Cuando Victoria's Secret hacía saber a sus seguidores que, por primera vez, no haría desfile, la era gobernada por el gigante lencero llegaba a su fin. Son varios los reveses a los que se ha enfrentado la marca cuyo desfile era el espectáculo de moda más visto del mundo. Además de la caída en picado de sus ventas -lo que obligó a que varias tiendas se vieran obligadas a cerrar-, el éxito de las marcas de ropa interior con modelos de todas las tallas ha sido una competencia con la que no contaban hace unos años. Y es que en pleno auge de los movimientos bodypositive el ejemplo de Rihanna con Savage x Fenty -y la llegada de su show a la televisión relevando el espectáculo que habían ofrecido los ángeles durante tantos años-, fue un duro golpe. Los cambios en la directiva -Ed Razek, el director de marketing, fue despedido- no han bastado, ya que podrían estar planteándose la opción de vender la marca que fue todo un icono en la década de los 2000, habiendo contado con supermodelos entre sus filas de la talla de Naomi Campbell, Heidi Klum o Gisele Bündchen.
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El 'Wall Street Journal' ha publicado este miércoles que Leslie Wexner, el actual CEO de la empresa, se plantearía la opción de vender la que fue el ojito derecho de L Brands. En los últimos años, el conglomerado habría experimentado crecimiento, pero no gracias a la firma lencera, cuyos beneficios se han ido encogiendo año tras año. De hecho, en la época navideña, cuando más beneficios suele obtener al tratarse de las fechas posteriores al desfile, cayó en un 121%. Todavía no se sabe qué futuro le espera a la firma, ya que no ha aclarado los pormenores de su decisión. Preguntas como si se pondrá a la venta por completo o será una venta parcial están todavía en el aire. Sin embargo, una cosa está clara, esta decisión busca lo mejor para Victoria's Secret, ya que se espera que con el cambio de estrategia recupere la fuerza que ha perdido.
Desde que la firma empezó con los desfiles en el año 1995, la sociedad ha experimentado grandes cambios que sus rivales han utilizado a su favor, dándole visibilidad a todo tipo de cuerpos (a la vista está con el furor que causa la ropa interior de Rihanna). Esa imagen tan hipersexualizada, heredada de los cánones de belleza de la década de los 90, es algo que ha terminado por jugar en contra de la marca, ya que se ha negado a renunciar a ella pese a la reivindicación de modelos curvy que exigían su espacio en la pasarela de Victoria's Secret.
De un tiempo a esta parte, las campañas más recientes de la firma han tratado de incluir maniquís de diferentes tallas, aunque no han terminado de conseguir que las ventas despeguen convirtiéndose en una de las marcas de renombre del país. Una maniobra inteligente que, de haber realizado antes, quizás habría tenido un resultado distinto. Lo mismo ha sucedido con las modelos transgénero, que tampoco tenían cabida en el desfile de Victoria's Secret según el anterior director de marketing de la firma, y cuyo primer fichaje fue anunciado después de que el responsable de casting pusiera fin a su trayectoria en el gigante lencero.