Nos acercamos a la temporada donde, gracias al buen tiempo, podemos enseñar los pies y lucir zapatos superelegantes y estilosos. Sandalias con el talón descubierto, tacones, plataformas... existe una gran variedad de este estilo de zapatos que podemos usar en el día a día o en eventos más especiales como bodas o comuniones. Es cierto que este tipo de calzado multiplica la sofisticación de cualquier look, pero muchas veces pueden ser incómodos y hacer daño. Y como compartir es de guapas, en este artículo te damos algunos trucos para evitar esto a toda costa, y así ir cómoda y elegante a donde sea.
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Escoger bien el material
Un factor clave que determinara si nos hace daño o no un zapato es el material, ya que está en completo contacto con la piel. Lo más importante de las sandalias y zapatos de invitada es que tengan una transpiración idónea y se adapten al pie. Se recomienda usar zapatos de materiales lo más naturales posible, porque cuanto más sintético, en general, menos transpiran y más rozaduras podrían causar.
Haz pruebas
Antes de usar por primera vez o después de mucho tiempo tus sandalias o zapatos de invitada, te recomendamos que los uses por casa, sobre todo si son altos, o en tus jornadas laborables, si es que no vas a estar mucho tiempo de pie, para que se vayan adaptando y amoldando. A este truco además se le puede añadir una microtendencia, que es usar calcetines o medias para se vayan ensanchando sin hacerte ninguna rozadura.
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Caminar erguida
La forma en la que caminas, puede ayudarte a no tener dolores en el momento y sobre todo después de llevar zapatos de tacón o sandalias. Está claro que vamos a evitar a toda costa caminar encorvadas, pero a veces con este tipo de zapatos cuesta un poco más. Caminar recta y erguida, primero apoyando el talón y luego la punta, hará que nos ahorremos muchos dolores y heridas. Además, para no hacernos daño en las articulaciones, te recomendamos que si llevas tacones, fortalezcas los músculos del core, es decir, abdominales, lumbares y glúteos.
Descanso
No se nos puede olvidar descansar los pies cuando llevemos sobre todo tacones, por muy bajitos que sean, como unos kitten heels. Aunque no nos duelan, es mejor darles un respiro a nuestros pies y sentarnos un rato para prevenir. Eso sí, ni se te ocurra quitártelos, porque los pies se te hincharán y al ponértelos de nuevo te harán daño. Lo más recomendable es sentarte con las piernas cruzadas o estiradas.
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Plantillas y geles
Esta primavera, pueden ser tus mejores aliados. Una plantilla en la parte trasera o delantera del tacón o la sandalia, hará que tu pie se ajuste a tu talla, no se deslice al andar y así evitar rozaduras. Más aún ayudarán con la amortiguación, ya que las plantas también sufren al pisar. Existen plantillas enteras, delanteras, traseras o geles que recubren zonas del pie. Un truco que puede funcionar, si estás en un apuro, es una toallita sanitaria, siempre que no se vean mucho.
Hielo
Un truco de toda la vida para aquellos zapatos de invitada o sandalias que nos aprietan un poco, es el del hielo. Consiste en meter una bolsa de congelar llena de agua dentro de los zapatos, y meterlos en el congelador durante una noche. Así, al congelarse dentro de la bolsa, el agua se expandirá y agrandará un poco los zapatos sin dañarlos. Es importante que nada más sacarlos te los pongas para que se adapten a tu pie.
Esparadrapo
Si ya sabes que tus sandalias te van a hacer daño en ciertos puntos, lo mejor es que te pongas un poco de esparadrapo en esas zonas. Son una alternativa mucho mejor a las tiritas, ya que estas no se pegan tan bien y no son muy resistentes. Intenta que no se vea mucho porque no es muy estético, pero si los pones bien, irás cómoda y con estilo. Existe esparadrapo de tela, o incluso de seda. Nuestra recomendación es que lleves uno en el bolso por si acaso.
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Polvos de talco
La humedad y el sudor son agentes negativos cuando llevamos tacones o sandalias: pueden crear rozaduras y ampollas. La mejor forma de reducir esto es con polvos de talco: aplícalos en el empeine, en la planta del pie y entre los dedos, las áreas donde más roce y fricción hay. Cómprate un bote pequeño y llévalo en el bolso, así lo podrás usar cuando creas necesario. Una alternativa a esto es un stick antifricción que encontrarás en cualquier farmacia.
Cremas y bálsamos
Es imprescindible tener los pies hidratados, aplicar crema a diario, y si es específica para pies mejor. Si nos la ponemos por la noche, por la mañana tendremos la piel más fuerte, elástica y resistente. Para que haga más efecto sobre la piel, envuelve tus pies en bolsas de plástico. Un truco para las que no hacemos esto a diario, es ponernos crema Nivea de todo la vida, o vaselina en los talones y zonas de fricción, para suavizar la piel y evitar rozaduras.
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Alcohol
El alcohol nos puede ayudar a ablandar las sandalias o tacones más duros, que resultan incómodos, sobre todo los de cuero o materiales parecidos. Ten cuidado y no uses este truco en los que son de materiales o telas porosas como la seda o el tafetán, porque se crearán manchas. Los pasos a seguir son simples: humedecer papel de periódico con alcohol, hacer bolas y meterlos en el calzado, y dejar actuar durante varias horas.
Secador de pelo
El secador de pelo, aunque no lo creas, tiene más usos que dejarte pelazo. Nos puede ayudar a ablandar los tacones y sandalias para que sean más flexibles. Solo tienes que aplicar calor donde te aprietan, esperar a que se suavice y seguidamente meter los pies para que, cuando se enfríen, se adapten a la forma de tus pies. También puedes hacerlo con el zapato ya puesto (¡y con calcetines para no quemarte!).
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