El mismo año que los Beatles revolucionaban Nueva York con sus canciones y Jaime de Mora y Aragón se estrenaba como actor teatral en la obra Las personas decentes me asustan, una desconocida joven de dieciocho años, María José Ulla, se proclamaba Miss España 1964. En aquella época elegir a la mujer más bella de nuestro país suponía todo un acontecimiento; y la afortunada que lograba alzarse con tan preciado título acaparaba, de la noche a la mañana, las portadas de las principales revistas (entre ellas, ¡HOLA!).
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Ser Miss no se trataba, simplemente, de ser la más guapa. La corona traía consigo la oportunidad de iniciar una carrera profesional en diversos ámbitos como podían ser el de la moda o el del espectáculo. Ninguno de ellos era, sin embargo, el sueño de María José, quien, como nos explica su hija, Carmen, ni siquiera se presentó al concurso por iniciativa propia. Fue su madre (la abuela de Carmen) la que se percató del gran potencial de su hija, que por aquel entonces era una joven estudiante de un internado regido por las monjas teresianas. De hecho, las religiosas pensaron que el destino de su devota alumna estaba en un convento… Pero bien se sabe que los caminos del Señor son inescrutables, y a esta joven gallega afincada en Santaella, un pequeño pueblo cordobés, le esperaba una vida muy distinta. Su destino pasaba por recorrer el mundo, aprender a modelar… y fundar, junto a varias amigas, el primer grupo musical femenino en España, ‘Las Chic’.
‘¿Terminará Miss España en un convento?’
Ésa era la pregunta que se hicieron muchos periodistas tras la elección de nuestra protagonista como Miss España. Aquella muchacha morena, de cabello oscuro, que se presentó ante el país como la belleza española de 1964, era una estudiante de Magisterio en un internado de Córdoba, regido por las monjas teresianas.
“Dedicarse a la moda o nada que tuviese que ver con ello jamás estuvo en su mente. Ella quería ser maestra, lo que pasa es que a una edad muy temprana empezó a sobresalir entre sus compañeras porque era muy alta”, nos cuenta Carmen. María José estaba muy acomplejada por su altura, se sentía como una ‘jirafa’, pero donde ella veía un motivo de vergüenza, su madre vio una cualidad. Estaba claro que, allá por donde iba, siempre atraía todas las miradas.
“En aquel momento las monjas la estaban catequizando a mi madre porque vieron potencial en ella para ser monja”, nos revela Carmen. Sin embargo, su abuela y madre de María José, Raquel, tenía otros planes muy distintos para su hija. Tras ver un anuncio en el diario Pueblo, decidió apuntarla a un concurso de belleza que iba a celebrarse, Miss Madrid.
Convencida de que ésa era una gran oportunidad, Raquel eligió varias fotos de su hija, apuntó sus medidas sobre un papel y mandó todos los datos al periódico. El encargado de recopilar toda la información de las participantes era José Antonio Plaza, un ávido periodista que, tiempo más tarde, se convertiría en el marido de María José.
La respuesta no tardó en llegar. “Al ver las fotos de mi madre, mi padre pensó que tenía muchas posibilidades, pero había un problema, y es que ya habían elegido una Miss Andalucía. Decidieron entonces presentarla por Miss Madrid… No sé si, quizá, lo justificaron diciendo que su abuela vivía en la ciudad”. El caso es que, al final, María José se presentó a Miss Madrid y su candidatura no fue bien recibida, sin embargo, por las monjas teresianas, que se enfadaron tanto con su ejemplar alumna que hasta dejaron de hablarle.
‘Cuando llegó a Madrid no sabía ni pedir un taxi’
Para María José comenzaba un extraordinario viaje. Nunca antes había salido de Santaella, el pueblo donde se instaló su familia cuando ella apenas tenía tres años. “Mi madre se acordaba de que no sabía ni pedir un taxi porque no había salido del pueblo nunca… Era una chica muy vergonzosa e inocente”, que contaba con los mejores apoyos. La joven se dejó guiar en todo momento por su madre, su hermana mayor y José Antonio Plaza (“Mi padre la guiaba: haz esto, lo otro… como hacía con el resto de chicas”).
En los años 60, Miss España era un concurso muy popular que había sido retomado con fuerza tras un forzoso parón de más de dos décadas. El certamen comenzó en 1929 (la primera ‘Señorita de España’ fue Pepita Samper), pero la convulsa situación de España en 1935 obligó a posponerlo (un año más tarde, estalló la Guerra Civil). En 1960 volvió Miss España, y un año después, se haría con el título una mujer que, a día de hoy, es una de las personalidades más influyentes del mundo de la cultura: Carmen Cervera , la baronesa Thyssen.
Aquel 1964, el jurado deliberó que, entre todas las chicas que se habían presentado, era María José quien se merecía ser Miss Madrid.
Al escuchar el nombre de la ganadora, su hermana salió corriendo a felicitarla; y, para su sorpresa, se encontró a la joven un tanto abrumada, rodeada de fotógrafos, cámaras y periodistas que le hacían todo tipo de preguntas. “No se podía creer que la habían elegido. Mi tía iba ayudando a mi madre con cada una de las preguntas que le iban haciendo”.
Al día siguiente, María José fue a visitar, por consejo de Plaza, a uno de los modistas más famosos del momento, Pedro Rodríguez, quien, además, se convirtió en su maestro. “Él la enseñó a caminar. Era tan alta para su tiempo que no estaba ni acostumbrada”. De allí saldría con un espectacular vestido de pedrería que jamás pudo olvidar.
Pese a su triunfo, su timidez seguía siendo tal que hasta viajar en autobús por la capital era un ‘reto’ por su miedo a ser reconocida: en una ocasión, se encontró a un señor leyendo una revista que llevaba en portada a la flamante Miss Madrid. “Ella sentía mucha vergüenza al pensar que podían reconocerla… Pero lo cierto es que nadie la reconoció en ese autobús”, nos dice Carmen, entre risas.
Uno de los modistas más famosos del momento, Pedro Rodríguuez, fue quien la enseñó a caminar, y le diseñó un espectacular vestido de pedrería
“No se lo tenía muy creído, ¡para nada! Después, con el tiempo, se hizo una mujer bastante coqueta y fue tomando conciencia del físico que tenía, y aprendió a verlo como una ventaja más que como una desventaja”.
Una vez consiguió el título de Miss Madrid, empezaron los preparativos para el siguiente desafío: lograr convertirse en Miss España 1964. “Ella me contaba que, en aquella época, traía unos cuantos kilos demás porque las monjas, como estaban preparándola para que se quedara allí y no levantase ningún tipo de pensamiento impuro, se dedicaron a darle mucho de comer, así que tuvo que perder un poco de peso para el concurso”.
El certamen nacional tampoco se le resistió. María José se proclamó Miss España 1964 en el Teatro Cervantes de Málaga durante una emocionante gala en la que no faltaron las lágrimas de ‘Miss Centro’ quien, como recogía la crónica de ¡HOLA!, había llegado tarde al desfile por un problema con su peinado.
María José recibió la felicitación de la actriz Paquita Rico , presente en el evento, y fue coronada por su antecesora, María Rosa Pérez Gómez. Iniciaba así su etapa como representante de España en Europa y en todo el mundo; y se mostraba de lo más emocionada ante ¡HOLA!: “Si el amor viniera, sería maravilloso, pero ahora me gustaría disfrutar de mi reinado”.
La revolución de ‘Las Chic’ y su conexión con Julio Iglesias
Su carrera no había hecho más que despegar, pero no en el mundo de la moda. El siguiente reto que le esperaba poco tenía que ver con la pasarela, sino con la música. Fue durante una de las famosas fiestas organizadas por el diario Pueblo cuando se gestó el que sería el primer grupo de música vocal femenino de la historia de España, ‘Las Chic’, y María José sería una de sus fundadoras.
A aquellas citas organizadas por el periódico nunca faltaban las celebridades más conocidas de España: “Como era un evento bastante mediático, mi padre (José Antonio Salas) invitó a mi madre y a su amiga Ángela Escribano, que había sido la anterior Miss Madrid, a la fiesta. También a la azafata de vuelo Isabel Anger, que se había hecho amiga de las dos”.
Ángela, que tocaba la guitarra, se puso a interpretar una canción, y, de forma improvisada, las tres amigas se animaron a cantar. “Mi padre las escuchó y se dio cuenta de lo bien que quedaban sus voces. Estuvo hablando con ellas y les propuso fundar un grupo. Llamó entonces a su amiga danesa Doris Kruckenberg para que se uniese”.
Era el año 1965. Mientras los Beatles se adueñaban de la escena musical internacional, aquí, en nuestro país, teníamos otros grupos como Los brincos. Todos tenían un mismo denominador común: ninguno estaba formado sólo por mujeres. Lo habitual era ver a una cantante, en solitario, subirse al escenario, como Concha Velasco y su inolvidable Chica ye-yé, que salió aquel mismo año. Talento no faltaba.
La influencia para formar Las Chic pudo llegar, quizá, del otro lado del Atlántico, donde sí empezaban a surgir grupos femeninos como Las Mosquitas, en Argentina, y Las Chics, en México. Siguiendo su estela, la discográfica Hispavox se animó a lanzar el primer conjunto yeyé de la historia de nuestro país. María José, Ángela, Isabel y Doris se convirtieron así en Las Chic, cuatro chicas muy a la moda, que lucían impresionantes cardados (obra del peluquero Manolo Molina).
Ahora les quedaba encontrar un pianista que las acompañase, y el elegido fue Rafael Ferro, quien más tarde trabajaría con Julio Iglesias . “Estuvieron escogiendo repertorio y ensayando durante dos meses dieciséis horas al día hasta que sus voces empastaron bien. Muchas de las canciones las componían allí mismo… Y también contaban con Augusto Algueró”. El famoso compositor (suyas son temas como Noelia, de Nino Bravo, o Tómbola, de Marisol), conocido también por ser el primer marido de Carmen Sevilla, firmó una de las canciones de Las Chic, Cerca de ti.
Con José Antonio Plaza como mánager, tras su lanzamiento, las revistas juveniles del momento se hacen eco de este grupo que causó sensación (“incluso les propusieron hacer una película con Enrique Guzmán que, al final, no se hizo”). Los primeros vestidos que lucieron fueron un obsequio del que había sido el ‘ángel de la guarda’ de María José en el certamen, Pedro Rodríguez; de la fotografía se encargaba Ibáñez.
De Toledo a Londres
Isabel rememora algunas anécdotas que vivió junto a sus compañeras de grupo, como, por ejemplo, cuando María José se cayó de bruces al enredarse con uno de los interminables cables de los micrófonos; el robo de sus maletas con todas sus prendas o el momento, en plena actuación, en Cenicienta al engancharse uno de sus tacones en los escalones que ayudaban a bajar de un escenario. Aunque nada como la paloma que estuvo a punto de arruinar uno de sus shows en Zaragoza. “Antes que ellas actuaba un mago y se quedó una paloma suelta que empezó a revolotear en la actuación con tan buena suerte que se hizo caca encima de ellas”.
El grupo estuvo en activo un año. A Isabel pronto le ofrecieron contratos para iniciar una carrera en solitario y decidió dejarlo. María José, Ángela y Doris se propusieron seguir adelante. Sin embargo, cuando Ángela también decidió volar por libre, ‘Las Chic’ se extinguieron.
“Mi madre se fue entonces a Toledo a retomar la carrera de Magisterio que había dejado aparcada. Después estuvo en Segovia y, cuando terminó, se casó con mi padre y se fueron a vivir a Inglaterra, donde mi padre había sido destinado como corresponsal de TVE”. La que fuera Miss España 1964 ejerció de profesora algún tiempo en Londres, y, finalmente, el matrimonio regresó a España con su única hija, Carmen, en 1975.
Con el tiempo, María José y José Antonio terminaron separándose. “Después de hacer unos pinitos en la televisión, mi madre se puso a trabajar en una productora audiovisual, más tarde como independiente, a vender formatos, derechos de películas… con bastante éxito”. La luz de la joven coruñesa que salió de Santaella para triunfar se apagó, finalmente, el pasado mes de enero, pero sus canciones y sus fotografías, como Miss España 1964, han quedado para la historia.