Audrey Hepburn a Jackie Kennedy: 12 motivos por los que echaremos de menos a Hubert de Givenchy

Imaginó los mejores estilismos de la Historia del cine, engrandeció la costura francesa y vistió a las mujeres más elegantes del siglo XX. Con la muerte de Hubert de Givenchy desaparece uno de los grandes creadores de la época dorada de la moda. Un nombre que encarna la nostalgia de unos años en los que Audrey Hepburn, Jackie Kennedy, Grace Kelly o la Duquesa de Windsor paseaban por medio mundo sus sofisticados vestidos. "No quería una casa de Alta costura clásica. Mi idea era crear una gran tienda donde las mujeres pudieran vestirse con imaginación y simplicidad. Prendas fáciles de llevar, durante un viaje, elaboradas en maravillosas telas pero a precios asequibles”, comentó en una ocasión el creador galo. Un deseo que cumplió con creces y que hizo de él uno de los grandes nombres de la costura.

Sabrina

Hubert de Givenchy y Audrey Hepburn se conocieron a mediados de los 50, durante el rodaje de Sabrina. Pese a que en un primer momento el diseñador rechazó la propuesta de vestirla, finalmente cayó rendido ante el encanto de la actriz. A partir de ese momento, el francés y su musa se volvieron inseparables. "Fue Hubert de Givenchy quien imaginó mi look, mi estilo y mi silueta. Cuando me viste él no me da miedo nada", declaró en una ocasión la intérprete.

Escote Sabrina

La amistad entre el creador y la actriz permitió a esta última llevar prendas pensadas especialmente para ella, como este diseño negro con cuello caja que lució en el rodaje de Sabrina. Audrey Hepburn le pidió a Givenchy un vestido con los hombros al aire, pero pensado de tal forma que escondiera su clavícula. Tras el rodaje, el diseñador bautizó este modelo como "escote Sabrina".

Legado Balenciaga

Uno de los referentes más importantes en el trabajo de Givenchy fue Cristóbal Balenciaga. Desde que se conocieron en Nueva York, a principios de los 50, el español se convirtió en su mentor. Una influencia presente a lo largo de toda su carrera y que destaca por la mezcla de sobriedad y sofisticación en sus diseños.

Una cara con ángel

En 1957, el diseñador y la actriz volvieron a trabajar juntos para imaginar uno de los vestidos de novia más icónicos de la Historia del cine. Un diseño corto, con escote Sabrina, con el que Audrey Hepburn le dio el "sí quiero" a su compañero de reparto, Fred Astaire.

Desayuno con diamantes

En 1961 tuvo lugar el estreno de la película más famosa de Audrey Hepburn; una cinta en la que la actriz luce su célebre vestido negro con collar de perlas. Para vestir a Holly Golightly, la protagonista de Desayunos con diamantes, el diseñador combinó en este little black dress con espalda descubierta, la elegancia de francesa con el chic neoyorquino.

Señas de identidad

Además de su célebre blusa bettina (bautizada así en honor a la modelo Bettina Graziani), con la que abrió su primer desfile Alta Costura en 1952, el creador galo imaginó prendas que ponían en valor el lado más femenino de las mujeres: mangas con volantes, siluetas alargadas, vestidos camiseros, blusas de inspiración bohemias, etc.

Jackie Kennedy

En 1961, el mismo año que se estrenó Desayuno con diamantes, Hubert de Givenchy vistió a Jackie Kennedy durante su visita oficial a Francia. En aquel viaje, la mujer de J.F Kennedy recibió los halagos del Presidente Charles de Gaulle por la elección de sus estilismos.

El éxito de la sencillez

Pionero del chic desenfadado, el creador quiso vestir a la mujer de su época de forma femenina, pero sin grandes artificios.

Capucine

La modelo y actriz Capucine vistió uno de los diseños más emblemáticos de Givenchy, durante un baile celebrado en Versalles en 1952. Confeccionado en seda y encaje con pedrería es una de las joyas de la casa francesa ya que es uno de los primeros modelos imaginados por el diseñador.

Dos piezas

El creador francés fue pionero en la idea de proponer a sus clientas separables; es decir vender de forma independiente chaquetas y faldas a juego. Gracias a esta iniciativa permitió a las mujeres de su época vestir bien, sin necesidad de desembolsar grandes cantidades de dinero.