Llevaba tiempo gestándose y la pandemia lo ha acelerado: las Semanas de la Moda, tal y como las conocemos, están en peligro de extinción. Al menos, hasta que esa vacuna con la que todos soñamos se haga realidad. Londres ha sido la primera gran capital de la moda en transformar su Fashion Week masculina (prevista para junio) al formato digital. Se celebrará a través de una plataforma online que también ofrecerá los desfiles femeninos, una presentación mixta que ya habían adoptado muchísimas firmas de todo el mundo, como Kenzo, Bottega Veneta o Jacquemus, con su instagrammeable pasarela rosa.
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Solo unos días después de que la ciudad inglesa siguiera los pasos de Shanghai y Tokyo (que ya apostaron por celebrar sus Semanas de la Moda exclusivamente vía internet, en marzo y abril, respectivamente), una de las firmas más importantes del mundo, Saint Laurent, anunciaba que, “consciente de las circunstancias actuales y de la oleada de cambios radicales que ha provocado” había decidido “tomar el control y marcar su propio ritmo reajustando su calendario”. Es decir, salirse del programa internacional que rige las presentaciones de cada temporada y lanzar sus colecciones cuando lo creyeran adecuado. ¿Estamos ante el fin de esas Semanas de la Moda con una apretada agenda de desfiles, fiestas y presentaciones que congregaban a cientos de modistos, compradores, prensa e influencers en un mismo lugar? En el mundo que se dibuja a corto-medio plazo, de reuniones con número limitado de asistentes y viajes internacionales restringidos, todo apunta a que sí.
Las infinitas posibilidades de una Semana de la Moda en ‘streaming’
Era 1943 cuando Nueva York organizó la primera Semana de la Moda, o Press Week, como se llamó entonces. Fue una consecuencia de la Guerra Mundial, debido a la cual era imposible viajar al corazón de la moda que siempre ha sido Paris, donde las maisons de costura llevaban décadas celebrando presentaciones para sus clientas. Dos años después del nacimiento de la Press Week, la Chambre Syndical de la Haute Couture sentó las bases del evento más exclusivo de la industria, la Semana de la Alta Costura parisina. Y 75 años después, poco había cambiado en la mayoría de ellas. Hasta hoy.
Aunque lógicamente los desfiles han ido evolucionando al ritmo que la industria, las Semanas de la Moda más importantes han mantenido los mismos patrones durante décadas: varios días de duración que conglomeraban decenas de desfiles y miles de integrantes del sector, en un ranking mundial dominado por París, Milán y Nueva York. La aparición de los influencers y el poder de las redes sociales, así como el crecimiento del mercado asiático, habían producido ciertos cambios en las últimas décadas, pero nada como lo que se avecina en los próximos meses: la probabilidad de que las Semanas de las Moda se conviertan en eventos 100% digitales.
“El streaming ofrece grandes ventajas: permite llegar a más personas, hacer que el evento sea más global y que pueda verse a través de un dispositivo en cualquier lugar del mundo. Además, aporta la posibilidad de enriquecer un desfile, acercando la colección al espectador e incorporando contenidos y detalles que complementan al propio desfile”, afirma Nuria de Miguel, directora de la pasarela Mercedes Benz Fashion Week Madrid, cuya edición de Primavera/verano 2021 está programada para el próximo septiembre. Para su celebración, igual que está sucediendo en todos los ámbitos, el plan es todavía bastante incierto. “Desde IFEMA estamos ya trabajando para la edición de septiembre 2020 en un formato de pasarela con todas las opciones abiertas: presencial, virtual y mixto (presencial y virtual). A medida que vayan avanzando las semanas y con más información sobre las normas y condiciones que marquen las autoridades sanitarias para la celebración de eventos, iremos definiendo el formato definitivo”, afirma, y también explica que Madrid fue pionera en ofrecer los desfiles en streaming, hace una década.
Igual que Madrid Fashion Week, muchas firmas llevan años compartiendo sus presentaciones en directo, lo cual sirve no solo para llegar a mucho más público con la inversión de un solo desfile, sino también para explorar nuevas posibilidades creativas para los diseñadores, por ejemplo, incorporar música, vídeo y otros elementos propios del universo digital como parte de sus presentaciones. “El formato digital ayuda siempre y por eso siempre ha sido el complemento de las físicas. Puedes vivir “otra vez” la experiencia, y da la oportunidad de ver detalles, incluso del “antes del desfile” y disfrutar de la preparación”, explican Nacho Aguayo y Álex Miralles, diseñadores de Pedro del Hierro.
También permite improvisar nuevos eventos, como el desfile benéfico organizado por la Fundación amfAR junto a Carine Rotfield este mismo fin de semana, y se alinea a la perfección con una conciencia ecologista que está provocando que muchos profesionales se planteen una pregunta: ¿de verdad necesito volar a Milán, París, Londres y Nueva York para ver las colecciones en vivo? ¿Afectaría al resultado de mi trabajo no viajar tanto? “Cada vez más, las estilistas hacemos el trabajo desde el ordenador, a base de lookbooks digitales y otras herramientas. Nuestros ritmos de trabajo no nos permiten visitar los showrooms tanto como quisiéramos”, nos explica Leire Peña, estilista de la revista FASHION; una nueva forma de trabajar que se replica en el día a día de periodistas, compradores y otros perfiles de la industria. Sin embargo, hay algo que no puede transmitirse a través de una pantalla de móvil u ordenador: la magia que se crea en torno a un fashion show. En esta conclusión coinciden directores de pasarela como Nuria de Miguel, asistentes como la estilista Leire Peña y los principales protagonistas de las Semanas de la Moda, los diseñadores.
Lo que un desfile 'online' no puede transmitir
“He crecido con el sentimiento de poder ofrecer una experiencia completa al visualizar mis colecciones en pasarela. Esa magia solo se consigue con un desfile físico. Los desfiles online llegan a un mayor número de personas, pero la experiencia no es la misma”. Domingo Rodríguez Lázaro creó su firma, Dominnico, en 2016, en plena era digital, y maneja las redes como pocos. De hecho, nos cuenta que gracias a ellas ha seguido trabajando durante la cuarentena, "tanto en la producción de contenidos como en la venta de producto". A pesar de estas raíces 2.0, defiende el irremplazable papel de una presentación de moda clásica. "Personalmente creo que en cuanto se resuelva esta situación, van a convivir los desfiles físicos (que ahora se han eliminado de forma circunstancial) con los virtuales, que ya habían ganado terreno antes de la pandemia”, explica Domingo, uno de los diseñadores más reconocidos de las últimas ediciones de Madrid Fashion Week (en cuya pasarela principal debutó el pasado enero, tras ganar el premio Mercedes-Benz Fashion Talent) y que ya se ha colado en los armarios de Rosalía, Rita Ora o Lady Gaga, entre otras estrellas internacionales.
Un planteamiento de convivencia entre analógico y digital es el que también imagina otra de nuestras modistas más internaciones, Teresa Helbig. La catalana, que ha vestido a Priyanka Chopra, Saoirse Ronan o Zendaya, opina que “nos encontramos ante una situación que va a provocar un cambio en la forma en que nos relacionamos los unos con los otros, así que es muy probable que también cambien los procesos y las plataformas a través de las cuales comunicamos, independientemente de que acabemos con el Covid. De todas formas, los desfiles físicos tienen un enorme valor para las marcas, así que es probable que dejen de celebrarse a corto plazo, pero no creemos que vayan a desaparecer”. Los nervios previos al show, la intriga del “qué veremos”, la emoción de observar un vestido de costura en movimiento y el atrezo que crea, junto a la música, una atmósfera única son los matices que Teresa cree imposibles de comunicar virtualmente, del mismo modo que tampoco se puede transmitir por internet el aura única que cada firma crea en su desfile.
“El formato online nos dará muchísima libertad de movimiento para cruzar fronteras y llegar a todo el mundo con mucha facilidad. También es sin duda más responsable y consciente a nivel ecológico. Pero, por otro lado, puede contribuir a la homogeneización de los contenidos que vemos en pantalla, y nuestro punto fuerte es precisamente la diferenciación”. Y es que el papel esencial de un desfile, desde el punto de vista de un diseñador, es convocar a clientas, profesionales y celebrities para lanzar su mensaje, la inspiración de la colección o el valor que aporta su firma; algo que, aunque las congregaciones con miles de personas se cancelen y las Fashion Weeks presenciales desaparezcan, seguirán haciendo de un modo u otro. “Si el formato será a través de un desfile convencional o no, está por ver, lo que sí es muy probable, es que las marcas hagan un ejercicio introspección y presenten sus colecciones en formatos más reducidos, menos masificados, menos show off”, concluye la catalana sobre un pensamiento compartido con sus colegas. ¿Y si el futuro de las Semanas de la Moda estuviera en volver a sus orígenes y recuperar esos pequeños desfiles parisinos de los años 40? A puerta cerrada, con un grupo muy limitado de asistentes... cuyos móviles todo lo grabaran, porque eso sí que no lo cambia ni una pandemia.