Aunque hasta la fecha se han celebrado 33 ediciones de los Juegos Olímpicos de la era moderna (su origen se remonta a la antigua Grecia, pero el formato que hoy conocemos se creó en 1894 con la fundación del Comité), nos atrevemos a decir que este es el año en el que la moda está teniendo su papel más relevante en el que es el mayor evento deportivo del mundo. Algo que intuíamos cuando los diferentes países presentaban sus uniformes a principios de julio, con el apabullante éxito de Mongolia y su equipación viral firmada por Michel & Amazonka, una creación tan exquisita como poderosa, considerada por muchos como la mejor del 2024, que ha logrado poner a sus diseñadoras en el centro de las conversaciones.
Es, además, la primera vez que un gigante de la industria como el conglomerado LVMH se asocia con la organización, convirtiéndose en patrocinadores y logrando así la unión más importante entre deporte y lujo que se ha visto hasta la fecha. Dior fue protagonista en la ceremonia de inauguración vistiendo a Céline Dion, Lady Gaga, Aya Nakamura y sus respectivos bailarines -entre otros-, con un trabajo titánico previo en sus atelieres parisinos, calificado por el propio grupo como "una proeza creativa" en la que tuvieron que movilizar el histórico taller del 30 de Montaigne y a las bordadoras de la maison, que dedicaron miles de horas a los diseños.
También Louis Vuitton y Berluti han estado presentes, el primero creando los baúles donde se guardan las medallas o vistiendo al rapero Rim'K en la apertura, y el segundo, a través de los uniformes a medida de los atletas y entrenadores franceses.
Y no han sido las únicas firmas que han querido aprovechar el escaparate tan rentable que ofrecen los Juegos Olímpicos, cuya audiencia se estima en más de 3.000 millones de espectadores. Durante las diferentes competiciones hemos sido testigos también de anécdotas de lujo como la que protagonizaba Simone Biles con su exclusivo maillot de Swarovski.
La gimnasta aparecía el lunes con un traje confeccionado a medida con 6.359 cristales de la marca en diferentes colores, formando estrellas como guiño a la bandera de Estados Unidos. Valorado en más de 3.000 euros, es el uniforme de gimnasta más caro hasta la fecha en los Juegos Olímpicos.
Pero antes de que la moda revolucionase por completo los Juegos Olímpicos de 2024, esta ya se había colado en otras ediciones dejándonos momentazos para la historia. Repasamos algunos de los más reseñables desde la década de los ochenta hasta ahora.
Katarina Witt, una princesa sobre el hielo (1988)
Considerada como una de las mejores patinadoras de la historia, no solo destacaba en la pista de hielo por su talento -con 22 años había ganado tres campeonatos del mundo, seis de Europa y una medalla de oro-, sino por sus particulares elecciones de estilo. Los trajes con los que competía siempre tenían una temática: desde cowgirl hasta toques flamencos, pasando por el que es probablemente el más memorable. Aquel que lució desafiante en los Juegos Olímpicos de invierno en Canadá, un uniforme repleto de cristales y plumas que por primera vez no incluía la falda reglamentaria que exigía la organización en esta disciplina.
El homenaje a Dalí de las sirenas españolas (2004)
Aquellos Juegos Olímpicos de Atenas en los que el rey Felipe VI y doña Letizia protagonizaron momentos de lo más románticos en las gradas, pues acababan de darse el 'sí, quiero', fueron también una ocasión para disfrutar de algunos de los uniformes más bonitos del equipo español de natación sincronizada. Inolvidables son aquellos bañadores que las sirenas lucieron en homenaje al pintor Salvador Dalí, coincidiendo con el centenario del aniversario de su nacimiento, con el famoso retrato del artista en el que sostiene una estrella de mar sobre un ojo.
Ralph Lauren y el equipo olímpico estadounidense (2008)
Es una de las relaciones más consolidadas de los Juegos Olímpicos: comenzó en Pekín cuando Ralph Lauren diseñó por primera vez los conjuntos del equipo estadounidense para la ceremonia de apertura, evocando la herencia y el legado de 1920 y 1930, como indican desde los archivos de la firma. Trajes de chaquetas entalladas, pantalones marfil, pañuelos de seda, gorras de sarga... Un auténtico despliegue de la estética Old Money tan asociada a la casa de modas. Hasta la fecha, sigue siendo esta quien cada edición se encarga de confeccionar los trajes de los atletas del país.
Te recomendamos
Cathy Freeman, un traje de superheroína (2000)
Han pasado más de dos décadas desde que la legendaria velocista australiana se alzase con el oro en Sídney, y además, lo lograse con una equipación legendaria. No se había visto antes un traje como el suyo, diseñado para correr los 400 metros con un mono largo con capucha, diseñado por Nike para ser aerodinámico y reducir la resistencia.
Stella McCartney y el 'boom' de las colaboraciones deportivas (2012)
En los últimos años hemos visto a firmas de deporte asociarse con casas de lujo para lanzar colecciones cápsulas, como Maison Margiela con Reebok (2021), Louis Vuitton y Nike (2022)... Alianzas que bien podrían encontrar su origen en una de las pioneras: la diseñadora Stella McCartney, que para los Juegos Olímpicos de Londres su unió a Adidas creando una de las equipaciones más icónicas que los atletas británicos lucieron durante las competiciones, produciendo más de 175.000 prendas.
Michael Johnson y sus icónicas zapatillas doradas (1996)
Antes del traje de Cathy Freeman, Nike ya se había atrevido a revolucionar la moda deportiva de los noventa con una de las zapatillas de running más legendarias. Parecían un spoiler de lo que sucedería en aquellos Juegos Olímpicos de Atlanta: unas sneakers doradas para el atleta Michael Johnson, que se alzó después con dos medallas de oro. Las imágenes del deportista corriendo con este calzado único dieron la vuelta al mundo, y aunque sus zapatillas nunca se produjeron en serie para venderse (ni siquiera les dieron un nombre), sirvió a la marca como una gran estrategia de marketing.
Christian Louboutin viste a Cuba (2016)
Su especialidad siempre han sido los zapatos, por eso sorprendió cuando en los Juegos Olímpicos de Río la firma homónima del modisto francés, se encargó de confeccionar la vestimenta de los deportistas cubanos. Por supuesto, destacaba su original calzado, inspirado en los colores, las rayas y la estrella de la bandera del país.