En un acto celebrado en Londres a finales de noviembre, pocas semanas después de darse a conocer el embarazo, la Duquesa de Sussex soprendió con un conjunto dos piezas con una silueta inusual. El estilismo estaba formado, por un lado, por un top de pedrería de Safiyaa con escote palabra de honor al que Meghan Markle añadió unos tirantes (quizá para ceñirse al código de vestuario o para estar más cómoda) que emulaban un escote halter y, por otro, una falda larga y fluida que se alargaba más allá del suelo. Una forma de suavizar las curvas de su incipiente baby bump y estilizar la figura, algo que consigue además al añadir una banda negra a su cintura, un elemento que tampoco se encuentra en el modelo original.