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cenar pronto© pernilleteisbaek

No hagas ayuno intermitente si no te gusta, pero cena así y adelgazarás

No hace falta pasar 16 horas sin comer para quemar grasa y acelerar tu metabolismo


12 de junio de 2020 - 15:50 CEST

Reconozcámoslo: la supertendencia del ayuno intermitente no está hecha para todo el mundo. Aunque el intermittent fasting se promocione como la "no dieta" fácil de adaptar a cualquier rutina, no siempre resulta sencillo pasar 16 horas al día sin ingerir nada aparte de agua e infusiones. Por ejemplo, si te gusta desayunar, retrasar la hora del café con la tostada hasta las 12 de la mañana se te puede hacer muy cuesta arriba, igual que es complicado dejar de comer (y beber) a las 4 de la tarde cuando adoras salir de terraceo con tus amigos. De ahí que tanta gente a la que le gustaría seguir la rutina alimenticia de Elsa Pataky y obtener sus beneficios para el cuerpo (quemar grasa y acelerar el metabolismo, tener más energía, conectar con su hambre real...) fracase estrepitosamente en su primer contacto con el ayuno intermitente. Afortunadamente, la ciencia revela, una vez más, una forma de obtener algunos de esos beneficios con un único cambio: adelantar la hora de tu cena.

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Como sabrás, generalmente se recomienda cenar, como mínimo, dos horas antes de acostarte para darle margen al organismo para hacer la digestión y así descansar mejor. Pues bien, según un estudio recién publicado en Endocrine Society’s Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism, si adelantas tres horas más tu última comida del día (es decir, cenas 5 horas antes de meterte en la cama), no solo disfrutarás de un sueño reparador sino que potenciarás la quema de grasa durante la noche. Según los científicos de la Universidad Johns Hopkins, autores del estudio, cuando te acostumbras a cenar muy tarde (una hora antes de acostarte), tu metabolismo cambia y tienes mayor riesgo de sufrir obesidad. 

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Al contrario, si comes por última vez cinco horas antes de acostarte, tus niveles de azúcar están más bajos cuando duermes y quemarás más grasa. La razón es que se crea un periodo de ayuno, pero más breve y fácil de mantener, con efectos similares. Y todo ello al margen de qué hayas ingerido, porque los dos grupos de participantes en el estudio (los que cenaban pronto y los que lo hacían tarde) seguían el mismo menú. De esta forma, sin hacer ningún esfuerzo adicional ni ceñirte a ninguna dieta especial, adelgazarás más mientras duermes... y cuando te levantes podrás desayunar inmediatamente, sin necesidad de completar las 16 horas que establece el intermittent fasting más común. ¿Te apuntas a la cena temprana?

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