He aquí una cuestión que seguramente te has planteado en más de una ocasión: ¿por qué nos gusta ir de compras? Este plan -considerado fenómeno social- puede levantarnos el ánimo más que una sesión de meditación, y no lo decimos nosotras, sino la ciencia y el espejo de los probadores. La idea de adentrarse en una tienda, recorrer sus pasillos y estanterías para conocer las novedades de nuestras marcas favoritas, es placentera, ya sea acompañada de una amiga o contigo misma.
¿Cuántas horas habrás invertido en tan solo mirar ropa y ropa (ya sea online o presencial)? Más tiempo que en comprar alguna pieza, ¿verdad? El hecho de desplazarse a estos rincones, o incluso abrir la aplicación de la firma en el teléfono móvil, nos proporciona un espacio de desconexión con el mundo real. Es decir, nos ayuda a evadirnos de lo exterior y nos hace viajar a otra dimensión, en la que la moda es la principal protagonista. Está demostrado que vernos guapas eleva nuestra autoestima. Hay tantos flecos sueltos que hemos hablado con Pedro Mir, profesor de ISEM Fashion Business School (Universidad de Navarra), para que nos explique qué sucede en la mente durante estos momentos.
"La relación entre la moda y nuestro estado de ánimo es bidireccional y profundamente arraigada en mecanismos psicológicos complejos. Según algunas teorías (Galinsky) la vestimenta no solo refleja las emociones, sino que puede alterarlas significativamente. Como dice la Dra. Caroly Mair, 'la ropa que elegimos usar constituye una segunda piel psicológica', es decir, funcionan como un mecanismo de comunicación no verbal con uno mismo y el mundo exterior.
Según las investigaciones, el entrevistado nos asegura que aproximadamente el 96% del estado de ánimo puede verse influenciado por la percepción de nuestra apariencia. "Este fenómeno, conocido como Enclothed Cognition (cognición vestida), demuestra cómo las prendas que seleccionamos pueden transformar la experiencia psicológica".
Seguramente, te sentirás identificada cuando nos referimos a las compras impulsivas, que por supuesto no necesitabas, un comportamiento cada vez más presente en las generaciones. "El acto de adquirir prendas nuevas o arreglarnos, activa varios circuitos de recompensa neurológicos, liberando neurotransmisores como la dopamina, conocida como la molécula del placer. Esto representa una forma de renovación personal y autoexpresión, un nuevo comienzo simbólico, una declaración de intenciones sobre quiénes somos o queremos ser", reflexiona el profesor sobre por qué comprar nos hace felices.
Nos hemos preguntado si ir de compras puede ser una forma de autocuidado emocional, a lo que el profesor Mir nos responde: "Sí puede constituir una forma legítima cuando se aborda conscientemente. La Self-Determination Theory (Teoría de la Autodeterminación) sugiere que cuando las compras satisfacen las necesidades psicológicas básicas -autonomía, competencia y relación- pueden contribuir genuinamente al bienestar. El componente más terapéutico no es necesariamente la adquisición, sino el proceso de exploración y autoconocimiento, es una forma de agencia personal que nos permite ejercer control sobre aspectos de la vida cuando otros parecen incontrolables".
¿Cómo influye vernos bien con la autoestima? ¿Es real o una teoría sin fundamentos? "Cuando nos sentimos bien con nuestra imagen, activamos un circuito neurológico de retroalimentación positiva. Este fenómeno aumenta la sensación de autoeficacia y reduce la ansiedad social. La relación entre la apariencia percibida y la autoestima está fundamentada en la Looking-Glass Self Theory (Teoría del Yo Especular), que postula que la autoimagen se construye significativamente a partir de cómo creemos que los demás nos perciben", dice el experto.
Los estudios neuropsicológicos han demostrado que la visión positiva activa regiones cerebrales asociadas con la recompensa y reduce la actividad en áreas vinculadas con la autocrítica, "lo interesante es que este efecto persiste, ¡incluso cuando no estamos interactuando socialmente! Lo que sugiere un mecanismo interno profundamente arraigado", nos comenta Mir. Y es que no se trata de simplemente añadir ropa al armario, sino de cómo te hace sentir.
"Nuestra apariencia funciona como un mecanismo de 'anclaje identitario' en situaciones de cambio o incertidumbre. Los investigadores han documentado que aquellas que experimentan coherencia entre su estilo personal y su identidad, reportan niveles de autoestima hasta un 31% más altos que quienes sienten desconexión entre ambos aspectos". Así que la próxima vez que te pruebes ese vestido que te hace sonreír frente al espejo, recuerda que no es solo moda: es una forma de cuidarte, de reconectar contigo y recordarte lo bien que te sienta sentirte bien.