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Gracias a las distintas variedades, el brécol se encuentra presente en el mercado durante todo el año.
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Cocido, guisado, rehogado, crudo... el brécol, como casi todas las verduras, acepta un buen número de preparaciones gastronómicas. Así por ejemplo, resulta delicioso como ingrediente de las más diversas ensaladas o como guarnición en platos de carne o pescado, aportando un toque no sólo de sabor y color sino también de salud. Y es que, este alimento, destaca especialmente por su alto contenido en vitamina C (116 miligramos por cada 100 gramos). Asimismo, es rico en fibra y en minerales como el sodio, el hierro, el magnesio y el calcio. Y lo mejor para quienes quieren o deben cuidar la silueta es que 100 gramos de brécol tan sólo aportan al organismo 30 calorías.
Otra buena noticia: al existir diversas variedades (el bróculi o brécol de agosto, el blanco de Roscoff, el verde calabrés, el de San Isidro...) los amantes de esta hortaliza pueden disfrutar de ella durante todo el año.
Algunos trucos y consejos
-En el brécol se come todo salvo las hojas, que convendrá quitar con un cuchillo pequeño y bien afilado.
-Al lavarlo conviene meterlo en agua helada, ya que así no perderá luego su bonito y decorativo color verde.
-Cuando lo compre, compruebe que el brécol está entero, limpio, con aspecto fresco y exento de humedad o lesiones, y calcule unos 200 gramos por comensal.
-Si lo va a cocer, hágalo una primera vez, métalo luego en agua helada y en el momento de ir a servirlo vuelva a calentarlo ligeramente al vapor.
-Para congelarlo, cuézalo unos minutos y métalo luego en agua helada. Escúrralo lo máximo posible y deje que se enfríe completamente. A continuación métalo en bolsas de plástico de las especiales para congelación.
-Si cortó todos los tallos a la misma altura y le sobran parte de éstos, puede hacer con ellos una rica crema.
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