era un tanto incierto; y a eso se sumaban dificultades económicas. De hecho, su abuela, la reina Victoria Eugenia, tuvo que subastar una de sus piezas más preciadas, un collar de esmeraldas que había pertenecido a la emperatriz Eugenia de Montijo, y con lo obtenido, ayudó a pagar parte de la boda, celebrada en Grecia.
Su enlace fue todo un acontecimiento social. Los felices novios dieron la bienvenida a algunos de sus invitados en el aeropuerto de Atenas. Los reyes, príncipes y miembros de las grandes familias aristocráticas europeas llegaron casi al mismo tiempo. En las imágenes que publicó ¡HOLA! se puede observar la llegada del rey Olaf de Noruega; los Condes de Barcelona (padres de don Juan Carlos); los reyes Humberto y María José de Italia con sus hijos; la princesa Grace de Mónaco; la duquesa Marina de Kent y sus hijos; el príncipe Miguel de Kent y la princesa Alejandra; Juan de Luxemburgo y su esposa, la princesa Josefina Carlota de Bélgica; y la reina madre de Yugoslavia. También hubo, por supuesto, representación española (no sólo de la mano de las hermanas de don Juan Carlos, las infantas Margarita y Cristina), sino de la Duquesa de Alba, que tampoco se perdió la cita.
De la ‘fiesta de juventud’ a los bailes de gala: todos los ‘saraos’ que precedieron a la gran boda griega
La ocasión lo merecía. El ‘sí, quiero’ de don Juan Carlos y doña Sofía suponía la unión de dos importantes Casas Reales del continente europeo: la española y la griega. Así que las celebraciones previas llenaron a la capital ateniense de color, pero no siempre con la pompa propia de la corte.
La noche del jueves 10 de mayo, cuatro días antes del enlace, se organizó una ‘fiesta de juventud’ en un gran hotel del centro de la capital. Un baile exclusivo para jóvenes y que, como contó ¡HOLA!, había sido preparado con el máximo detalle. “Los salones destinados a aquella fiesta se habían decorado con gusto exquisito, a base de motivos típicos y el protocolo menos rígido que es imperante en bailes de la corte”.
Al día siguiente, los invitados que ya habían llegado a suelo heleno pudieron asistir a un almuerzo en un restaurante cerca de Atenas, donde degustaron un menú típicamente griego. Por la noche, les deparaba un primer baile en palacio. “El sarao en cuestión fue deslumbrante, rivalizando en lujo y buen gusto con las toilettes de las damas”. Aunque no cabe duda de quiénes eran los grandes protagonistas de la fiesta (que duró hasta la medianoche), hubo dos personas que, con permiso de los novios, también acapararon alguna que otra mirada. “Después (una vez finalizado el evento) se comentaba que la princesa Ana María de Dinamarca había sido constante pareja del príncipe heredero de Grecia (Constantino, hermano de doña Sofía)”. Dos años más tarde, en 1964, aquellos dos jóvenes contrajeron matrimonio, y se convirtieron en los últimos monarcas del país.
Tal y como muestran las instantáneas que ¡HOLA! ofreció en exclusiva, al segundo gran baile, el que se celebró el 12 de mayo, se sumaron, además de la realeza, la élite empresarial griega, representada por Stavros Niarchos . Se puede observar, también, algunos momentos de la velada, como el baile de doña Sofía y su hermano, el príncipe heredero Constantino, bailando las danzas típicas de su país.
El mismo día de la boda, por la mañana, los contrayentes atendieron una recepción en los jardines de palacio, y después, hicieron una visita a la sede central de la prensa extranjera en el Palacio de Zapeione, donde les esperaban enviados especiales y fotógrafos llegados de todas partes de Europa y América.
La emoción del pueblo heleno ante la boda de su ‘más querida princesa’
Atenas amaneció con aire de fiesta. A las ocho de la mañana, una salva de cinco cañonazos anunció el “solemne enlace matrimonial de Su Alteza Real el infante don Juan Carlos, príncipe de Asturias”, pero “era el rumor expectante de la multitud”, agolpada ante la iglesia de San Dionisio, la que de verdad anunció la llegada de los personajes importantes, como bien rezaba la crónica realizada por José María Bayona desde la ciudad para ¡HOLA!.
“Precedido por un oficial de seis clarines a caballo, llega el primer coche oficial, en el que vienen la reina Federica y el conde de Barcelona. Les escolta un oficial a caballo, llevando el estandarte de la reina. En el segundo coche real viaja la condesa de Barcelona y el príncipe Juan Carlos, seguidos de un oficial y seis jinetes”. Don Juan Carlos es recibido entre vítores y aplausos; y, tras él, aparece la princesa Sofía junto a su padre, el rey Pablo, escoltados a caballo por el ayudante de campo del monarca y el príncipe Constantino. Entonces “el entusiasmo del público se desborda, ahí está su más querida princesa. ‘¡Amaxa, amaxa!’ se oye. Los españoles aplauden”. Y la joven entra en el templo, adornado con miles de claveles rojos y amarillos, para dar el primer ‘sí, quiero’, en una ceremonia católica, a su prometido.
El vestido de la novia, ‘un sueño de encaje’
“La Princesa está verdaderamente encantadora. Yo diría que está diferente”, aseguraba José María Bayona. Para el podía deberse al peinado (obra de Elisabeth Arden) y la espectacular diadema de diamantes, la tiara prusiana , una joya que perteneció a su abuela, la princesa Victoria Luisa de Prusia, y que la reina Letizia luciría en su boda con Felipe VI más de cuatro décadas después. Aquella pieza única sirvió para sostener el velo, realizado en tul, que le regaló su madre, y que sus ocho damas de honor (entre las que se encontraba su hermana, la princesa Irene) le ayudaron a llevar en su entrada a la iglesia de San Dionisio.
Su vestido nupcial, “un sueño de encaje”, como lo bautizó la reina Federica tras la boda, fue una creación de Jean Dessés. Un modelo de lamé guarnecido de tul incrustado de encaje antiguo, con manto de corte en lamé real con tul bordado en encaje. Los zapatos estaban recubiertos del mismo encaje.
Don Juan Carlos, por su parte, visitó uniforme de gran gala de teniente del Ejército de Tierra, y el gran collar de la Orden del Toisón de Oro , la más alta distinción de la Corona Española (que la princesa Leonor recibió, de manos de su padre, hace dos años).
Los tres ‘sí, quiero’ de don Juan Carlos y doña Sofía
Don Juan Carlos y doña Sofía dieron el ‘sí, quiero’ tres veces. La primera, en una ceremonia religiosa en la iglesia de San Dionisio; la segunda, por el rito ortodoxo, en la catedral de Santa Asunción; y la tercera, por lo civil.
Tras esta boda para la historia, los príncipes decidieron instalarse en nuestro país. El 22 de noviembre de 1975, don Juan Carlos de Borbón y Borbón sería proclamado Rey de España.