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Desde su salto a la tele como colaboradora en El Hormiguero hasta el lanzamiento de su propia firma de moda, la multifacética personalidad de Tamara Falcó no para de sorprendernos. Cada vez es más evidente su creciente pasión por la cocina, tal y como nos ha mostrado en su libro Las recetas de casa de mi madre. Un lanzamiento que sigue a otro de sus logros: haberse graduado a finales de septiembre en la prestigiosa escuela gastronómica Le Cordon Bleu. Para celebrarlo y poner escenario a su ruta gastronómica por el País Vasco, la marquesa de Griñón en compañía de su novio -Íñigo Onieva- y un grupo de amigos no eligieron un hotel en el que hospedarse, tampoco una casa rural. Buscaron una joya escondida para desconectar (y reconectar) con los paisajes más bonitos de Vizcaya.
© Gtresonline-Tamara Falcó nos presenta su nuevo proyecto
La idílica villa que ha fascinado a Tamara
"Importa lo que vives y dónde lo vives". Con esta cita viajera definen desde Etxelaia la mentalidad de sus huéspedes exigentes. Ubicada en el municipio vizcaíno de Gautegiz Arteaga, esta exclusiva y preciosa villa recrea un ambiente mágico para pasar un fin de semana o unas merecidas vacaciones. En el caso de Tamara y su gente, el grupo aprovechó para visitar antes el Museo Guggenheim (parada obligatoria si pasas por Bilbao) y compartir comida en el popular asador Etxebarri, situado en Axpe. Sin embargo, a menos de una hora en coche, en plena Reserva de la Biosfera de Urdaibai, les esperaba su nuevo descubrimiento. Etxelaia fue la otra gran protagonista del itineriario de la diseñadora durante su estadía, abriéndose un hueco en nuestro radar de destinos top para desconectar de la mano de la naturaleza. A pesar de la discreción de Tamara, fuimos testigos de su estancia a través de varias fotografías que sus acompañantes no se resistieron a compartir, relajándose en la piscina, recorriendo los jardines de la finca y gozando de la buena comida del Norte.
© casildaaguilera-Así es Etxelaia, donde Tamara pasó 3 días inolvidables
Planes 'gastro', naturaleza y diversión asegurada
En la villa se pueden alojar hasta 18 personas del mismo grupo. Tiene ocho habitaciones, siete cuartos de baño, dos salones, biblioteca y una cocina donde Tamara podría poner a prueba sus habilidades con los fogones. No obstante, en este viaje de placer los amigos recurrieron al servicio de catering que desde Etxelaia ofrecen contratar de forma externa. Con vistas a la piscina desde el jardín, los invitados disfrutaron de deliciosos desayunos con degustación de quesos y embutidos, una selección amplia de frutas frescas, yogur, bollería casera y opciones saladas de salmón o beicon; mientras que, una vez caída la noche, el menú se centró -a previa petición de los invitados- en entrantes y platos de pescado fresco como homenaje a la tradición culinaria vasca.
© casildaaguileraTamara y sus amigos comprobaron esa sensación de lujo íntimo y cálido, alejada de la majestuosidad de las mansiones adornadas con estilo vanguardista. Aquí se fusiona lo rústico y lo contemporáneo. El edificio fue construido alrededor de 1830, aunque preservado y reformado hace tan solo tres años. El estilo decimonónico se aprecia en los detalles de su construcción tallados en la madera, sus inconfundibles escaleras (donde resulta inevitable sacarse una foto para Instagram) y los amplísimos ventanales. El broche de oro lo ponen sus inmediaciones porque la finca está rodeada de algunos de los paisajes protegidos más bonitos de España.
© ionievaMar y tierra a sus pies
La pareja tampoco perdió la oportunidad de recorrer los alrededores y embarcarse así en un breve recorrido por las maravillas del núcleo de la provincia. Y es que comarca de Busturialdea-Urdaibai es una joya natural única del País Vasco que en 1984 fue declarada Reserva de la Biosfera por la UNESCO. En esta zona concurre la mayor diversidad ecológica de toda la comunidad, abarcando desde los bosques y ríos del interior hasta los acantilados y playas de la costa, como la de Laida y la de Laga. A pocos kilómetros de Etxelaia, se puede viajar siglos atrás en el tiempo a las Cuevas de Santimamiñe, que albergan invaluables pinturas rupestres, o al colorido Bosque de Oma, transformado en lienzo viviente por el pintor Agustín Ibarrola. Una escapada que es toda una experiencia para los sentidos y que, sin duda, quien la prueba nos atrevemos a decir que repite.
© Etxelaia
