Las grandes firmas de lujo están retomando la costumbre de bautizar sus bolsos con nombres reconocibles. Tradicionalmente, se correspondía con aquellas celebridades que, en uno u otro momento, servían de inspiración para el diseño en concreto: Dior nos trajo el Lady Dior-por-Lady-Di, Hermès, el Kelly-por-Grace-Kelly, o Mulberry, el Alexa-por-Alexa-Chung.
En los últimos tiempos, Givenchy nos ha sorprendido con el Kenny-por-Kendall-Jenner (en la foto), un gesto que no veíamos desde hace años, y que aspira a representar la jugada de marketing perfecta. ¿En qué consiste? La famosa, llena de orgullo, luce el diseño, ofreciendo publicidad gratuita, mientras que el gran público, ante su visión, reconoce la asociación con la marca. Todo, con plena legitimidad y credibilidad. ¡Una maravilla!
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Nombres propios y abstractos
Sin embargo, recientemente han surgido nuevas creaciones de nombres rotundos, como el bolso Luna, de Loewe, o 22, de Chanel, que juegan a la abstracción, lejos de la asociación con mujeres de carne y hueso. Una disociación entre productos y personajes en línea con la ruta hacia el metaverso que tantas firmas de moda han emprendido, y unida a la digitalización del retail de lujo: bautizar una creación supone asociarle una palabra clave, concederle identidad digital propia... mejor si es independiente de otra persona, ¿no?
Entre su vida personal y profesional, bastantes resultados online arrojan ya las celebridades como para lograr posicionar entre ellas su accesorio homónimo. ¿Acaso no tendría más sentido dotar a la pieza de un nombre propio a la vez que abstracto y desarrollar toda una historia en torno al mismo, aunque vinculada a una o varias embajadoras?
Esta tendencia se alinearía con las últimas declaraciones de Michael Stanley (socio de la agencia GSD Creatives y experto en alianzas entre marcas y personajes). El experto defiende que las firmas de lujo tienen más oportunidades de crear sinergias efectivas con personas que cuenten con menos de un millón de seguidores en Instagram y menos de cinco millones en TikTok. ¿El motivo? La calidad prima sobre la cantidad; el gran público condena la impostura en las collabs, y cobra relevancia la credibilidad.
De este modo particularmente marcado por el naming, asistimos a la vuelta de los it-bags: esos bolsos con nombres tan sonados que no necesitan apellidos. Aquí van algunos de los más deseados.
Luna
Así, en español, ha designado Loewe su nueva interpretación del clásico bolso hobo, que adopta la forma de una luna creciente, y cuenta con asa corta para que lo cuelgues del hombro. Puedes encontrarlo enteramente en piel de becerro o, como en la imagen, combinado con el anagrama en lona. Recuerda su nombre: Luna; pronto lo verás por todas partes.
En la imagen, bolso 'LOEWE Luna' de piel de ternera satinada y jacquard en verde aguacate (1.850 euros).
Cleo
Estamos ante una de las primeras piezas fruto de la sinergia entre Raf Simons y Miuccia Prada, y sin embargo, se trata de una reinterpretación de aquel célebre minibolso de nailon de los años 90. El resultado trae de cabeza a toda la Generación Z, incluida Olimpia de Grecia, que posee la versión de strass. En cuanto a quién es Cleo, lo sentimos, pero es un misterio. Así funcionan las cosas en Prada.
En la foto, bandolera de piel cepillada 'Prada Cleo' en color escarlata (1.950 euros).
22
De acuerdo, no es un nombre de mujer, pero la numerología es fundamental en Chanel, que ya marcó un hito cuando lanzó el bolso 2.55. 22 es la nueva creación de Virginie Viard, y su denominación hace referencia, por un lado, al año de su lanzamiento, y por otro a Nº 22, la fragancia que la Casa de la Camelia concibió después del perfume Nº 5. Deliciosamente cómodo, está disponible en tres tamaños y formato mochila.
En la imagen, bolso 'Chanel 22' en piel de ternera azul marino con brillo y detalles dorados (4.700 euros).
Lady Dior
Probablemente ya supieras que este diseño fue ideado en 1995 para Diana de Gales por el equipo creativo de Dior, liderado entonces por Gianfranco Ferré. Sin embargo quizá no estuvieras al tanto de que se trata de un rediseño del modelo Chouchou (favorito, en francés), un bolsito de mano con asas en cuero negro, concebido en 1994. La Princesa lo recibió como regalo de Bernardette Chirac, Primera Dama francesa de la época.
En la imagen, bolso 'Lady Dior' pequeño en piel de becerro rosa vivo con motivo Cannage (4.000 euros).
Kenny
¿Recuerdas aquellos bolsitos alargados y de asa corta que utilizábamos durante los 2000? Pues ahí radica la inspiración del nuevo modelo de Givenchy, con silueta croissant. Su musa es Kendall Kenner, que también protagoniza la nueva campaña de la firma, fotografiada por Heji Shin y con edición del artista Josh Smith.
En la imagen, bolso 'Kenny' pequeño en piel suave de color malva (1.790 euros).
Kelly
Durante los años 30, el clutch imperaba hasta el punto de que esta creación de Robert Dumas (algo más grande que cualquier bolso de mano del momento) se antojó un símbolo de liberación femenina. En 1957 (21 años después de su creación), Gracia de Mónaco lo llevó al estrellato: ya utilizaba este bolso de Hermès de forma cotidiana, pero acaparó todos los flashes cuando la Princesa comenzó a utilizarlo para intentar ocultar su incipiente embarazo. Aquello fue tan sonado que el complemento fue renombrado por los medios como El Kelly.
En la imagen, bolso 'Kelly' clásico en piel burdeos (c.p.v.).
Jackie 1961
En 1961, Gucci ideó este bolso de diseño unisex, que incorporaba los herrajes dorados característicos de su herencia hípica. A Jackie Kennedy le gustaba tanto que lo tenía en varios colores y formatos, lo que condujo al accesorio a la metonimia. En 1999, lo reinterpretó Tom Ford, en 2009, Frida Giannini, y por supuesto, el actual director creativo, Alessandro Michele, ha hecho lo propio, rebautizándolo como Jackie 1961.
En la imagen, bolso de hombro 'Jackie 1961' en piel blanca con hebilla dorada (c.p.v.).