Ya sea podando las rosas de su jardín, o estudiando los últimos diseños para su firma de calzado, Penelope Chilvers nunca está más inspirada que cuando está en su casa de Cotswolds. Una propiedad de 400 años de antigüedad, que originalmente era una hilera de casas unidas entre sí. La diseñadora, entre cuyos famosos clientes se encuentra la princesa de Gales, Cate Blanchett y Amal Clooney, la compró junto a su marido, Steve Hastings, poco antes de que llegara la pandemia en 2020.
“Es el mejor lugar para pensar y crear”, nos dice cuando charlamos durante la exclusiva sesión de fotos. En estas imágenes, en las que posa con sus hijas y su nieto, descubrimos su universo creativo y el secreto de su éxito.
Gusto por lo vintage
Penelope se formó como pintora y diseñadora de interiores, por lo que ha sabido cómo transmitir su sello distintivo a su casa. Los tonos rosas y verdes reflejan su amor por las flores y la vegetación del cuidado jardín, mientras que su pasión por las tiendas de segunda mano y antigüedades también se hace evidente en muchos de los rincones de la casa. Como ella misma nos dice: “Cuando empezamos a pensar en un refugio rural, ya tenía una idea clara de lo que quería, y no deseaba comprar nada nuevo; preferí que todo fuera de segunda mano. Estas casas antiguas son perfectas para los muebles antiguos, y compramos muchos junto con la casa, incluidas algunas de las cortinas”.
Armonía familiar
Nuestra protagonista decoró y restauró todas las habitaciones personalmente, durante el confinamiento, que pasó con su marido Steve; y sus hijas África y Gemma. “Pensábamos que sería una semana, pero terminamos viviendo juntos durante más de un año”, nos cuenta la diseñadora. Tanto África como Gemma forman parte importante de la empresa materna. Cuando les preguntan cómo es trabajar en familia, África lo tiene claro: “tengo mucha suerte de poder ir a la oficina y verlas a las dos cada día. Algo que corrobora Penelope: “hablamos el mismo idioma, así que llegamos al objetivo más rápido que nadie”.
Un cambio crucial
Sus dos hijas describen a Penelope como “increíblemente creativa”. África suele acompañarla a los talleres de Andalucía, donde se fabrican las botas y los zapatos de la firma: “viajamos mucho juntas, y nunca hay un momento aburrido con ella. Este fuerte vínculo madre-hijas se hizo más sólido cuando llegaron a Reino Unido, desde Barcelona, para comenzar una nueva vida. Penelope compaginó el cuidado de las niñas con la creación de su negocio. Como nos explica África: “Fue un cambio enorme, no se trata solo de mudarte y dejar a tu padre, es dejar: familia, escuela, amigos, ¡tu vida!”. A lo que Gemma, que se siente muy afín a sus raíces españolas, añade: “ni siquiera hablábamos mucho inglés cuando nos mudamos”.
España como inspiración
Para sacar adelante a su familia, la diseñadora Penelope Chilvers intentó mantener el negocio de diseño de interiores que tenía en Barcelona, “pero no es fácil vivir en un país y trabajar en otro”, confiesa. En cambio, España sí le sirvió de inspiración y, utilizando sus habilidades como artista plástica, diseñó una variación de la bota de montar tradicional española, que encargó a unos artesanos tradicionales de Andalucía, en 2002. La bota larga con borlas fue un éxito instantáneo.
Clienta royal
Aunque aún no había RRSS como las conocemos hoy, las botas se vendían en cuanto aparecían. “Creo que fue una cuestión de suerte, y de determinación por mi parte”, dice Penelope. Dos años después, la mismísima princesa de Gales se convirtió en su clienta más famosa. “Ha sido maravilloso para nosotros y le estaré eternamente agradecida, porque todo lo que ella lleva a la gente le encanta. Es un referente maravilloso, ya que no solo tiene un gran estilo, sino que también lleva mucho tiempo usando nuestras botas”, añade. “Además, apuesta en lo que no es nuevo, algo en lo que yo también creo”.
Proyectos futuros
Nuestra anfitriona está a punto de lanzar una nueva colección inspirada en el mundo safari. Y sueña con abrir una tienda en el campo, “de calzado para la vida rural, donde pueda mostrar realmente el trabajo de nuestros artesanos”. Cuando le preguntamos si entra en sus planes que sus hijas hereden el negocio algún día, Penelope lo tiene claro: “no, ni de lejos. Un negocio es una maravilla cuando crece con éxito como el nuestro, así que, mientras haya demanda, seguiré trabajando en ello. Tengo mucha suerte”.