Robert De Niro trabajó como taxista en Nueva York durante varias semanas para preparar su personaje en Taxi Driver (1976). Heath Ledger se encerró solo durante un mes en un hotel, donde escribió un enigmático diario y ensayó de forma obsesiva para meterse en la piel de Joker en El caballero Oscuro (2008). Y Natalie Portman practicó ballet durante un año, cinco horas cada día de la semana, para lograr grabar el 90% de las escenas de Cisne negro (2010) sin doble, con un exigente entrenamiento que derivó en una lesión de costillas.
Datos curiosos que explican el método de interpretación que acuñó el ruso Konstantin Stanislavski a finales del siglo XIX, con la idea de que los actores deben vivir y experimentar sus personajes de manera auténtica. Una práctica también conocida como method actingque en los últimos años las intérpretes han llevado también a la alfombra roja, posando con diseños inspirados en sus películas y creando así una poderosa alianza entre cine y moda.
Ariana Grande, la última en aplicar el método Stanislavski con sus looks
El 22 de noviembre llega a los cines Wicked tras dos años de rodaje, uno de los estrenos más esperados del 2024 inspirado en la historia previa a todo lo que ocurre en El mago de Oz. La película musical supone el debut de Ariana Grande en la gran pantalla, que hace unos meses nos advertía asegurando que no estábamos preparadas para ver todos los looks que tenía en mente para promocionar la cinta. Y es que la cantante ha lucido en cada premier vestidos de ensueño inspirados en la estética de Glinda, su personaje en la ficción.
El rosa ha sido el color que ha bañado la mayor parte de sus estilismos, creaciones de princesa firmadas por Vivienne Weswood, Ralph Lauren o Thom Browne con las que se ha mimetizado perfectamente con ese estilo dulce y coquette de la bruja buena del cuento. Algo que también ha aplicado la actriz Cynthia Erivo con sus elecciones, en colores negros y verdes (los que definen a su personaje, Elphaba, la malvada bruja del oeste), posando con diseños de Louis Vuitton o Schiaparelli.
Los inicios del método Stanislavski en la alfombra roja
Durante los dos últimos años no hemos dejado de ver a las actrices aplicar esta fórmula en cada presentación, convirtiéndolo casi en un requisito, pero también en una forma ingeniosa de promocionar sus películas más allá de las entrevistas que conceden o de su aparición en programas de televisión. Sus looks generan una mayor atención mediática, un refuerzo de la narrativa y a la vez un buen escaparate para que se luzcan las firmas.
Pero esta alianza entre cine y moda no es nueva. De hecho, fue durante la década de los noventa cuando algunas celebrities empezaron a ponerla en práctica. En aquellos años las alfombras rojas y los desfiles de moda (especialmente la Alta Costura) comenzaron a influenciarse mutuamente. Icónico fue el vestido que llevó Geena David en 1992 durante el estreno de Ellas dan el golpe, haciendo un guiño al béisbol con aquel diseño de Nicole Miller en color blanco, que contaba con pespuntes emulando las costuras de una pelota.
También Sigourney Weaver revolucionó la alfombra roja en 1997 haciendo un sutil guiño a la película Alien: resurrection, con un vestido semitransparente de aires futuristas, con bajo asimétrico, que está considerado como uno de sus conjuntos más icónicos.
Margot Robbie, ejemplo de 'method dressing'
Fue en 2023 durante la promoción de Barbie, cuando la australiana se coronó como la chica estrella de la alfombra roja. Se metió literalmente en el papel de la famosa muñeca en cada presentación, luciendo diseños inspirados en el vestuario del juguete más famoso de Mattel. Un titánico trabajo de moda perfectamente estudiado del que se encargó su estilista, Andrew Mukamal, que más tarde publicó el libro Barbie World Tour, detallando las curiosidades tras la confección de sus looks.
Valentino, Prada, Hervé Léger, Chanel, Versace... Todas las grandes firmas colaboraron en su vestuario. Según recogió el portal WWD basándose en datos de Launchmetrics, la aparición de Margot Robbie en la premier de Barbie en Los Ángeles, con aquel vestido de Alta Costura de Schiaparelli inspirado en los sesenta, tuvo un gran impacto mediático para la firma italiana, generando 2,1 millones de dólares. Un valor equivalente a más de la mitad que el propio desfile de Schiaparelli Otoño/Invierno 2023 tuvo ese mismo año, que generó 4,1 millones de dólares en VIM (Media Impact Value).
Zendaya, la reina del método Stanislavski aplicado a la moda
"Los looks son una extensión del vestuario de la película. Son intencionados y con un propósito", declaró el estilista de Zendaya, Law Roach, a la edición británica de Vogue a principios de año. Y es que la actriz lleva usando esta táctica desde hace años: en 2021 causó sensación con un diseño arácnido de Alta Costura, una creación de Valentino confeccionada en exclusiva para ella, que se hizo viral en las redes.
Para cada proyecto que ha estrenado, ha posado con diseños que le rendían homenaje, siendo Dune y Rivales las dos películas más destacadas. Para la segunda entrega del filme basado en la novela de Frank Herbert, impactó con una pieza de metal surrealista y de lo más complicada de llevar, creada por Thierry Mugler en 1995.
Anya Taylor-Joy, la revelación del 2024
Siguiendo los pasos de Zendaya, la intérprete británica de raíces argentinas demostraba su compromiso con los personajes que ha interpretado este año, utilizando su vestimenta para conectar con ellos. Lo demostraba también en Dune: parte dos y en Furiosa: de la saga Mad Max, para la que apostó por una estética fantástica, luciendo creaciones como esta, un diseño vintage de Paco Rabanne de Primavera/verano 1996, confeccionado a partir de piezas metalizadas y púas.
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Y aunque en menor medida, otras actrices como Dakota Johnson o Sydney Sweeney también han puesto en práctica esta sinergia que impulsa el éxito y la visibilidad tanto de la moda como del cine. No solo capturan la atención de los medios y el público con sus looks, sino que también fortalecen sus personajes y la autenticidad de sus actuaciones.