agosto 1998 yerbabuena jose ortega cano y roc o jurado © Archivo ¡HOLA!

Así era Yerbabuena, el último refugio de Rocío Jurado

La finca sevillana, de ochocientas hectáreas, fue testigo de importantes momentos y celebraciones en la vida de la cantante


Actualizado 4 de junio de 2021 - 11:26 CEST

En junio de 1994 José Ortega Cano tomaba posesión de Matute, la finca de 800 hectáreas que le compró a Juan Antonio Ruiz, “Espartaco”, en el municipio sevillano de Castilblanco de los Arroyos. Bautizada de nuevo con el nombre de Yerbabuena, la dehesa se convirtió en el lugar preferido de las celebraciones y reuniones familiares del diestro y Rocío Jurado. Ese mismo otoño, de hecho, la artista anunciaba en las páginas de ¡HOLA! que se casarían en la ermita que estaban construyendo entonces, como así fue el 17 de febrero de 1995 ante 1.500 invitados; la boda de Rocío Carrasco y Antonio David Flores se celebró en marzo de 1996, el bautizo de Gloria Camila y José Fernando, en febrero del año 2000… y así fue a lo largo de los años hasta el fallecimiento de la cantante el 1 de junio de 2006. Después de su marcha, de la que se han cumplido quince años el 1 de junio, ya nada fue igual y el torero terminaría deshaciéndose de su residencia en 2013, el mismo año que fue condenado a prisión por un delito de homicidio imprudente y conducción temeraria. La vendió a la ganadera y empresaria peruana Rocío Torres Carcasi.

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© Archivo ¡HOLA!

José Ortega Cano y Rocío Jurado en una imagen del reportaje que ¡HOLA! publicó en agosto de 1998.

Fueron muchas las ocasiones en las que ¡HOLA! entró en Yerbabuena. “Aparte de muchas preocupaciones, mi marido me ha dado la vida” nos decía Rocío al recibirnos junto a José tras recuperarse el torero de una grave cogida en Mallorca, en agosto de 1998. Las imágenes muestran al matrimonio al lado de la gran piscina y en un divertido momento dando un paseo en barca por el lago con pequeña isla incluida. “Mi hija Rocío continúa siendo mi niña. Se cree muy mayor, pero tiene momentos en los que se le nota que es aún muy jovencilla. Antes era mucho más reservada en sus cosas y ahora me necesita. Como ya es madre, me necesita mucho en ese sentido y yo me siento muy bien”.

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En 2003 el matrimonio posaba con su hija Gloria Camila y nos contaban cómo estaban pasando el verano donde el diestro paseaba a caballo mientras Rocío canta, se baña en la piscina y está organizando la fiesta de su próximo cumpleaños. “Y recibimos a algunos amigos, pocos, y paseamos y tomamos el sol que haya que tomar, y en un momento dado nos acercamos a Chipiona, que está ahí mismo, y yo voy preparando mi próximo disco, que quiero que sea de lo mejor…” nos contaba la cantante.

“Luego ponen la música alta y bailan juntos, como en los mejores tiempos, al pie de la Virgen del Rocío y la campana de la suerte, y se echan una siestecita mirando al paisaje, sobre los olivos y las encinas, y a veces, como hoy, suben hasta la ermita, blanca como un barco en un mar de oro, y entre las dieciséis yeguas castañas —dieciséis y sus potros— y la mancha negra de los toros bravos del hierro de la casa, José abre la puerta y se pone de rodillas y, mientras callan las chicharras, que este año llevan cantimplora, Rocío Jurado, la más grande, le canta al torero, a solas, cuerpo a cuerpo, la Salve, que ella sola sabe cantar, aunque la cante todo el mundo. Luego se besan en la boca y vuelven a su verano de copla, memorias y toro, como si nada. Luego, una vuelta por la casa; las caballerizas, que fueron de Espartaco —hoy convertidas en confortable casa de huéspedes—; la sala grande, museo donde están, entre otras razones, para la leyenda, por ejemplo, el traje de luces hecho con la bata de cola de Rocío o la bata de cola trabajada, bordada con el traje de luces del torero” escribía Tico Medina.

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“Vamos a la ermita, que es lo que hago todos los días que bajo a Yerbabuena a ver los toros” nos decía Ortega en agosto de 2006 a lomos de “Cartero”, su caballo tordo, ante la majestuosa puerta realizada por artesanos del olivo de Córdoba—. Solo dos meses antes nos decía adiós Rocío Jurado. “Aunque Rocío ya no esté aquí, para mí es como si estuviera. Yo voy a seguir siendo el hombre que la va a seguir amando toda su vida”

“Creo que la verdadera herencia de Rocío ha sido, además de su amor por su gente, su valor, que yo he heredado de alguna manera también. En cuanto a la herencia de sus cosas, creo que ella lo ha hecho muy bien, pensando en sus hermanos, en cada uno, en sus hijos, en su hija, que ella creía que era la que estaba más desprotegida, porque, además, su hija tiene dos hijos, a los que ella, como abuela, adoraba. Estoy muy contento con su decisión y no tengo con ellos problema alguno” nos contaba y añadía que hablaba con Rocío hija todos los días por teléfono: “A veces me piden incluso consejo de cosas y yo les he dicho, y sobre todo a ella, que aquí me tiene a mí, como si fuera su padre, haciendo las labores de un padre si me necesitan, y así me gustaría que fuera, porque yo les quiero mucho, y también a los hijos de Rocío, a David y a Rocío Flores, ‘la rubita’, como yo la llamo”.

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El torero nos recibía de nuevo en Yerbabuena al cumplirse un año de la muerte de Rocío Jurado. “La herida que me dejó Rocío con su adiós no me cicatriza del todo”. Posaba en distintas estancias de la casa, con Rocío presente en todos los rincones, y ante las vitrinas con dos trajes de luces muy especiales, el que se puso el día de su debut en Madrid y con el que salió por la puerta grande de La Ventas y el que Rocío se puso para un reportaje en La Maestranza y que también llevó cuando estrenó el espectáculo ¡Viva el pasodoble!Mis hijos me están ayudando mucho en este difícil momento que sigo atravesando” aseguraba al lado de Gloria Camila y José Fernando. “Son demasiados recuerdos. A mí me dicen dónde hay que ir en la memoria de Rocío y acudo inmediatamente, aunque sea en el fin del mundo”.