¡No todos los rosados van a ser navarros! He aquí algo diferente, fruto de esa experimentación con uvas extranjeras a la que se han lanzado en los últimos lustros muchas bodegas catalanas (y siguiendo su ejemplo, tantas otras de los cuatro puntos cardinales patrios). Aquí se trata de la borgoñona pinot noir, una cepa tinta compleja y delicada, con la cual la casa Sumarroca, especializada en monovarietales afrancesados (sobre todo blancos), ha producido este rosado originalísimo, color piel de cebolla, con nariz de grosella roja y cítricos, y un final amplio, fresco. Tómenlo bien frío este verano, con embutidos y escalibada.