Es habitual ver a Irina Shayk protagonizando titulares cada vez que asiste a una alfombra roja, evento o fiesta. Y es que, la modelo se ha convertido en uno de los iconos de estilo más seguidos del momento. Su espectacular físico, su metro ochenta de altura y su gusto por la moda y por dictar nuevas tendencias han hecho posible que se haya transformado una fuente de inspiración constante. Pero en su kilométrico armario no solo existen prendas capaces de salvar cualquier problema de vestuario, sino que también hay hueco para aquellas piezas que brillan por si solas. Y esto es lo que ha sucedido con su última apuesta de estilo, un diseño con el que la maniquí ha asistido a la fiesta de después de los Premios Bafta, donde ha coincidido con su expareja, el actor Bradley Cooper, con quien ha posado para algunos medios, dejando ver la buena relación que existe entre los dos. Un revenge drees -el vestido de la venganza- con el que la modelo ha seguido los pasos de la Princesa de Gales, quien viralizó un vestido negro con hombros al descubierto -lucido la misma tarde en la que el Príncipe Carlos confesaría su relación con Camilla Parker Bowles-.
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Dejando al descubierto gran parte de su cuerpo perfectamente tonificado, Irina ha apostado por un total look de Burberry que, aunque ha sido con una gabardina XL de cachemir color camel con la que la modelo ha tenido la primera toma de contacto con el evento, las verdaderas protagonistas del estilismo han sido las incrustaciones y las joyas. Con un body color carne de tirantes debajo de una malla transparente ha sorprendido la modelo a todos los invitados. Siguiendo con la estela de tonalidades nude, la maniquí ha conjuntado el diseño con unas sandalias de tiras y pulsera en el tobillo. Como broche final, la top ha escogido un collar de diamantes y aros a juego.
Aunque a muchos de sus fans les hubiese gustado que Irina hubiese llegado a la velada del brazo del actor, ha sido el diseñador y director creativo de la marca británica, Riccardo Tisci el acompañante de la modelo, quien no solo ha estado con la modelo en los momentos buenos de la fiesta, sino también en los malos. Y es que, ha sido la propia maniquí la que ha dejado constancia, a través de sus perfiles sociales, de la incomodidad y dificultad de llevar este diseño sin morir en el intento. Engancharse con el mobiliario que te rodea o clavarte en la piel algunas de las incrustaciones que incorpora el diseño han sido algunos de los contratiempos que ha tenido la modelo. Por suerte, su 'Ángel de la guarda' estaba ahí para salvarla de cualquier apuro.