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las cepas deben fertilizarse con abonos de origen orgánico.
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El Ijalba' 98 es un crianza ecológico elaborado con las variedades tempranillo y graciano.
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Desde hace ya unos cuantos años el vino también se ha subido al carro de la agricultura ecológica y cada vez son más las bodegas que se especializan en la elaboración de este tipo de caldos. Para que un vino pueda lucir en su contraetiqueta el marchamo de “Agricultura ecológica” debe cumplir una serie de estrictas normas que son dictaminadas y estipuladas por un consejo regulador específico.
El vino ecológico es un fenómeno surgido en Alemania y Centroeuropa que, con el paso del tiempo, se ha ido extendiendo a otros países europeos, entre ellos España, que por su climatología se ha convertido en una de las regiones de Europa que mejores condiciones reúne para este tipo de cultivo. Y es que la mayor parte de los viñedos están situados en zonas con una pluviometría muy baja, de ahí que las cepas estén menos castigadas por las enfermedades típicas de las regiones más húmedas, como por ejemplo, mildiu, oidio o el botrytis. Pero ¿cuáles son las condiciones que debe reunir un vino para poder ser llamado ecológico?
En primer lugar, está prohibida la utilización de abonos químicos para fertilizar las cepas. Hay que sustituirlos por abonos orgánicos, procedentes de los residuos del propio cultivo, como por ejemplo, los orujos o los sarmientos triturados. También está permitido el estiércol de animales y el compost.
No se pueden quemar los restos del cultivo para no afectar a la flora microbiana del suelo. Para combatir las malas hierbas, no están permitidos los herbicidas, de manera que hay que recurrir al laboreo tradicional (es decir, quitarlas a mano o mecánicamente).
La única forma de luchar contra las enfermedades es a base de azufre (caldo bordelés), y si lo que se pretende es acabar con una plaga, hay que utilizar feromonas, unas hormonas sexuales capaces de confundir y evitar la reproducción de los insectos.
A la hora de elaborar el vino, se exige que la fermentación se realice con levaduras naturales, que la clarificación se haga con clara de huevo, gelatina y otras sustancias naturales, y que se emplee una pequeña cantidad de anhídrido sulfuroso como conservante y de ácido tartárico para corregir su acidez.
La mayor parte de la veces, cuando se habla de caldos ecológicos, se piensa en vinos cosecheros, sin embargo, también pueden obtenerse estupendos crianzas. La prueba es el Ijalba ’98, que ha lanzado recientemente al mercado Viña Ijalba, una de las bodegas riojanas pioneras en la viticultura ecológica. Es un vino elaborado con las variedades tempranillo (90%) y graciano (10%) que ha permanecido doce meses en barricas de roble americano; el resultado ha sido un vino de color intenso, aroma a frutas y madera, con un paladar redondo, carnoso y pleno. Aunque puede beberse ya, es un vino que por sus características puede saborearse dentro de unos añitos, si se conserva en las condiciones adecuadas.
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