boda de margarita de luxemburgo© Hola

Se cumplen 40 años de la boda de Margarita de Luxemburgo y Nicolas de Liechtenstein: así lo contó ¡HOLA!

Recordamos el ‘sí, quiero’ que unió a dos pequeños países de Europa. En unas semanas será su hijo Josef-Emanuel quien pase por el altar


20 de marzo de 2022 - 12:33 CET

La suya fue la tercera boda que Luxemburgo vivía en un año, pero no por ello el Gran Ducado la vivió con menos ilusión. Este 20 de marzo se cumplen cuarenta años del ‘sí, quiero’ de  Margarita de Luxemburgo  y Nicolás de Liechtenstein. Un ‘sí, quiero’ que unió, ‘por amor’, a dos pequeños países europeos y dos Casas Reales en 1982.

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Ahora, cuatro décadas más tarde, los príncipes se preparan para otro enlace. Tras el paso por el altar de Astrid y Anunciata (el pasado mes de septiembre, con sólo tres meses de diferencia), ha llegado el turno de  su hijo Josef-Emanuel , que se casará con su prometida María Claudia Echevarría la próxima semana, el 25 de marzo, en Cartagena de Indias (Colombia). Un nuevo motivo de celebración para Margarita de Luxemburgo y Nicolás de Liechtenstein cinco días después de conmemorar su aniversario.

Recordamos esta boda real de la que ¡HOLA! fue testigo de excepción, y que contó con la asistencia no sólo de los entonces Grandes Duques de Luxemburgo, entonces herederos (Enrique de Luxemburgo es hermano de la novia), sino con la de la reina Sofía y unas jóvenes Infantas: Elena y Cristina.

Boda de Margarita de Luxemburgo© Hola

La tercera boda real para Luxemburgo en un año

“Primero fue el príncipe Enrique, que por ser el heredero tuvo que casarse en el Gran Ducado. Esta boda tuvo lugar el 17 de febrero de 1981. Menos de un año más tarde, el 6 de febrero de 1982, la marcha nupcial de Mendelssohn volvía a sonar en la catedral Nôtre Dame de Luxemburgo con motivo de la boda de la princesa María Astrid con el archiduque Christian de Habsburgo. Cuarenta y dos días más tarde no habían transcurrido cuando banderas, flores y tribunas eran de nuevo colocadas -estas últimas no habían sido ni siquiera retiradas-para la boda del tercer hijo de los grandes duques Juan y Josefina Carlota, que decidía casarse también este año: la princesa Margaretha con el príncipe Nicolás de Liechtenstein”.

Ella tenía 24 años, él 34. Ella era la cuarta hija de los grandes duques de Luxemburgo (nació el 15 de mayo de 1957 en el castillo de Betzforf), tenía un hermano gemelo, el príncipe Juan, y era hermana, también, del heredero al trono, el príncipe Enrique. Él era el tercer hijo del príncipe Francisco José II, soberano de Liechtenstein de 1938 a 1989, y la princesa Gina (nació en Zurich el 24 de octubre de 1947). Y juntos formaban una pareja de deslumbrantes príncipes europeos.

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Del flamante acompañante de la infanta Elena al pequeño percance de la infanta Cristina

La boda reunió a numerosos miembros de la realeza europea, unidos por lazos familiares o de amistad con los dos soberanos. Entre ellos, la reina Sofía, “que, al igual que en la boda de la princesa María Astrid, se hizo acompañar por sus hijas, las infantas Elena y Cristina, de dieciocho y dieciséis años, respectivamente. De nuevo, las jovencísimas princesas españolas fueron objeto no sólo de la atención de la prensa internacional destacada en el Gran Ducado, sino también, como es de suponer por los príncipes solteros asistentes en la boda, entre ellos los dos hermanos de la novia, príncipes Juan y Guillermo, y del príncipe Felipe de Bélgica, heredero del rey Balduino, que fue designado  como caballero acompañante de la infanta Elena ”. En la anterior boda, la de la princesa María Astrid, tuvo como acompañante el príncipe Andrés de Inglaterra que, como explicaba ¡HOLA!, no había podido acudir en esta ocasión por encontrarse en un viaje de prácticas.

También contaba la crónica que la infanta Cristina había sufrido una caída sin consecuencias antes de salir para la Iglesia: “a ella se la disputaron los príncipes Juan y Guillermo, hijos solteros de los soberanos luxemburgueses”. Su prima, la princesa Alexia, hija de los reyes Constantino y Ana María de Grecia, era acompañada por el príncipe Laurent de Bélgica.

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Un desfile de la alta costura francesa

La boda se convirtió en todo un desfile de lo mejor de la alta costura francesa. Si en la fiesta que los novios dieron antes del enlace las invitadas lucieron modelos de Dior (de la gran duquesa), en el enlace hubo una firma ganadora: Balmain. Siguiendo la estela de su cuñada, María Teresa de Luxemburgo, Margarita confió en la casa francesa el diseño de su vestido de novia. El traje, realizado en satén, era de una gran sencillez y sobriedad. Lo que más destacaba, según nuestro cronista, eran “unos volantes en el cuello y en la terminación de las mangas y una falda muy fruncida”.

También hubo lugar para la tradición. El largo velo pertenecía a la familia, así como la diadema que lo sostenía: “una media corona de florecillas remataban el peinado que Alexandre había realizado para la ocasión”.

La princesa María Astrid, hermana de la novia, y María Teresa apostaron, asimismo por Balmain de nuevo.

Su madre, la gran duquesa, esta vez, se decantó por un modelo de Givenchy en satén de seda roja con brocado de oro bordado a mano.

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‘Las ausencias’

A pesar de las inclemencias del tiempo, “los príncipes Margarita y Nicolás se casaron según lo previsto, ante sus padres, los grandes duques Juan y Josefina Carlota, y los príncipes soberanos Francisco José II y Gina de Liechtenstein; su abuela, la gran duquesa Carlota; los hermanos de ambos, el gran duque y la gran duquesa heredera, los archiduques Christian y María Astrid, los príncipes Juan y Guillermo de Luxemburgo; los príncipes herederos de Liechtenstein, los príncipes Philippe, Nora y Wenzel de Liechtenstein; sus tíos, los reyes de Bélgica Fabiola y Balduino”.

Sin embargo, también fue una boda marcada por las ausencias. “El gran ausente volvió a ser, como en las anteriores bodas, e labuel omaterno de la novia. El exsoberano Leopoldo de Bélgica, padre de la gran duquesa Josefina Carlota, y que, desde un tiempo a esta parte, él y su familia han sido excluidos de todo acontecimiento, tanto de la Corte belga, de la que su hijo es soberano, como la de la luxemburguesa, de la que su hija es soberana”. Asimismo, el enviado especial remarcaba, por último, que Rainiero de Mónaco tampoco había asistido finalmente.

Ahora, la boda de su hijo Josef-Emmanuel promete reunir, al menos, tres casas reales, puesto que no sólo es hijo de un príncipe de Liechtenstein y una princesa de Luxemburgo, sino que, también es sobrino del Gran Duque de Luxemburgo y del Príncipe Soberano de Liechtenstein, y primo de los reyes de los belgas.


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