Otra región que se mueve y está dejando atrás mediocridades pasadas es Aragón. No sólo en el Somontano, sino también en Campo de Borja, Calatayud y, claro, Cariñena, donde Santiago García es el impulsor de un reciente proyecto de 100 hectáreas plantadas a la sombra de la Sierra del Algairén con cepas propias y foráneas y todos los adelantos tecnológicos para hacer buenos vinos. Este crianza de cabernet sauvignon, merlot y tempranillo presenta un bonito color picota, nariz intensa de frutas del bosque, tierra y ceniza, y el nervio suficiente para acompañar, ahora mismo o dentro de un par de años, unos caracoles a la llauna o unas mollejitas de cordero.