En los meses de invierno las zapatillas se convirtieron en uno de los zapatos más utilizados. Son cómodas, hay diseños para todos los gustos y, desde que las normas de estilo se han relajado, pueden lucirse no solo en looks informales, sino también con trajes y vestidos largos. Con la llegada del buen tiempo, las sandalias y las cuñas les dan el relevo, sobre todo estas últimas que permiten ganar unos centímetros extra sin necesidad de sufrir los típicos dolores que producen los tacones y sin correr el riesgo de no caminar demasiado bien sobre ellos. Un calzado que no falta en ningún armario pero que, desde su boda con el príncipe Harry, podría haber perdido puntos en el de Meghan Markle.
Desde que el pasado 19 de mayo la exactriz entró a formar parte de la Familia Real Británica, ha tenido que adaptarse a un sinfín de normas protocolarias que van desde el tono en que debe pintar sus uñas -siempre en colores neutros y poco llamativos, como los rosas o los nude-, el tipo de diseños que debe lucir en según qué actos o los zapatos a los que debe renunciar dependiendo de la circunstancia. Ya te adelantamos que la duquesa de Sussex se ha despedido de los zapatos abiertos, algunos de los que solía lucir con más frecuencia antes de su enlace. Ahora descubrimos que hay otro nuevo calzado que debería evitar llevar, al menos en presencia de la Reina: las cuñas.
Según publicaba la edición estadounidense de Vanity Fair, a la Reina Isabel II no le gusta demasiado este tipo de calzado y ese es el motivo por el que la duquesa de Cambridge nunca luce estos zapatos tan veraniegos en su presencia y, Meghan, tampoco (al menos de momento). Basta con recorrer las imágenes de los últimos años para descubrir que esta norma de protocolo no escrita se sigue sin ningún tipo de desviación.
Igual que en el caso de los zapatos abiertos, y tal y como explicaba en esa ocasión Gerardo Correas, Presidente de la Escuela Internacional de Protocolo, podría deberse a una cuestión relacionada más con la moda que con el protocolo (dejando a un lado los gustos personales de la Reina) y de la imagen que transmiten. “El propio acto indica qué tipo de zapato se puede o no llevar; y las sandalias, los zapatos abiertos o las zapatillas son demasiado informales”, algo que se podría aplicar con facilidad a las cuñas que, por norma general, no suelen caracterizarse por ser excesivamente elegantes, sino que emanan informalidad y, claro está, comodidad.