Tras cuatro años de amor, este sábado, Elena Furiase da el ‘sí, quiero’ a su pareja, Gonzalo Sierra. Hace treinta y ocho años, el 25 de agosto de 1983, fue su madre, Lolita Flores , quien pasó por el altar con Guillermo Furiase, padre de la actriz.
Han transcurrido más de tres décadas desde entonces, pero esa boda se convirtió en todo un acontecimiento social, que más allá de las crónicas de la época, forma parte de la historia de España. Basta mencionar que, como recordarán muchos lectores, ahí nació una de las frases más emblemáticas de Lola Flores, madre de la novia, quien, al ver la cantidad de gente que quería presenciar (pero, al mismo tiempo, obstaculizaba) el enlace su hija, exclamó aquello de: “Si me queréis algo, irse”.
Hoy recordamos ese multitudinario enlace del que ¡HOLA! fue testigo.
Todo comenzó con una invitación “a toda la gente que realmente quiere a Lolita”
Aunque la boda se celebró un 25 de agosto de 1983, todo empezó, en realidad, cuatro meses antes, cuando Lolita visitó el plató del programa Estudio abierto el 25 de mayo de aquel mismo año. En una entrevista realizada por José María Íñigo, la cantante, ilusionada por su próximo enlace con Guillermo Furiase, hizo una generosa invitación ante las cámaras (y ante toda España): “Toda la gente que realmente quiera a Lolita, puede entrar en la iglesia. Estáis todos invitados”.
Poco imaginaba Lolita que muchos de los telespectadores que la estaban viendo en ese momento tomarían su palabra, y se presentarían el día de su boda en la parroquia de Nuestra Señora de la Encarnación de Marbella.
Una bellísima princesa gitana
En su última entrevista para ¡HOLA! antes del enlace, Lolita estaba nerviosa, “pero radiante de felicidad”. Nos mostró, en exclusiva, sus galas nupciales, y, convertida en una auténtica ‘princesa gitana’, desveló, con todo detalle, los secretos de su look.
Para la especial ocasión, había escogido, como ella misma explicó, “un vestido de color crudo”, firmado por el modista Tomás García, con todo el cuerpo en encaje y mantilla haciendo juego. En cuanto a su peinado, lució un moño alto creado por el peluquero Juan de Alexandre, y adornado con una pulsera de brillantes.
La novia quiso dar protagonismo, sobre todo, a sus joyas. “Todas tienen un gran valor sentimental y están elegidas cuidadosamente para que la adornasen en el día más feliz de su vida”, confesaba. Entre ellas, especialmente, un impresionante collar de brillantes que “la dejó impresionada” porque fue un regalo de su madre, la añorada Lola Flores. Esta pieza hacía juego, además, con los pendientes que le dio su padrino, el torero Manuel Benítez, ‘El Cordobés’.
Empujones y codazos para ver una ‘boda typical spanish’
Media hora antes de que los novios llegasen la parroquia de Nuestra Señora de la Encarnación de Marbella, el escenario elegido para la ceremonia religiosa, se abrieron las puertas de la iglesia, y un auténtico tropel de gente accedió a su interior, “anegándolo con sus gritos y dándole un ambiente punto menos que de caseta de feria”, según contaba ¡HOLA!
En el exterior, también se agolpó “un público variopinto”. Niños, jóvenes, adultos, mayores... y no pocos turistas extranjeros “que no querían perderse una genunina boda typical spanish” abarrotaron la plaza de la iglesia y las calles aledañas. Codazos, empujones y hasta puñetazos se sucedieron con tal de conseguir el mejor lugar para presenciar el enlace de la hija mayor de La Faraona.
Tal era el tumulto, que la misa funeral que estaba organizada previamente tuvo que ser suspendida. Las quejas del sacerdote no fueron suficientes para calmar los gritos del público asistente. Ni siquiera la propia policía “logró atemperar los impulsos de los autoconvidados al gratuito espectáculo”.
Todos deseaban, con ansias, ver a la flamante novia, que hizo su entrada del brazo del torero Manuel Benítez, ‘El Cordobés’, que ejerció de padrino. La añorada Lola Flores fue la orgullosa madrina que acompañaba al novio.
Llegar al altar, una misión imposible
Primero fue el padre Echamendi, encargado de oficiar la ceremonia, quien pidió al público que, por favor, desalojase el presbiterio. Sus esfuerzos fueron en vano. La gran Lola Flores, presa del nerviosismo y de la rabia, no pudo contener las lágrimas (la propia Lolita tampoco), maldiciendo “la hora en que había elegido Marbella para la boda de su hija”; igual que su marido, ‘El Pescaílla’, quien tampoco daba crédito ante tal escena.
Tal era la cantidad de personas reunidas dentro del templo que Lolita no podía ni llegar hacia el altar. Es entonces cuando su madre, en un último y desesperado intento por conseguir que se celebrase la boda, se dirigió a la muchedumbre.: “Mi hija no se puede casar. ¡Así que si me queréis aquí, marcharse! ¡Si me queréis algo, irse!”
Aquellas palabras quedaron para la posteridad, pero no surtieron efecto alguno. Viendo que era imposible, los contrayentes y sus allegados más cercanos accedieron en la sacristía, y en menos de diez minutos, contrarreloj, se produjo la unión del matrimonio. Salir de ese despacho tampoco sería fácil.
“Se me queda una espina clavada en el corazón por no haber visto casarse a mi hija en el altar mayor”
Salir de la iglesia tampoco fue sencillo. “Para salir del despacho, hubimos de recurrir a romper el candado de una cancela. Fue la única forma de abandonar la iglesia y ganar la calle, a través de un patio interior”, relató Tomás Terry a ¡HOLA! Lolita, todavía sofocada, nos confesó que la situación fue tan agobiante, que “hubo momentos en los que no deseaban casarse”.
Su hermano, Antonio Flores, intentó consolarla después de lo sucedido en la iglesia, y aparece en las fotografías sin camisa. Se la quitó para intentar soportar las altas temperaturas que se alcanzaron dentro del templo.
“Estoy segura de que no se ha conocido otra cosa igual. Pienso que será Dios quien lo haya querido...”, nos contó Lola Flores tras lo vivido en la iglesia
Pasado el punto álgido de la ceremonia, Lola Flores también nos relató lo sucedido: “Ten en cuenta que me queda una espina clavada en el corazón por no haber visto casarse a mi hija en el altar mayor. Los desaprensivos que lo ocuparon y no quisieron hacernos un hueco no merecen mi perdón. Debían haber guardado un poco más de respeto”, sentenció. “Estoy segura de que no se ha conocido otra cosa igual. Pienso que será Dios quien lo haya querido...”.
De Jaime de Mora y Aragón a Carmina Ordoñez: la reunión de la jet set
Tras lo sucedido en el templo, y con el miedo a que volviese a repetirse una situación similar, los recién casados entraron en el restaurante libanés Montazah Al Salemieh, escenario de la fiesta nupcial, por una puerta falsa.
Pero, de nuevo, a la familia Flores le fallaron todos los cálculos: se había concertado una cena para 600 personas, y en el local se dieron cita más de 800 invitados. Una factura que superó, con creces, “los siete millones de pesetas”, según reza la crónica de ¡HOLA!, que prestó especial atención al pastel, cuadrado, adornado con unos pullos de rosas, que Lolita y Guillermo cortaron mientras sonaba un vals interpretado por la orquesta Salsa Five.
Entre los asistentes, figuras emblemáticas de la jet set marbellí: Jaime de Mora y Aragón, hermano de la reina Fabiola de Bélgica, y su esposa, Margit; la princesa Beatriz de Borbón, por aquel entonces duquesa de Sevilla; Philippe Junot, padre de Isabelle Junot, prometida de Álvaro Falcó, marqués de Cubas; la recordada Carmen Ordóñez; o Marina Danko y su entonces esposo, el torero Palomo Linares.
Todo un cónclave de personalidades en un día para la historia, que Lolita hoy rememora con humor. Ahora será su hija quien celebre su boda, en la que estarán muy presentes tanto Lola como Antonio Flores. Un nuevo capítulo para una de las sagas de artistas más populares que ha dado nuestro país.