Cascadas del purgatorio

Cascadas del purgatorio, una espectacular ruta a una hora de Madrid

El monasterio de El Paular, en la localidad de Rascafría, es el punto de partida de esta ruta senderista hacia dos espectaculares saltos de agua, la elección perfecta en la sierra.


23 de agosto de 2024 - 12:02 CEST

A 80 kilómetros de la capital, los buscadores de espacios naturales pueden encontrar un paraíso en el que la madre naturaleza ha sido más que generosa. Hablamos de la zona alta del valle del Lozoya, conocida como “La joya del Guadarrama”, un lugar para perderse entre verdes senderos y arroyos de caudalosas aguas como el Aguilón, afluente del Lozoya, que se desploma en varios saltos de agua en las llamadas cascadas del Purgatorio dando lugar a uno de los rincones más espectaculares de la Comunidad de Madrid.

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© Adobe


Su belleza y sencillez hacen que esta ruta sea bastante transitada, especialmente los ­fines de semana, así que nuestra recomendación es buscar días menos concurridos. La mejor época para realizarla será en primavera, porque, aunque el río mantiene todo el año un importante caudal, es durante el deshielo cuando se muestra en todo su esplendor. El camino para alcanzar este edén madrileño comienza a un par de kilómetros de la localidad de Rascafría, junto al Monasterio de Santa María de El Paular y cruzando frente a él, el puente del Perdón, del siglo XVIII. No hay mayor dificultad que la distancia, 6 km solo ida y otros tantos de vuelta, siguiendo parte del histórico Camino de Madrid que unía El Paular con la corte madrileña, hoy convertida en la Ruta Verde n.º6.

MUY PRÁCTICO

DÓNDE COMER

En Rascafría hay buenas opciones, como Caldea, cocina elaborada con mimo. Y para degustar las mejores carnes de la sierra de Guadarrama, en La Cazuela las hacen a la parrilla. No olvides comprar bombones en San Lázaro (Avda. Del Paular, 35), un obrador familiar donde se elaboran de forma artesanal. 

DÓNDE DORMIR

Hospedería del Valle, en Gargantilla de Lozoya. Acogedores apartamentos con detalles románticos y elegantes y un sinfín de actividades en el entorno como rutas a caballo, avistamiento de aves, piraguas o escalada.

© ©JOSESALTO

© Hospedería del Valle

La Hospedería del Valle, en Gargantilla de Lozoya tiene  un sinfín de actividades en el entorno como rutas a caballo

NO TE PIERDAS

  • EL MONASTERIO DE SANTA MARÍA DE EL PAULAR 

Antes o después de afrontar la ruta a las cascadas hay que reservar un tiempo para visitar este monasterio, la primera cartuja de Castilla, fundado en 1390 a los pies de Peñalara. La visita guiada nos descubre un bellísimo conjunto gótico y barroco en el que sorprende especialmente su claustro. En él se puede ver una magnífica colección de cuadros de Vicente Carducho sobre la historia de los cartujos.

© Getty
  • EL BOSQUE FINLANDÉS

Cuántas veces hemos deseado viajar a Finlandia, una tierra cubierta de hermosos lagos y bosques, sin saber que en Madrid teníamos un enclave natural tan similar al de este país nórdico que, aunque su nombre original es El Potario, su similitud con los bosques del norte de Europa ha hecho que sea conocido como El Bosque Finlandés. Lo podrás encontrar de nuevo junto al monasterio de El Paular, pasando el puente del Perdón –donde está el Centro de Educación Ambiental e Información–. Un sendero en dirección a Rascafría, conocido como el Camino de Papel, nos lleva hasta él. Entre abedules, chopos, tejos y acebos se esconde un embarcadero a orillas de un lago y hasta una pequeña cabaña de madera donde antes funcionó una sauna. Más finlandés que esto no puede haber, al menos en Madrid.    

  • EMBALSE DE PINILLA

12 kilómetros separan el Monasterio de El Paular del embalse de Pinilla, con un entorno que daría para una escapada por sí solo. Puedes alquilar un kayak o una tabla de paddle surf y navegar por el embalse, caminar por su entorno o visitar los yacimientos del Calvero de la Higuera, junto a Pinilla del Valle.

© Nacho Cembellin

Puedes alquilar un kayak o una tabla de paddle surf y navegar por el embalse

El camino no tiene pérdida (está lleno de señales con la marca RV6), primero por una pista asfaltada, y luego de tierra, perfectamente señalizada. El inicio de la ruta transcurre entre robledales y pinares hasta cruzar un puente de madera. A partir de ese punto, sin perder ya de vista el río Aguilón, nos adentramos en la parte más bonita del recorrido. A lo largo de su cauce, la senda se va encajando entre paredes verticales, alternando zonas de pozas donde el agua se remansa y tramos donde  fluye con fuerza y encajona su cauce entre paredes verticales de acantilados. Al llegar al ­al del camino, la ruta conduce hasta un mirador de madera desde el que se tiene la mejor vista de las cascadas. El río se desploma formando dos espectaculares saltos de agua, uno de unos 10 metros de altura y, unos metros más arriba, un segundo salto de hasta 15 metros. Por el camino, y entre los claros del bosque, seguramente nos habremos cruzado con ganado. A estas alturas toca alzar la vista al cielo, donde con suerte, podremos observar la silueta del buitre negro sobrevolando nuestras cabezas. Una bella estampa ­nal antes de afrontar el camino de vuelta.