Hay determinadas prendas que no importa el tiempo que pase ni las tendencias del momento, siempre tendrán un hueco en nuestro armario, son las denominadas piezas atemporales. Una de esas piezas son los botines de piel, un clásico del armario otoñal que nos puede durar años si invertimos en un diseño de calidad. También es muy importante saber cuidarlas bien para que luzcan siempre en perfecto estado y como nuevas. Lo mejor de todo, es más sencillo de lo que parece y para mantenerlas perfectas tan sólo tienes que invertir unos minutos a la hora de limpiarlas. Estrenar botines cada día es posible si sigues estos sencillos consejos.
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Limpialas cada vez que las uses
Que nuestros zapatos se manchen es lo más normal del mundo, al fin y al cabo siempre están en contacto con el suelo. Sin embargo, lo que no deberías hacer es esperar demasiado tiempo a limpiar las manchas. Lo ideal es limpiarlas en cada puesta. De esta manera, evitarás que se sequen e incrusten en el zapato y la piel se deteriore.
Utiliza un cepillo natural
Es importante prestar atención a este proceso y no hacerlo de cualquier manera. Para ello, lo primero que debes hacer es quitarle todos los restos de suciedad con un cepillo de cerdas blandas (también te servirá un cepillo de dientes que ya no uses) y después, pasa un trapo limpio, seco y blanco. Una camiseta vieja podría servirte.
Mantenlas hidratadas
Como también ocurre con tu piel, el cuero necesita hidratarse para mantenerse en perfecto estado, aunque lo veas brillante como el charol. Una vez tengas tus botas limpias, deberás dejar que se sequen por completo al aire libre y en un lugar cálido pero siempre procurando que no les de calor directo sobre ellas. Una vez completamente secas, ya están listas para hidratarse. Para ello usaremos una crema neutra e incolora.
Prevén las grietas
Con el paso del tiempo, lo más normal es que tus botas de piel tengan algún que otro rayón o incluso se agrieten. Si son marcas leves, un pequeño truco que puedes poner en práctica para disimularlas un poco es impregnar un trapo en un poquito de un aceite vegetal (el de oliva te servirá) o vaselina y frotar.
Guardalas bien
Intenta evitar dejarlas cerca de alguna fuente de calor directa (como por ejemplo, junto a la calefacción) ya que el cuero puede dañarse. No las amontones y guárdalas en una bolsa de plástico para que el tejido respire.
