Cuando Thomas Burberry diseñó la primera gabardina en 1914 -por encargo del ejército británico durante la Primera Guerra Mundial, con el objetivo de vestir a sus soldados con una prenda resistente e impermeable- difícilmente podía augurar el éxito de este tipo de abrigo, que apenas ha sufrido cambios perceptibles a lo largo de más de un siglo. Se ha convertido en el recurso infalible en los días de lluvia en gran parte del globo pero, en un mundo cada vez más cambiante y una industria (la de la moda) amiga de las novedades constantes no es de extrañar que el clásico trench comparta, poco a poco, su popularidad con otras propuestas. En este sentido, los abrigos acharolados, glossy o de efecto vinilo se dibujan como una alternativa de tendencia, juvenil, fácil de llevar y de adaptar a cualquier estilo. En la imagen, la modelo Georgia Fowler en la Semana de la Moda de Nueva York con un diseño de Georgia Alice, una de las firmas independientes que han contribuido al éxito de estas piezas.