Hábil como es, Martín Berasategui –recientemente premiado con una tercera estrella Michelín en su restaurante de Lasarte– tenía que estar presente también en el último de los edificios emblemáticos del País Vasco, el Kursaal de San Sebastián, como lo está en el museo Guggenheim.
Para ser justos, hay que reconocer que esta omnipresencia de Berasategui en los lugares de alta concentración turística representa toda una suerte para los visitantes de Bilbao y San Sebastián, que pueden tener muy a mano una muestra de la estupenda cocina de este chef, uno de los más grandes que ha dado España en los últimos años.
Evidentemente, la versión de la cocina de Berasategui que se puede degustar en el Kursaal no es la misma que se toma en el restaurante que el chef dirige en Lasarte y que lleva su nombre. Porque la propuesta culinaria del Kursaal (interpretada a la perfección por Erika Medina) es más sencilla, más para tomar al paso, sin tanto ceremonial, más urbana si se quiere. Pero siempre técnicamente impecable y sabrosísima, remitiendo a la esencia de la cocina vasca y la creatividad de Berasategui, como es el caso del rape asado con crema de maíz y patata, caramelo de bogavante y tallarines de chipirón o la ensalada de bogavante, virutas de cogollo y tomate confitado. Todo ello, con las mejores vistas de San Sebastián, desde el interior de un edificio premiado y admirado como es el de Rafael Moneo.
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