Rusia ha amanecido hoy expectante. Este viernes, 1 de octubre, ha acogido su primera boda real en más de un siglo: la del gran duque Jorge y la escritora Rebecca Bettarini. La pareja, que se casó por lo civil hace una semana, celebra ahora una ceremonia religiosa en la Catedral de San Isaac de San Petesburgo , uno de los escenarios más imponentes de la capital de la Rusia Imperial que, en su origen (fue construida entre 1818 y 1858) fue la más grande del país. La gran duquesa María Vladimirovna, madre del novio, regresa así a sus raíces y a la tierra de sus antepasados.
Este será también un gran día para la jefa de la casa imperial de Rusia. Todo un acontecimiento que, probablemente, le evoque el recuerdo de su propia boda. Un ‘sí, quiero’ que, a diferencia del de su hijo, no tomó Rusia por escenario, sino España, adonde llegó su familia tras la Revolución Rusa. De aquel enlace se cumplieron el pasado 22 de septiembre 45 años. Han pasado más de cuatro décadas desde que María de Rusia dio el ‘sí, quiero’ al príncipe Franz Wilheim de Prusia en Madrid. Los reyes Juan Carlos y Sofía estuvieron entre los invitados. Lo recordamos.
Su conexión con la Familia Real española
La historia es de sobra conocida. El estallido de la Revolución de 1917 sacudió Rusia, y se saldó con la vida del zar Nicolás II y su familia. Sin embargo, hubo otros miembros de la Familia Real que lograron huir al continente europeo. Muchos acabaron en París (lugar de exilio por excelencia), pero no fue el caso del duque Kirill Vladimirovich, primo de Nicolás II.
Tras la abdicación del Zar y el triunfo de los bolcheviques, escapó a Finlandia, instalándose en Porvoo junto a su esposa, la princesa Victoria Melita de Sajonia-Coburgo y Gotha, con quien tuvo tres hijos. Entre ellos, el gran duque Vladimir Kirillovich (padre de María de Rusia), quien llegó a nuestro país gracias a su tío Alfonso de Orleans de Borbón.
En cuanto se le concedió asilo político en España, el gran duque convirtió Madrid en su nueva residencia, y aquí se casó con Leonida Georgievna, descendiente de los reyes de Georgia. El matrimonio tuvo una única hija, María Vladimirovna, que nació en la capital y más tarde se convertiría en uno de los grandes rostros de la alta sociedad española.
La Gran Duquesa, que nunca perdió la conexión con su país de origen, se enamoró del príncipe Francisco Guillermo de Prusia, bisnieto del emperador Guillermo II de Alemania y primo de la reina Sofía , con quien se casó el 22 de septiembre de 1973.
Una boda real rusa con más de 400 invitados en pleno centro de Madrid
El gran duque Jorge se ha casado este viernes con Rebecca Bettarini por el rito ortodoxo ruso (la italiana ya abrazó la religión antes de pasar por el altar), al igual que lo hicieron sus padres. La de ellos, sin embargo, no pudo ser en Rusia, sino en nuestro país.
El escenario escogido para la ceremonia fue la única capilla ortodoxa rusa que había entonces en Madrid, situada en la calle Nicaragua. Los invitados fueron citados allí a las 19 horas, aunque, según reza la crónica de ¡HOLA!, debido al tráfico que había aquel día en la capital, la novia no apareció en el templo hasta unos 45 minutos más tarde de lo previsto.
De los primeros invitados en llegar fueron los reyes Juan Carlos y Sofía , que ocuparon un lugar preferente dentro de la capilla y fueron recibidos entre vítores por los curiosos que aguardaban la llegada de los novios a las puertas del lugar. Doña Sofía vestía un traje largo rojo, mientras que don Juan Carlos lució el uniforme de gala de capitán general.
También asistieron las hermanas del Rey, las infantas Pilar y Margarita, acompañadas por sus respectivos esposos. A ellos se sumaron otras personalidades de la alta sociedad, como los entonces duques de Cádiz, Carmen Martínez-Bordiú y Alfonso de Borbón; los príncipes de Bagration; los reyes Humberti de Italia; Simeón de Bulgaria y su esposa, Margarita; los reyes Leka de Albania y la Reina madre de Albania, Juana de Bulgaria (quien se convirtió en la madrina de la ceremonia); y la Reina Farida de Egipto y su hija Fazia.
Un vestido francés y una tiara georgiana
El secreto mejor guardado de la novia lo desveló ¡HOLA! en su propia residencia. La gran duquesa María escogió para su enlace un traje confeccionado por la modista francesa madame Gress, en falla de un blanco plateado, escotado y con doble cola; mientras que su ramo estaba compuesto por orquídeas blancas (flores que también llevaría Diana de Gales en su bouquet).
Sobre su cabeza lucía una pieza ligada su familia materna. La diadema de perlas y brillantes de la familia Bagration, la dinastía que reinó en Georgia hasta principios del siglo XIX.
Rebecca Bettarini, sin embargo, lucirá hoy una tiara creada expresamente para ella por Chaumet (joyero oficial de la emperatriz Josefina y Napoleón), de la que la tatarabuela del gran duque Jorge, la gran duquesa Vladimir, fue una fiel clienta. Aunque la escritora italiana rompa con la tradición, sí rendirá homenaje a la familia del novio, puesto que la tiara Lacis es una revisión moderna de la forma del tradicional kokoshnik ruso, que se eleva para evocar el volumen de una vela soplada por el viento. Un homenaje, como explica Chaumet, a la base naval de San Petesburgo, donde sirve el gran duque Jorge, heredero de los Romanov.
La coronación, el momento más emotivo
Al final, la ceremonia dio comienzo casi con una hora de retraso (sobre las 8 de la tarde). Los contrayentes entraron en el templo juntos, llevando ambos unas velas en las manos, y precedidos por el arzobispo ortodoxo ruso Antony de Los Ángeles, que ofició el acto con la ayuda del obispo Boris de Nueva York.
Tal y como cuenta la crónica de ¡HOLA!, el momento más emocionante fue la coronación de los novios. Un ritual que consiste en sostener por encima de las cabezas de los novios nas coronas, que, en este caso se encargaron de ello los príncipes Bagrat Bagration, Alejandro Bagration, el barón Peter von Recum, Wladimir Kotliarewsky, Michel Kotliarewsky y el príncipe Gworg Dietrich von Schaich Carolath, que se alternaron las piezas debido a su gran peso.
Muy vistoso también fue la danza de Isaías, un ritual de la ceremonia ortodoxa en la que el obispo guía a la novia y al novio en un círculo alrededor del altar, que simboliza la eternidad del matrimonio.
El beso del matrimonio puso el sello final a una boda que finalizó en la residencia de la novia, situada en uno de los barrios más exclusivos de Madrid, Puerta de Hierro.
Cinco años después, en 1981, la gran duquesa y el príncipe darían la bienvenida a su primer y único hijo, ahijado de los reyes Juan Carlos y Sofía: el gran duque Jorge, que hoy protagoniza una boda para la historia de la dinastía Romanov.