En enero de 2015, ¡HOLA! publicaba un reportaje excepcional: Carmen Martínez-Bordiú entrevistaba a su exmarido, el anticuario francés Jean Marie Rossi. Y lo hacía en su mundo, la galería Aveline de París, un espacio en el que no faltaban la belleza y, tampoco, piezas de gran valor.
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La pareja se había conocido en 1976. Tal como explicaba aquella crónica publicada en ¡HOLA!, fue “en un crucero por el Mediterráneo, exactamente en Bari, Italia. Allí se vieron por primera vez y ninguno de los dos olvidó ese momento. Pasaron meses hasta que se volvieron a encontrar, cuando Carmen decidió separarse del duque de Cádiz y comenzar a su lado una nueva vida en París”. Se casaron el 11 de diciembre de 1984 en Rueil-Malmaison (Altos del Sena), y en abril de 1985 fueron fueron padres de Cynthia , quien también aparecía en las paginas de aquel reportaje.
Con motivo del reciente fallecimiento del anticuario, que moría “en paz” y con la “mente tranquila” -según informaba la familia al diario galo Le Figaro- este lunes a los 91 años, recuperamos aquella entrevista llena de arte.
“Estamos en la galería Aveline de París, rodeados de auténticas maravillas del mobiliario del XVII al XIX francés y las obras contemporáneas del artista Michelangelo Pistoletto, de la Galleria Continua.
Aquí, en su mundo, he entrevistado en profundidad a Jean-Marie Rossi, actualmente número uno de las antigüedades. Le hemos fotografiado junto a su hija mayor, Marella, continuadora de su trabajo, y a su hija Cynthia, también artista, y nos hemos adentrado en su galería y en su despacho personalizado, donde acude a diario y pasa gran parte de su tiempo.
Nos sentamos frente a frente y empezamos la entrevista recordando sus inicios en el mundo artístico, cuando su padre le presentó a uno de los anticuarios más conocidos de su época, el señor Aveline, quien dio nombre a su galería.
El padre del señor Rossi llegó como emigrante de Italia con catorce años y se casó con una francesa. Recuerda su hijo anécdotas que le contó su padre, como que en Navidad recibía de regalo una naranja por ser amigo de unos comerciantes de origen italiano con los que él continuó su amistad durante toda su vida.
Recuerda también cómo, de pequeño, su tía le hablaba de religión, ya que su padre era poco amigo de “los curas”. A los veinte años quiso bautizarse y un sacerdote de su parroquia le indicó que debería ayudar a un pobre… un pobre con suerte, ya que se hizo rico al año de recibir su ayuda.
Jean-Marie Rossi guarda recuerdos de su infancia, de cuando un soldado alemán le obligó a llevarle una maleta de mucho peso con solo catorce años y pensó que un día se vengaría. Nunca lo hizo.
Su padre fue el inventor de una pieza le roulement á billes (una pieza de rodamiento mecánico empleado en la industria automovilística) y creó una industria importante que seguiría su hermano mayor en Francia.
Cuando Jean-Marie Rossi conoció a su maestro, este le dijo: “Esto nunca se aprende. Se sabe o no se sabe. Es cuestión de sensibilidad”.
Durante la entrevista me recordó otra anécdota de un importante anticuario, que cuando le preguntaron cómo reconoció un bronce del Renacimiento y uno del siglo XIX, respondió: “Solo en el precio, señor”. En otra ocasión, un gran marchante de cuadros le dijo que más valía “tener un cuadro falso que todos piensan que es auténtico que uno auténtico que piensen que es falso”.
Hoy en día, los muebles del señor Rossi están en los mejores museos del mundo: el Museo d’Orsay y el Louvre, en París; el Metropolitan y el Corning Museum of Glass, en Nueva York; los museos de Compiegne y el Tiranon, en Versalles, el Museo de Toledo, en Ohio; el Philadelphia Museum, y el Museum of Legion of Honor, en San Francisco…
En la entrevista le pregunté dónde encontraba tales maravillas, y me contestó que en casas privadas y en subastas. Actualmente tiene un mueble comprado en España que perteneció a los Borbones.
En la pintura, su mayor admiración es para Velázquez, a quien considera “el mejor pintor del mundo”, y el cuadro que más hubiera deseado tener, La Venus del espejo, de la National Gallery, de Londres. Durante la entrevista le pregunté si se le había resistido algún mueble. “Miles”, me respondió.
—¿Y te has arrepentido de vender alguno?
—Il faut vendre et regretter (hay que vender y arrepentirse).
Me interesé en saber de, entre todo lo que ha vendido, qué es lo que le hubiera gustado conservar. Su respuesta fue un objeto de porcelana de Suger que está en el Museo del Louvre. Aunque su galería empezó con los muebles del XVII y XVIII francés, a lo largo de los años fue ampliando hasta el XIX.
En su vida privada compró cuadros de los pintores contemporáneos más prestigiosos a precios irrisorios que vendió años más tarde con beneficios extraordinarios. Recuerda el famoso Lichtenstein The Ring, que le costó 6.000 francos de la época y que cuando lo vendió pudo comprarse la casa en el campo donde vive en la actualidad. Compró cuadros de Ives Klein de Beys, de Keith Haring, de Fautrier, Dan Flavin, Sol Lewitt..., algunos que conserva y otros que vendió para ampliar su negocio.
En su vida personal también se hizo amigo de grandes artistas contemporáneos, como Cesar, Bernart Venet, Rotella, Farhi, Fontana…, y en sus despachos tiene obras de todos ellos.
Ha trabajado con todos los grandes decoradores, americanos, italianos, franceses… y con todos los grandes anticuarios: Patridge, Mallet Berent, con los galeristas Leo Castelli, Sonnabend, Vieille Russie y Gerald G. Stiebel.
También nos habló de Pistoletto, cuyas obras se exhiben actualmente en su galería. Sus obras se cotizan entre 300.000 y dos millones de euros y es el representante de lo que llaman el “arte povera”. Esta exposición en la galería Aveline de París se denomina Reflexiones. Sus cuadros con espejos se inscriben en el tiempo presente, y cuando el espectador se aleja, entra en un futuro que el espejo registra: lo que se refleja metaboliza el pasado y el futuro en un presente eterno y ofrece al espectador una experiencia del tiempo.
Jean-Marie Rossi tiene ochenta y tres años y ha estado casado cuatro veces. Un primer matrimonio sin hijos, el segundo con Barbara Hottinguen, quien trabaja en Aveline como administradora, madre de su hija Marella (su gemela murió trágicamente), quien le ha dado dos nietos, y de su hijo Federic, abogado y padre de tres hijos. Su tercera esposa, soy yo, autora de este reportaje y madre de su hija Cynthia, pintora.
Su ojo clínico fue descubridor de grandes talentos, y personalmente le pregunté en una ocasión cómo comprar arte actualmente y saber si es bueno o no: “Compra lo que no te gusta”, me respondió.
Jean-Marie conoce a las grandes fortunas del siglo XX, que venían a París a verle, y hoy en día, después de viajar por el mundo entero, su pasión actual son los libros. Vive feliz junto a su cuarta esposa, Marie Grimaux, mucho más joven que él, rodeado de seis perros y un gato”.