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El Príncipe, en la recepción de la casa del embajador británico.
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Solicitó una copa de vino francés para la degustación.
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No cabe duda de que Carlos de Inglaterra es un gran embajador de su tierra y, lo más importante, un amante de la gastronomía de su país. Una vez más lo ha demostrado y, en esta ocasión, el escenario elegido ha sido París. En su primer viaje oficial a la ciudad del Sena, tras la muerte de la princesa Diana, el Príncipe acudió a una recepción en la residencia del embajador británico en la que manifestó su debilidad por el rosbif e invitó a todos los asistentes a degustar este pedacito de la cultura británica.
Además de resaltar las virtudes de este manjar, el príncipe de Gales encontró el acompañamiento perfecto ya que, en lugar de acompañarlo con un simple vaso de agua o un refresco, solicitó que se sirviese un vino, con estas palabras: “Nada mejor para ensalzar el sabor de la carne que un vaso de vino francés”.
Con una loncha de rosbif en una mano y un vaso de Chanteau Magdelaine Saint Emilion en la otra, Carlos de Inglaterra alabó este producto diciendo: “Este maravilloso pedazo de beef no es sólo un delicioso trozo de carne que nosotros disfrutamos comiendo. Esto es mucho más que eso, representa una cultura entera, el antiguo tapiz de una vida rural, la lucha contra los elementos de la naturaleza, el amor por la tierra, recuerdos de infancia y el conocimiento y la sabiduría aprendida de padres y abuelos”.
Rodeado de grandes ‘chefs’, disfrutó de los productos de su tierra y recibió los halagos de los que allí se dieron cita. Pierre Gagniare, el prestigioso ‘chef’ francés premiado con tres estrellas de la ‘Guía Roja’ señaló que era maravilloso que el Príncipe hubiese venido para mostrar que “nosotros no tenemos ningún problema con el beef.
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