Este 5 de octubre se cumplen diez años de la boda del siglo, la tercera de la inolvidable Cayetana de Alba , fallecida el veinte de noviembre de 2014. Tal día como ese, a sus ochenta y cinco años años, la duquesa de Alba entonaba el ‘sí, quiero’ por amor a Alfonso Díez , un funcionario en las oficinas de la Seguridad Social de Madrid y veinticuatro años más joven que ella. Salían juntos desde 2008. El cine: su pasión en común. Y a la una de la tarde de ese día, anteriormente mencionado, la aristócrata festejaba ante España y el mundo entero su alegría al son de unas sevillanas de Siempre Así. La unión había sido posible. Alfonso había calado y Carlos, duque de Huéscar, finalmente aceptó llevar a su madre al altar. Y la duquesa inauguraba su tercer matrimonio bailando sola.
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Tras darle el ‘sí, quiero’ a Alfonso Díez ante el sacerdote Ignacio Jiménez Sánchez-Dalp , doña Cayetana salió del palacio de Las Dueñas para agradecer el cariño del público que se había congregado a las puertas. La novia iba radiante del brazo de su tercer marido y, sobre la alfombra roja, no tuvo pudor para deshacerse de las manoletinas que calzaba y marcarse una rumba ante un público alegre y animado.
Mucha felicidad era la que le hacía sentir su ya marido. Así lo aseguraba en uno de los reportajes que protagonizó para la revista ¡HOLA!. “Estamos muy bien y somos muy felices. Alfonso me da tranquilidad y seguridad. Tiene un carácter fuerte, y yo también. Pero prefiero un hombre de carácter a uno que diga amén a todo“, decía una enamoradísima Cayetana.
Para un día tan importante, después de cuatro años de consolidada relación, Cayetana de Alba lució un diseño muy coherente a su estilo, salpicado con ese toque tan español y barroco de Victorio & Lucchino . Un traje de vestir alejado de cualquier convencionalismo y de color rosa. La duquesa llevaba un vestido de estilo romántico, realizado en gasa de seda natural de color rosa coquillage y encaje de Balencie al mismo tono. Incorporaba un escote barco con puntas de encaje entoladas en la gasa que se iba confundiendo con la piel y mangas abullonadas a mitad del brazo, salpicadas de pequeños jazmines en organza de distintos gamas de rosas y grises humo rematadas con pequeñas perlas al tono. El cuerpo y la cadera eran de encaje entolado y la falda algo fruncida y acabada en pequeños volantes de gasa con entredoses de encajes que dejaban entrever otros de organza plisada de un color más subido de tono. La cintura se ajustaba con un lazo de terciopelo de seda color verde lima. Un conjunto que complementó con unas manoletinas de encaje y gasa al tono del vestido con jazmines igual que en manga. Las únicas joyas que llevaba eran un brazalete de brillantes, regalo de su madrina la Reina Victoria Eugenia, una pulsera de brillantes que le regaló su primer marido, Luis Martínez de Irujo, y unos pendientes de dobles lágrimas de brillantes. La duquesa adornaba su pelo con un discreto broche dorado.
El primer baile como casada -en terceras nupcias- de Cayetana de Alba resumió bien cómo se había organizado aquella boda con la novia luchando hasta conseguir su objetivo. Casi nadie respaldaba su decisión de casarse con Alfonso Díez hasta que, tal como aseguraba en una entrevista previa a su boda, “se han dado cuenta del calibre de hombre que es”. “Que sea sincero”. Esa era la condición que la duquesa exigía para ser feliz al lado de un hombre. Para un matrimonio exitoso, Cayetana de Alba necesitaba “compresión, ayuda, compenetración, amor y muchas otras cosas”. Todo ello lo había encontrado en Alfonso la viuda de Jesús Aguirre, fallecido el once de mayo de 2001.
La boda se celebró en la capilla del palacio de Dueñas, donde apenas entraban los contrayentes, los padrinos y cerca de cuarenta invitados. Ni Jacobo, molesto con las declaraciones que su madre había hecho sobre su mujer Inka Martí, ni Eugenia Martínez de Irujo asistieron al enlace (ella estaba ingresada con varicela). Tampoco estuvieron tres de los seis hermanos del novio. Sí asistieron rostros tan conocidos como Francisco Rivera, exmarido de Eugenia, su hermano, el torero Cayetano Rivera junto a Eva Gónzalez, su íntima y madrina de la boda Carmen Tello , mujer del maestro Curro Romero, María de Hohenloe, exmujer del duque de Aliaga, Genoveva Casanova, exnuera de la duquesa y el doctor Trujillo, neurocirujano que la había operado en el año 2009.
Tras la ceremonia, los recién casados y sus invitados disfrutaron de un banquete compuesto por entradas frías como gazpacho rebujito con hierbabuena, tortilla española y ensalada de Nuyes con angulas y caviar y platos calientes consistentes en arroz a la provenzal acompañado con gambas blancas de Huelva y langosta en salsa americana, tournedó de ternera con salsa bearnesa con guarnición de pimientos de padrón, cebollitas francesas y patatas estilo Ducal, ave al limón en su jugo con verdura variada a la plancha y ensalada mimosa. De postres: tocino de coco, pastel de almendras con salsa de leche condensada y bomba de chocolate con salsa de turrón caliente.
Hasta su fallecimiento, Cayetana de Alba disfrutó de un matrimonio por el que se enfrentó a sus propios hijos y que llegó a contar con sus propios souvenirs, como si de una boda real se tratase. Una fecha, el 51011, que fue uno de los décimos más demandados aquel año para la Lotería de Navidad. No salió premiado porque ya saben lo que dicen: afortunado en el amor...