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20 años de la muerte de la princesa Margarita

Recordamos el día que la hermana de la reina de Inglaterra revolucionó Marbella

Pitita Ridruejo ejerció como perfecta anfitriona de la princesa, que viajó a la Costa del Sol en compañía de Roddy Llewellyn


17 de febrero de 2022 - 17:00 CET

Tres días después de la celebración del 70º aniversario de la coronación de Isabel II, el pasado 9 de febrero, un recuerdo amargo vino a la memoria de los británicos: el fallecimiento de la querida hermana de la Reina,  la princesa Margarita .

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Series como  The Crown  han conseguido traer al presente la historia de esa princesa rebelde que nos dejó hace ya dos décadas. Una mujer avanzada a su tiempo y protagonista de una vida extraordinaria. Amante de la moda y de las artes (desde la música al ballet), la hija pequeña del rey Jorge VI causó fascinación allá por donde fue.

© GettyImages

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La princesa Margarita fue la única hermana de la reina Isabel II.

Aunque fue la primera royal que nos descubrió el paraíso de Mustique -y convirtió a la isla en su refugio por excelencia-, la elegante princesa también encontró en nuestro país un lugar donde disfrutar y desconectar. Siguiendo la estela de la jet set, y, sobre todo,  la de su amiga Pitita Ridruejo , Margarita de Inglaterra cayó rendida a los encantos de Marbella. Fue en el verano de 1979, y ¡HOLA! fue testigo de la pequeña ‘revolución’ que su estancia provocó en la Costa del Sol.

Las polémicas fotografías que hicieron temblar a Buckingham y acabaron con su matrimonio

Tras su fracasado (y muy sonado) romance ‘prohibido’ con Peter Towsend (un hombre divorciado), la princesa encontró de nuevo el amor en los brazos del fotógrafo  Anthony Armstrong-Jones , y juntos formaron uno de los matrimonios más glamourosos de su época. Sin embargo, más allá de los flashes, podía verse que Margarita y Anthony eran dos personalidades muy independientes.

Él no deseaba seguir a su esposa a cada paso, y ella tampoco se acostumbraba a ajustar su vida a la de su marido. Su relación de pareja se resquebrajaba y aquello había dejado de ser un secreto.

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El seis de mayo de 1960, la princesa Margarita dio el ‘sí, quiero’ al fotógrafo Anthony Armstrong-Jones, quien recibió el título de Conde de Snowdon tras su boda con la hermana de Isabel II. A la derecha, el matrimonio en Mustique, la isla que se convertiría en el refugio de Margarita.

En 1973, cuando todavía estaba casada con Lord Snowdon, se cruzó en su camino Roddy Llewellyn. Un paisajista 17 años menor que ella (entonces él tenía 26 años y ella 43), al que conoció en casa de su buena amiga y confidente Lady Anne Gleconner, esposa de Colin Tennant, el visionario aristócrata que vio el potencial de Mustique como destino paradisíaco y compró la isla por 45000 libras en 1958.

Tres años más tarde, en 1976,  News of the World  reveló, en exclusiva, unas fotografías que hicieron temblar a la Casa Real británica. En ellas aparecía la princesa Margarita compartiendo algo más que un baño con Roddy en la isla caribeña, donde ella tenía una casa ‘Les Jolies Eaux’.

Aquellas imágenes acabaron con su matrimonio. En 1978, la hermana de la Reina de Inglaterra se divorció de su marido y continuó su relación con Roddy. Las fotografías no hicieron sino acrecentar el interés por la Condesa de Snowdon y su atractivo acompañante.

© GettyImages

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Tras la publicación de las polémicas imágenes de la princesa junto a Roddy Llewellyn, Margarita se divorció de su marido, pero siguió su relación con su joven acompañante.

Pitita Ridruejo, la perfecta anfitriona española

Entre las múltiples amistades de la princesa Margarita, destacaba una con acento español, Pitita Ridruejo. La gran dama de la sociedad española “quería mucho a la princesa”, como ella misma explicó.

Pitita estaba casada con el diplomático Mike Stilianopulos, que en 1979 ejercía como embajador de Filipinas en Londres, y al matrimonio le unía una gran amistad con la hermana de Isabel II, por lo que no dudaron en invitarla a pasar algunos veranos en nuestro país.

Pitita y Mike ofrecieron asilo a la princesa en la villa ‘La Tagala’, la propiedad que poseían en Marbella, entonces destino dorado de la jet set.

© GTres

Pitita Ridruejo y su marido, el diplomático Mike Stilianopulos, que entonces era embajador de Filipinas en Londres, invitaron a la princesa Margarita a su casa marbellí.

Pero Margarita no estaba dispuesta a llamar más la atención de la prensa, así que intentó cuidar cada detalle de su viaje para pasar desapercibida. Ejemplo de ello fue su intento de ocultar la identidad de Roddy, quien aterrizó, un día antes que ella, el 7 de agosto de 1979, en nuestro país con el nombre de ‘Mr. Petersen’. 

Pese a que “la idea y el deseo de la princesa desde el mismo momento que llegó a Marbella era de no dejarse ver por nadie, de no salir de casa y de no poner un pie ni en la playa”, no pudieron evitar que los reporteros españoles y extranjeros rodearan la casa de Pitita Ridruejo, a la ‘caza’ de la esperada foto de la princesa británica.

“Se sabía espiada por los teleobjetivos de los reporteros que montaban guardia día y noche, pero no parecía perturbarle excesivamente. Ella, que fue esposa de un gran fotógrafo, comprendía. Pero no estaba dispuesta a hacer concesiones a su intimidad”, contaba la crónica de ¡HOLA!

© Hola

A ritmo de flamenco

El encierro terminó el día 14 de agosto. La princesa y Roddy cenaban con el matrimonio Stilianopulos en el porche de la casa y a la luz de las velas, cuando Margarita sugirió a Pitita la posibilidad de asistir a un tablao flamenco. 

“Realmente el matrimonio Stilianopulos, mucho tiempo ausente de España, no sabía dónde llevar a la princesa y a Roddy. Tuvieron que llamar a la recepción de la urbanización ‘Los Monteros’ para que les recomendaran un ‘tablao’: el de Ana María, en Marbella”.

A las once y media de la noche, dos coches abandonaban la villa ‘La Tagala’. En el primero viajaban Pitita, Mike y Margarita. En el segundo, Roddy junto al agente de Scotland Yard, Mr. John, encargado de velar por la seguridad de la princesa, y un agente filipino.

© Archivo ¡HOLA!

El grupo llegó al lugar unos quince minutos antes de lo previsto. Eran las doce menos cuarto y el espectáculo no comenzaba hasta las doce en punto, así que decidieron entrar en el restaurante La Fonda. En un rincón muy discreto y sin que nadie advirtiera su presencia, se tomaron una copa, a la espera de volver al tablao.

Cuando llegó la hora, “la princesa y sus acompañantes entraban en el tablao. Para despistar, Pitita tomó asiento entre Margarita y Roddy. La princesa pidió un whisky, y su novio un vino tinto. Y comenzó el espectáculo a cargo de Ana María y su grupo, que bailaron rumbas, bulerías, soleares, fandangos y alegrías”.

Los reporteros no tardaron mucho en llegar. “La escolta quiso prohibir el trabajo de los fotógrafos y se originó un pequeño escándalo. Ante el cariz que podía tomar la situación, Pitita apuntó a la princesa la posibilidad de marcharse. Margarita, que lo estaba pasando muy bien y a la que el incidente no parecía contrariar excesivamente, prefirió quedarse y seguir disfrutando del espectáculo flamenco hasta bien pasada la una de la madrugada, en que abandonó el local con sus amigos para regresar, feliz y contenta, a su refugio ‘La Tagala”.

El 19 de agosto la princesa puso fin a sus vacaciones en Marbella. “Estamos seguros de que guardará tan grato recuerdo como nosotros de su romántica visita, que posiblemente habrá servido para consolidar aún más y de una forma pública sus relaciones amorosas con el joven Roddy Llewellyn”, aseguraba ¡HOLA!

© Archivo ¡HOLA!

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La princesa y el joven paisajista estuvieron ocho años juntos. Roddy después contrajo matrimonio con Tatiana Soskin, la que había sido esposa del productor de cine Paul Soskin, con quien tuvo tres hijas, Alexandra, Natasha y Rosie.

Según aseguró recientemente el Daily Mail, en el 20º aniversario de la muerte de la princesa, Isabel II quiso tener un gesto con el hombre que había hecho tan feliz a su hermana. Le permitió visitar su tumba, ubicada en la capilla de San Jorge en Windsor. Allí descansan, junto a los de sus padres, los restos de la princesa de alma bohemia. Nadie supo ponerse el mundo por montera como lo hizo ella.