Belén Esteban celebra su segundo año de casada y, aunque este será sin duda un aniversario agridulce -debido a la tristeza por la reciente pérdida de su gran amiga y compañera Mila Ximénez-, en ¡HOLA! queremos recordar la que sin duda fue la boda más comentada y esperada de 2019.
La colaboradora de televisión y Miguel Marcos se dieron el ‘sí, quiero’ seis años después del comienzo de su noviazgo, una historia de amor digna de un cuento de hadas moderno . Un día de 2013, la ‘princesa del pueblo’ se encontraba en apuros cuando un misterioso caballero acudió a su rescate. Y no lo hizo en un corcel blanco, sino conduciendo una ambulancia. “Soy diabética y me dio una bajada de azúcar y él, que trabaja en el servicio sanitario de Paracuellos de Jarama, me salvó la vida. En cuanto lo vi, me enamoré”, recordaba la propia Belén en la entrevista exclusiva que concedió a nuestra revista con motivo de su boda.
La pareja contrajo matrimonio en La Vega del Henares, una histórica finca de quinientas hectáreas, en la localidad madrileña de Alcalá de Henares, rodeada de montes y cerros, que en el siglo IX formó parte de los dominios del príncipe Ab-al-Salam, familiar del califa Abderramán III de Córdoba.
Entre los cerca de 300 invitados, un verdadero desfile de estrellas televisivas : María Teresa Campos y sus hijas, Terelu Campos y Carmen Borrego; Jorge Javier Vázquez, Jordi González, Carlota Corredera, Paz Padilla, María Patiño, Anabel Pantoja… Y, por supuesto, Mila Ximénez, que acudió vestida de su diseñadora favorita y gran amiga Ágatha Ruiz de la Prada.
Como no podía ser de otra manera, Belén llevó un traje de corte princesa con manga francesa, confeccionado en encaje Chantilly con aplicaciones de flores a juego con el encaje, la falda y la cola. La diseñadora sevillana Fátima Álvarez-Ossorio, directora creativa de Fiancée Couture, fue la responsable de adaptarlo. La novia no llevó velo, en su lugar unas pequeñas flores de nácar adornaban su recogido, y como joyas, un brazalete trenzado de oro blanco y brillantes y unos pendientes también de oro blanco y cascada triple de diamantes, de Yanes.
Belén, que hizo su entrada al lugar de la ceremonia del brazo de su amigo y padrino, Raúl Prieto, ex director de Sálvame y director de Vida la vida, quiso rendir homenaje a su padre, fallecido tres años antes, con la canción que sonó en ese momento: I don’t want to miss a thing, de Aerosmith.
La hija de la novia, Andrea Janeiro , que viajó desde Inglaterra, protagonizó uno de los instantes más emotivos de la ceremonia. La joven realizó la primera lectura y agradeció a Belén su papel de madre. María Patiño, compañera de Belén en Sálvame, y Virginia, hermana de Miguel, estuvieron a cargo de las otras dos lecturas. Cuando llegó el momento más esperado, en el que los contrayentes se prometieron amor eterno, la novia que estaba un poco nerviosa juró “felicidad” en lugar de “fidelidad”.
Tras la cena, que tuvo lugar en el Casón de La Vega, _otra de las construcciones señoriales de la finca, que en el siglo XVIII albergó un convento de los Padres Trinitarios_ fue el turno de las sorpresas: la primera, para la madre de Belén, María del Carmen, y para su suegra, un vídeo que los recién casados prepararon de sus respectivas familias. La protagonista de la segunda sorpresa fue Terelu, a la que la novia entregó su ramo de peonías blancas y rosas , no como un augurio de otra boda, sino, como nos explicó Belén, “porque lo ha pasado muy mal con la enfermedad. Yo la quiero mucho y quería que lo tuviera ella”.
A la hora de abrir el baile, en vez de un vals, Belén y Miguel eligieron Nothing’s gonna stop us now , el clásico de los años ochenta de Starship. La novia, que se cambió de vestido para ese momento, llevó un traje de inspiración griega realizado en gasa de seda natural con bordados de rafia, corte semi-imperio y líneas suaves y ligeras.
Como en un cuento moderno, al final fueron _y siguen siendo_ felices, pero no comieron perdices, sino hamburguesas, perritos calientes y pizzas, el tentempié que se sirvió a las tres de la mañana. La música siguió sonando hasta el amanecer y los novios se fueron cuando el sol ya asomaba entre las montañas.