Hay películas que marcan la historia, e historias que marcan a los espectadores de por vida, como es el caso del Titanic. Hace más de un siglo que sucedió esta triste tragedia marítima y dio la vuelta al mundo. Un hecho que el director James Cameron quiso rememorar con una emblemática cinta basada en la trama real protagonizada por Kate Winslet y Leonardo DiCaprio. 25 años después de que el proyecto saliera a la luz en todos los cines de Estados Unidos (en España llegaría el 8 de enero de 1998), no solo su guión sigue erizando nuestra piel cada vez que lo recordamos, también la impecable elección de estilismos que continúan inspirando a las amantes de la moda.
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Un exito taquillero que consolidó su posición en la exclusiva lista de los filmes más importantes de los últimos tiempos y cuyo departamento de vestuario era tan importante como la selección de actores, decoración e incluso música. Dirigido por una de las diseñadoras referentes de Hollywood, Deborah Lynn Scott, hoy podemos dejarnos llevar por aquel equipaje que las chicas de la Alta Sociedad lucían a pie de proa. Como ya sabrás, toda tendencia del pasado vuelve al presente, incluso aquellas que llevaron las aristócratas a principios del siglo XX, concretamente en la primavera de 1912, y el mejor ejemplo lo encontramos en la colección de Rose Dewitt Bukater.
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A diferencias de otras películas de la época que también forman parte del legado, en esta ocasión localizamos una bonita alianza entre el cine y la moda que nos apasiona. La protagonista encuentra el equilibrio perfecto entre preciosos trajes de día con complementos que captan toda nuestra atención con otros atuendos de noche de lo más elegantes y divertidos que casualmente esta temporada regresan a los armarios de las prescriptoras de estilo, ¡aunque con una versión más actualizada! Estampados especiales, prendas bordadas a mano, corsés, tocados llamativos, lentejuelas que bañan las prendas, tejidos lujosos como el terciopelo... Todo esto es lo que nuestra querida Rose lució a bordo del Titanic y de la mano de su pretendiente, el artista Jack Dawson con quien vivió una romántica aventura sobre el Océano Atlántico.
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Aunque su historia de amor se mantengan intacta pase el tiempo que pase, el savoir faire que respira el vestidor del personaje que interpreta Kate Winslet está de aniversario, y no solo porque han pasado dos décadas y media desde su estreno, también porque coincide con algunas de las propuestas que vemos actualmente en las tiendas. Si pensabas que estabas siendo una chica original optando por opciones diferentes y con ese sello vintage que tanto nos gusta (en este caso se denomina Era Edurdiana), seguramente en las imágenes de algunas de las escenas localizarás el origen de algunos de los looks de impacto que ahora aterrizan en las calles. Desde los zapatos de tacón cómodo con puntera, hasta los maxi sombreros, los trajes de chaqueta y los glamurosos vestidos de paillettes brillantes.
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Esta auténtica obra de arte de confección que respetó la moda de la época y estuvo a cargo de la mencionada experta Deborah Lynn Scott llegó a ganar varios premios, entre ellos un Oscar a Mejor Diseño de Vestuario. Entre los datos más curiosos que han ido desveleando poco a poco, destaca el vestido más anecdótico de todos, aquel atuendo de delicada gasa con el que se lanza al agua junto a su amado Jack. No fueron ni uno ni dos, crearon en total 24 copias del diseño con telas diferentes ya que debía verse impecable tanto en seco como en mojado. Pero el traje que más horas necesitó para su confección, fue aquel burdeos decorado con pequeña pedrería negra y una capa de encaje negro que lució en una de las cenas, ¡requirió más de 1000 horas de trabajo!
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Y te desvelamos el secreto mejor guardado. En las escenas rodadas en los tanques de agua salada con agua clorada, los intérpretes lucían réplicas exactas de sus estilismos pero con materiales más mundanos, ya que con el contacto directo del agua, las exquisitas telas como la seda y el tul propias de la época, podían llegar dañarse. Además, bajo la ropa, se enfundaron en trajes de neopreno porque el mar ficticio... ¡estaba helado!