Tras dos años de parón obligatorio, la Feria ha vuelto a Sevilla en todo su esplendor . Entre los numerosos visitantes que no han querido faltar a esta cita se encuentra Victoria de Marichalar, que ha acudido en compañía de su padre y de algunos de sus mejores amigos.
Convertida en el rostro de moda, la hija de la Infanta Elena fascina en cada una de sus apariciones en público, por su estilo y —a pesar de su timidez— naturalidad. La sobrina de Felipe VI no duda en compartir con sus seguidores sus estilismos y en lo que va de Feria, ha lucido varios vestidos de gitana, looks de inspiración flamenca y un espectacular atuendo de amazona —chaquetilla negra con adornos de azabache y un sombrero calañés—, con el que paseó a caballo por el Real.
Aficionada a las tradiciones del Sur y a la Fiesta Nacional, como su abuelo, el rey don Juan Carlos y su madre, Victoria podría ser la más flamenca de los Borbones. Pero antes que ella, su abuela, doña Sofía, revolucionó la Feria de Abril vestida de gitana.
Fue en el año 1968, tres meses después del nacimiento del hoy Rey de España, cuando los entonces príncipes don Juan Carlos y doña Sofía, decidieron trasladarse a Sevilla para disfrutar de la Feria. Siguieron los pasos de los Reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia, la Reina que fue amazona en el Real, y se instalaron en el hotel Alfonso XIII.
Pasearon por el Real en coche de caballos, visitaron las casetas del Círculo Mercantil y del Centro Cultural de los Ejércitos... Así se lo contó doña Sofía a ¡HOLA!: “Nosotros hubiéramos querido pasar más inadvertidos, que el viaje hubiera sido más privado, pero no ha sido posible. Desde que llegamos, todo fueron atenciones. Al día y a la noche le faltaban horas para corresponder tanta invitación; no hemos tenido ni un solo minuto libre”.
En la entrevista que concedió hace más de cincuenta años a nuestra revista, develaba: “Lo que he visto y vivido no tiene comparación con nada en el mundo. Como muy bien dicen, la Feria de Sevilla es única y los días que mi marido y yo hemos vivido, aunque hubiéramos querido que el viaje hubiera sido más privado, serán siempre, por mucho tiempo que pase, maravillosos. Venimos encantados”.
Doña Sofía también relató a ¡HOLA! la historia de su traje de flamenca. “Todo empezó la víspera de emprender el viaje. Me pidieron las medidas necesarias para confeccionarme un traje de gitana. Y también di algunas instrucciones de cómo quería el traje: sencillo, clásico, popular, el traje normal que visten las mujeres sevillanas para esta ocasión”.
La entonces princesa escogió que su traje fuera “blanco de percal, con lunares rojos”. Pero en el taller de Lina, donde fue confeccionado, “con su mejor intención, habían elegido el color turquesa —sin duda para que hiciera juego con el color de mis ojos— para el mantoncillo. Pero yo lo prefería de color rojo, como los lunares y la tira bordada de los volantes…. Y para completar el atuendo, elegí unos zapatos de salón de color blanco y pendientes de lentejuelas de plástico… La verdad es que no estaba muy decidida a ponerme el traje, pero el ambiente de la Feria y de los sevillanos me ganaron. De repente me sentí una sevillana más. Sobre todo, cuando me vi con el traje de volantes y mi flor roja sobre la cabeza, que me hizo mucha ilusión”.
Doña Sofía relató también que “jamás me he sentido más halagada y feliz que entre aquella multitud que me aplaudía y piropeaba. En muy pocas ocasiones había tenido la oportunidad de experimentar sobre mi propia persona toda la gracia y el encanto del famoso piropo español. Me sentía feliz, muy feliz”.