En 1984, Julio Iglesias, quien entonces tenía 41 años, vivió uno de los momentos más agridulces de su vida. Ese año grabó “1100 Bel Air Place”, su primer disco en inglés del que vendió ocho millones de copias y conoció el éxito en todo el mundo. Pero ese año también experimentó el reverso oscuro del negocio. A la promoción de su nuevo trabajo le siguió una gira mundial. Todo ello repercutió en su salud. Un día, inmerso en ese ritmo trepidante, Julio perdió la voz durante un concierto de Frankfurt (Alemania): estaba exhausto, al límite de sus capacidades. “Acabo de pasar los seis meses más difíciles de mi vida. He luchado como un loco para conseguir el éxito mundial. Lo he conseguido y lo estoy pagando muy caro. Si no hubiera tenido voluntad y disciplina, estaría en un sanatorio”, declaró entonces. Ante las secuelas de aquellos meses tan intensos, el cantante, que se consagró como una estrella internacional con ese disco, se vio obligado a tomar una importante decisión. “Tuve que elegir: o el psiquiatra o las Bahamas”, contó en la portada de ¡HOLA! en 1985. Por supuesto, eligió Bahamas. Allí encontró la tan ansiada tranquilidad y, desde entonces, cuando tiene problemas o simplemente quiere bajar el pie del acelerador, pone rumbo a esta paradisíaca isla del Atlántico. Está claro que Julio prefiere el sol… al diván. Ahora, ha sido su hijo, Julio Iglesias Jr., quien esta semana ha ofrecido la primera entrevista tras su divorcio de su mujer, la modelo belga Charisse Verhaert, el que ha desvelado que la leyenda de la canción española, de 78 años, vive desde que se declaró la pandemia de coronavirus en su casa de Bahamas y no en Punta Cana, como se creía. “He tenido mucho contacto con mi padre durante la pandemia. A él no hay nada que le guste más que estar sobre el escenario y lleva año y medio sin poder hacerlo. Lejos de deprimirse, se ha dedicado a sus negocios y a llevar una vida tranquila en Bahamas. Mi padre, mental y físicamente, está perfecto”, ha desvelado Iglesias Junior, quien aprovechó su encuentro con ¡HOLA! para zanjar de una vez por todas los incesantes rumores sobre el estado de salud de su padre. Cuando en 1985 Julio posó para nuestra revista, el cantante mostraba la que entonces era su residencia en Bahamas, un rincón secreto en este paraíso formado por 700 islas y más de 2.000 cayos. Un espectacular inmueble ubicado en la capital del archipiélago, Nassau, que se encuentra en la isla de Nueva Providencia. Entonces, HOLA contó que la casa estaba muy cerca del lago Cunningham y que el artista repartía su tiempo entre el buceo, el submarinismo y la grabación de su nuevo disco, “Libra”, el siguiente de su imparable carrera internacional. De hecho, fue así cómo bautizó a su nuevo hogar en el Caribe que anteriormente había recibido el nombre de “Capricornio”. El artista permaneció allí durante más de un año, hasta 1986 y ha regresado en numerosas ocasiones.En el reportaje también podíamos ver a Stella, la bahamesa que se encargaba de la casa. Ella recogía flores a diario para decorar la residencia y le preparaba a Julio nuevos platos alejados de las lentejas que tanto le gustaban: cremas de conchas marinas, pescados tropicales y bandejas de frutas. En 1984, Julio Iglesias, quien entonces tenía 41 años, vivió uno de los momentos más agridulces de su vida. Ese año grabó “1100 Bel Air Place”, su primer disco en inglés del que vendió ocho millones de copias y conoció el éxito en todo el mundo. Pero ese año también experimentó el reverso oscuro del negocio. A la promoción de su nuevo trabajo le siguió una gira mundial. Todo ello repercutió en su salud. Un día, inmerso en ese ritmo trepidante, Julio perdió la voz durante un concierto de Frankfurt (Alemania): estaba exhausto, al límite de sus capacidades. “Acabo de pasar los seis meses más difíciles de mi vida. He luchado como un loco para conseguir el éxito mundial. Lo he conseguido y lo estoy pagando muy caro. Si no hubiera tenido voluntad y disciplina, estaría en un sanatorio”, declaró entonces. Ante las secuelas de aquellos meses tan intensos, el cantante, que se consagró como una estrella internacional con ese disco, se vio obligado a tomar una importante decisión. “Tuve que elegir: o el psiquiatra o las Bahamas”, contó en la portada de ¡HOLA! en 1985. Por supuesto, eligió Bahamas. Allí encontró la tan ansiada tranquilidad y, desde entonces, cuando tiene problemas o simplemente quiere bajar el pie del acelerador, pone rumbo a esta paradisíaca isla del Atlántico. Está claro que Julio prefiere el sol… al diván. Ahora, ha sido su hijo, Julio Iglesias Jr., quien esta semana ha ofrecido la primera entrevista tras su divorcio de su mujer, la modelo belga Charisse Verhaert, el que ha desvelado que la leyenda de la canción española, de 78 años, vive desde que se declaró la pandemia de coronavirus en su casa de Bahamas y no en Punta Cana, como se creía. “He tenido mucho contacto con mi padre durante la pandemia. A él no hay nada que le guste más que estar sobre el escenario y lleva año y medio sin poder hacerlo. Lejos de deprimirse, se ha dedicado a sus negocios y a llevar una vida tranquila en Bahamas. Mi padre, mental y físicamente, está perfecto”, ha desvelado Iglesias Junior, quien aprovechó su encuentro con ¡HOLA! para zanjar de una vez por todas los incesantes rumores sobre el estado de salud de su padre. Cuando en 1985 Julio posó para nuestra revista, el cantante mostraba la que entonces era su residencia en Bahamas, un rincón secreto en este paraíso formado por 700 islas y más de 2.000 cayos. Un espectacular inmueble ubicado en la capital del archipiélago, Nassau, que se encuentra en la isla de Nueva Providencia. Entonces, HOLA contó que la casa estaba muy cerca del lago Cunningham y que el artista repartía su tiempo entre el buceo, el submarinismo y la grabación de su nuevo disco, “Libra”, el siguiente de su imparable carrera internacional. De hecho, fue así cómo bautizó a su nuevo hogar en el Caribe que anteriormente había recibido el nombre de “Capricornio”. El artista permaneció allí durante más de un año, hasta 1986 y ha regresado en numerosas ocasiones.En el reportaje también podíamos ver a Stella, la bahamesa que se encargaba de la casa. Ella recogía flores a diario para decorar la residencia y le preparaba a Julio nuevos platos alejados de las lentejas que tanto le gustaban: cremas de conchas marinas, pescados tropicales y bandejas de frutas. En 1984, Julio Iglesias, quien entonces tenía 41 años, vivió uno de los momentos más agridulces de su vida. Ese año grabó “1100 Bel Air Place”, su primer disco en inglés del que vendió ocho millones de copias y conoció el éxito en todo el mundo. Pero ese año también experimentó el reverso oscuro del negocio. A la promoción de su nuevo trabajo le siguió una gira mundial. Todo ello repercutió en su salud. Un día, inmerso en ese ritmo trepidante, Julio perdió la voz durante un concierto de Frankfurt (Alemania): estaba exhausto, al límite de sus capacidades. “Acabo de pasar los seis meses más difíciles de mi vida. He luchado como un loco para conseguir el éxito mundial. Lo he conseguido y lo estoy pagando muy caro. Si no hubiera tenido voluntad y disciplina, estaría en un sanatorio”, declaró entonces. Ante las secuelas de aquellos meses tan intensos, el cantante, que se consagró como una estrella internacional con ese disco, se vio obligado a tomar una importante decisión. “Tuve que elegir: o el psiquiatra o las Bahamas”, contó en la portada de ¡HOLA! en 1985. Por supuesto, eligió Bahamas. Allí encontró la tan ansiada tranquilidad y, desde entonces, cuando tiene problemas o simplemente quiere bajar el pie del acelerador, pone rumbo a esta paradisíaca isla del Atlántico. Está claro que Julio prefiere el sol… al diván. Ahora, ha sido su hijo, Julio Iglesias Jr., quien esta semana ha ofrecido la primera entrevista tras su divorcio de su mujer, la modelo belga Charisse Verhaert, el que ha desvelado que la leyenda de la canción española, de 78 años, vive desde que se declaró la pandemia de coronavirus en su casa de Bahamas y no en Punta Cana, como se creía. “He tenido mucho contacto con mi padre durante la pandemia. A él no hay nada que le guste más que estar sobre el escenario y lleva año y medio sin poder hacerlo. Lejos de deprimirse, se ha dedicado a sus negocios y a llevar una vida tranquila en Bahamas. Mi padre, mental y físicamente, está perfecto”, ha desvelado Iglesias Junior, quien aprovechó su encuentro con ¡HOLA! para zanjar de una vez por todas los incesantes rumores sobre el estado de salud de su padre. Cuando en 1985 Julio posó para nuestra revista, el cantante mostraba la que entonces era su residencia en Bahamas, un rincón secreto en este paraíso formado por 700 islas y más de 2.000 cayos. Un espectacular inmueble ubicado en la capital del archipiélago, Nassau, que se encuentra en la isla de Nueva Providencia. Entonces, HOLA contó que la casa estaba muy cerca del lago Cunningham y que el artista repartía su tiempo entre el buceo, el submarinismo y la grabación de su nuevo disco, “Libra”, el siguiente de su imparable carrera internacional. De hecho, fue así cómo bautizó a su nuevo hogar en el Caribe que anteriormente había recibido el nombre de “Capricornio”. El artista permaneció allí durante más de un año, hasta 1986 y ha regresado en numerosas ocasiones.En el reportaje también podíamos ver a Stella, la bahamesa que se encargaba de la casa. Ella recogía flores a diario para decorar la residencia y le preparaba a Julio nuevos platos alejados de las lentejas que tanto le gustaban: cremas de conchas marinas, pescados tropicales y bandejas de frutas.
En 1984, Julio Iglesias, quien entonces tenía 41 años, vivió uno de los momentos más agridulces de su vida. Ese año grabó 1100 Bel Air Place, su primer disco en inglés del que vendió ocho millones de copias y conoció el éxito en todo el mundo. Pero ese año también experimentó el reverso oscuro del negocio. A la promoción de su nuevo trabajo le siguió una gira mundial. Todo ello repercutió en su salud. Un día, inmerso en ese ritmo trepidante, Julio perdió la voz durante un concierto de Frankfurt (Alemania): estaba exhausto, al límite de sus capacidades. “Acabo de pasar los seis meses más difíciles de mi vida. He luchado como un loco para conseguir el éxito mundial. Lo he conseguido y lo estoy pagando muy caro. Si no hubiera tenido voluntad y disciplina, estaría en un sanatorio”, declaró entonces.
Ante las secuelas de aquellos meses tan intensos, el cantante, que se consagró como una estrella internacional con ese disco, se vio obligado a tomar una importante decisión. “Tuve que elegir: o el psiquiatra o las Bahamas”, contó en la portada de ¡HOLA! en 1985. Por supuesto, eligió Bahamas. Allí encontró la tan ansiada tranquilidad y, desde entonces, cuando tiene problemas o simplemente quiere bajar el pie del acelerador, pone rumbo a esta paradisíaca isla del Atlántico. Está claro que Julio prefiere el sol… al diván.
Ahora, ha sido su hijo, Julio Iglesias Jr., quien esta semana ha ofrecido la primera entrevista tras su divorcio de su mujer, la modelo belga Charisse Verhaert, el que ha desvelado que la leyenda de la canción española, de 78 años, vive desde que se declaró la pandemia de coronavirus en su casa de Bahamas y no en Punta Cana, como se creía. “He tenido mucho contacto con mi padre durante la pandemia. A él no hay nada que le guste más que estar sobre el escenario y lleva año y medio sin poder hacerlo. Lejos de deprimirse, se ha dedicado a sus negocios y a llevar una vida tranquila en Bahamas. Mi padre, mental y físicamente, está perfecto”, ha desvelado Iglesias Junior, quien aprovechó su encuentro con ¡HOLA! para zanjar de una vez por todas los incesantes rumores sobre el estado de salud de su padre.
Cuando en 1985 Julio posó para nuestra revista, el cantante mostraba la que entonces era su residencia en Bahamas, un rincón secreto en este paraíso formado por 700 islas y más de 2.000 cayos. Un espectacular inmueble ubicado en la capital del archipiélago, Nassau, que se encuentra en la isla de Nueva Providencia. Entonces, ¡HOLA! contó que la casa estaba muy cerca del lago Cunningham y que el artista repartía su tiempo entre el buceo, el submarinismo y la grabación de su nuevo disco, Libra, el siguiente de su imparable carrera internacional.
De hecho, fue así cómo bautizó a su nuevo hogar en el Caribe que anteriormente había recibido el nombre de ‘Capricornio’. El artista permaneció allí durante más de un año, hasta 1986 y ha regresado en numerosas ocasiones.En el reportaje también podíamos ver a Stella, la bahamesa que se encargaba de la casa. Ella recogía flores a diario para decorar la residencia y le preparaba a Julio nuevos platos alejados de las lentejas que tanto le gustaban: cremas de conchas marinas, pescados tropicales y bandejas de frutas.
Este archipiélago, ubicado en una zona limítrofe con el Mar Caribe, está relativamente cerca de Miami- a unos 50 minutos en avión- donde Julio tiene su residencia oficial. Allí, tal y como ha reconocido su hijo Julio en su reciente entrevista, se reunirá toda su familia estas próximas Navidades. Julio abandonará su residencia de Bahamas para desplazarse hasta Indian Creek. Bahamas es la meca del descanso para muchas personalidades, como Lenny Kravitz, Eric Clapton, Sean Connery, Shakira… y, sin duda, el paraíso particular del español más internacional, Julio Iglesias.