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No hay que olvidar que todos sus beneficios se producen cuando se trata de un consumo moderado.
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Estamos cansados de escuchar los grandes beneficios que para nuestro organismo presentan alimentos como las verduras, las hortalizas, las frutas... Sin embargo, también existen otros productos con, tal vez no tan buena prensa, que para sorpresa de muchos encierran grandes propiedades para la salud. Un buen ejemplo lo encontramos en el chocolate. Éstas son algunas de sus ‘virtudes’ fundamentales:
-Los flavonoides presentes en su composión actúan sobre el óxido nítrico de las sangre mejorando la función de los vasos sanguíneos, es decir la circulación. Es más, un estudio reciente realizado por el Instituto Nacional de Salud y Medioambiente de Bilhoven (en Holanda) demostró que quienes consumen de forma moderada alimentos con el cacao como ingrediente presentan una tensión arterial menor y unas tasas inferiores de mortalidad debido a enfermedades coronarias.
-Además, los flavonoides son un antioxidante natural, cuyo consumo reduce la oxidación de las células, retardando por tanto el envejecimiento.
-En su composición también encontramos hidratos de carbono, proteínas, minerales y grasas procedentes principalmente de la manteca de cacao (compuestas de un ácido graso llamado esteárico que, aún siendo saturado, se ha demostrado que, como el oleico, tiene un efecto neutro sobre los niveles de colesterol).
-Por otro lado, la ingesta de chocolate estimula la segregación de una hormona llamada serotonina que produce una placentera sensación de bienestar. De ahí que en más de una ocasión escuchemos que este alimento nos ayuda a mejorar el estado de ánimo.
-Asimismo, el chocolate es también un aliado de la belleza: las semillas de cacao tienen virtudes hidratantes, tonificantes y regeneradoras. Activan la circulación cutánea y contribuyen a tensar la piel. Por ello, no es extraño encontrarlo como ingrediente de cosméticos o como producto estrella de los masajes más regeneradores.
-También la medicina natural lo ha usado como remedio para quemaduras, combatir la tos, hidratar los labios secos, etc.
Todo ello, sin olvidar su magnífico sabor, capaz de protagonizar las recetas más suculentas. A continuación le proponemos algunas a modo de ejemplo:
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