Hace un años, los abdominales parecían la única solución para toda aquella que quisiera tener un vientre plano. Las series interminables de flexiones de tronco se perfilaban como la fórmula mágica universal con la que marcar estos músculos, una rutina ya anticuada que ahora se sustituye por muchos otros ejercicios que tonifican de una manera más efectiva el core. Además del fitness, lo que muchas no saben es que el viejo refrán de que los abdominales se hacen en la cocina es real y las recetas ultra nutritivas que ayudan a mejorar la digestión triunfan desde hace tiempo en las redes. Y es que, el secreto para no fracasar esta vez en tu meta de reducir la grasa abdominal es la información. Qué comer, cómo entrenar o la importancia de controlar el estrés son algunos de los cambios con los que transformar tu vida a mejor y, de paso, tener la tripa más plana.
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-5 consejos imprescindibles cuando tu objetivo 'fitness' es tonificar ¡y que se note!
Elimina los alimentos que hinchan
Las intolerancias, alergias e incluso los alimentos con los que notas que tu tripa se hincha son los primeros que debes reducir en tus comidas. "La grasa abdominal se asocia a la inflamación de los tejidos, así que comer demasiada comida procesada va a sabotear tu habilidad de perderla", ha explicado Kate Patton, nutricionista de la Clínica Premier Vein & Vascular de Houston, en la plataforma especializada del centro. Y continúa señalando a los sospechosos habituales que biocotean tus planes para tener un vientre plano: "Harinas refinadas como el pan blanco, galletas saladas, patatas fritas, así como los azúcares refinados que se encuentran en las bebidas edulcoradas y los postres, aumentan la inflamación".
La dieta antiinflamatoria
Para empezar, cualquier buen hábito llevado al extremo resulta contraproducente. Dicho esto, Patton señala a los ácidos grasos saturados presentes en alimentos como el aguacate, el aceite de oliva, los frutos secos o los pescados azules, como indispensables en las dietas para conseguir un vientre plano gracias a sus propiedades antiinflamatorias. Eso sí, la experta avisa: "Asegúrate de que los comes en las porciones adecuadas. Demasiada grasa de cualquier tipo aumenta tu consumo de calorías y hace que ganes peso".
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HIIT y pesas
Este acrónimo de High Intensity Interval Training ya es de sobra conocido por muchas. Este tipo de rutinas más cortas y de alta intensidad están pensadas para quemar más calorías que en las clases tradicionales e incluso seguir haciéndolo después de terminar la sesión debido a que mantienen el metabolismo acelerado durante horas. Pues bien, según la experta en nutrición son exactamente estas clases las que necesitas para perder grasa abdominal... y cualquier tipo de grasa: "En menos tiempo, quemarás más calorías con un entrenamiento de alta intensidad. Asegúrate de incluir muchos ejercicios funcionales". En lugar de los abdominales clásicos, aconseja las planchas por ser más completas: "Tonifican el abdomen, la espalda y la pelvis, fortalecen una gran variedad de músculos de una sola vez".
Además, para alcanzar tus metas otra de sus recomendaciones consiste en incluir sesiones con pesas. Estas rutinas, lejos de hinchar el músculo como algunas temen, ayudan a tonificar el cuerpo. Otro beneficio que se consigue al atreverse con las mancuernas es que "el músculo quema más calorías que la grasa, así que quemarás más calorías de forma natural a lo largo del día", aclara la especialista.
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Relájate
Desde la Premier Vein & Vascular señalan al estrés como una de las causas silenciosas por las que acumulas grasa en la tripa: "La hormona del estrés llamada cortisol aumenta la cantidad de grasa que se adhiere al cuerpo, haciendo que las células adiposas se vuelvan más grandes. Sin mencionar que un instinto natural cuando se está estresado es el de elegir comidas muy calóricas". La solución pasa por las técnicas de relajación, el mindfullness, el yoga o incluso el deporte, que ayuda a vaciar la mente de preocupaciones mientras te pones en forma.
Por último, duerme lo suficiente, un buen hábito que no solo controlará el estrés. Un estudio publicado en el National Institutes of Health, descubrió que los participantes que solían dormir unas 4 horas y media de forma habitual, tenían una mayor actividad cerebral en las hormonas que aumentan el apetito comparado con aquellas que disfrutaban de 8 y media. Una razón más para tomarse el descanso muy en serio.