Del 1 al 14 de julio se celebra en Inglaterra el campeonato de tenis más antiguo del mundo: el torneo de Wimbeldon no solo reúne en esta región del suroeste de Londres a deportistas de alto nivel, sino también a rostros conocidos que no quieren perder la oportunidad de ver los partidos desde la grada. Convertido en un evento social de lo más prestigioso, cada año reúne a diferentes celebrities que acuden cumpliendo la etiqueta de un evento como este, todo un despliegue de estilismos que oscilan entre la estética Old Money y el lujo silencioso. Un dresscode que cumplían esta semana Amelia y Eliza Spencer, quienes acudían acompañadas de sus respectivas parejas.
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Las hijas de Charles Spencer, hermano de Diana de Gales, se dejaban ver por el estadio coordinando una vez más sus conjuntos, algo que suelen hacer a menudo cuando posan juntas en eventos. Y es que las gemelas de 31 años son inseparables, ambas han formado un tándem conquistando con su estilo a diferentes firmas de moda y joyería para las que se han convertido en su imagen, como Boodles, Cartier o Brunello Cucinelli. Las hermanas apostaban en esta ocasión por atuendos monocromáticos con dos elegantes trajes de lino, uno de los tejidos estrella para vestir bien durante los meses más calurosos.
Amelia optaba por un dos piezas en color verde claro de Holland Cooper, firma británica especializada en sastrería. Una americana entallada con botones dorados que combinaban con los de su pantalón recto de cintura alta, completando su sencillo pero acertado look con una camiseta básica y unos zapatos de tacón con puntera afilada. También por la moda sartorial se decantaba Eliza, aunque en su caso con un traje blanco de la misma marca a juego con unas sandalias de tacón y bolso con cierre metalizado.
Parece que las royals han convertido esta prenda en su apuesta segura cuando se trata de armar conjuntos de invitada sofisticados, pero que no requieren mucho esfuerzo. El mes pasado posaban en una fiesta en Venecia también con trajes a juego y escogieron modelos similares durante la Cartier Queen's Cup. Una elección que nos ha recordado al armario de su tía, Diana de Gales, quien logró convertir precisamente los dos piezas de lino en esenciales de su fondo de armario a finales de los noventa.
La que fue esposa del rey Carlos III dio un giro significativo a sus estilismos a medida que fue desvinculándose de la casa real. Aunque el lino ya era uno de sus tejidos favoritos cuando todavía estaba casada con el monarca, los trajes que llevaba se componían a menudo de una americana a juego con una falda midi. Fue especialmente en los noventa cuando la sustituyó por el pantalón largo, escogiendo conjuntos en un mismo color para sus diferentes compromisos, como estos que lució en 1997.