El pasado 8 de enero los duques de Sussex sorprendían al mundo al anunciar su deseo de dejar de ser miembros senior de la Casa Real británica, una decisión que, tal y como afirmaban, habían estado meditando durante mucho tiempo. Ahora, casi 3 meses después, esto está a punto de convertirse en una realidad, lo que supondrá un cambio radical en la vida de Harry y Meghan. Después de vivir durante unas semanas en Canadá, el matrimonio se ha mudado a Los Angeles, donde establecerán su residencia habitual a partir de este momento, aunque cabe esperar que viajen a Inglaterra de manera puntual para asistir a ciertos eventos familiares. Esta nueva vida supondrá también una revolución en el armario de la Duquesa, que ya no estará sometida a los estrictos protocolos de la realeza.
Desde que salió a la luz su relación con el príncipe Harry y comenzó a asistir a actos oficiales, Meghan transformó por completo su estilo para adecuarlo a la elegancia y sofisticación atemporal propia de una duquesa. Es cierto que siempre supo mantener su esencia, pero, evidentemente, tuvo que cambiar ciertos detalles y decir adiós a sus adorados y profundos escotes en 'V', a los minivestidos y a los excesos, entre otras cosas. Los tocados, los diseños midi y las medias se convirtieron en sus mayores aliados, y no sería extraño que siguiera recurriendo a algunos de ellos en esta etapa, pero, sin duda, estará mucho más libre de etiquetas de vestuario.
Sin embargo, más allá de cuestiones estéticas, de largos de falda y escotes prohibidos, a partir de esta semana podrá producirse un cambio radical en el armario de la mujer del príncipe Harry, y es que, si quiere, tendrá la opción de vestir gratis. Las normas de palacio de ciertos países como Inglaterra o España no permiten que los miembros de la realeza acepten regalos, lo que significa que todos ellos deben pagar su ropa y accesorios. Al renunciar a su título, Meghan estará en su derecho de decir que sí a obsequios de particulares y empresas, incluyendo las de moda.
Esto no significa que vaya a ocurrir, simplemente que, en caso de desearlo, podría, tal y como hacía en su época como actriz. De hecho, estaría permitido incluso que cobrara por colaboraciones con firmas ejerciendo como embajadora, algo que se rumorea que podría pasar con firmas como Givenchy. Meghan mantiene una estrecha relación con Clare Waight Keller, su directora creativa, hasta el punto de que le confió la creación de su vestido de novia, por lo que no sería raro que buscara ir un paso más allá y establecer una relación laboral con ella.
Tampoco sería descabellado pensar que aceptara este tipo de trabajos con el fin de donar las ganancias a organizaciones benéficas, algo que por ejemplo ha hecho con el dinero que ha cobrado por su primer trabajo 'post royal', la narración de un documental de animales para Disney. Sea como fuere, estamos deseando descubrir qué depara esta nueva era en el armario de Meghan Markle.
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